Pandemias, ¿provocadas?


Pandemias, ¿provocadas?
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Abundan las versiones, sobre todo en las redes sociales, según las cuales se culpa a diversos gobiernos o empresas de la difusión deliberada de diversas epidemias a lo largo de las últimas décadas.

El caso más difundido por esta visión apocalíptica es la versión de que el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), causado por el VIH (Virus de la inmunodeficiencia humana), es un mal diseñado y diseminado por  grupos de seres humanos con fines inconfesables. En este caso, a pesar de los avances de la medicina y el desarrollo de más eficaces antivirales, la enfermedad sigue siendo la principal causa de fallecimientos en los jóvenes africanos.
     La razón que se aduce para justificar tal afirmación es que existe un intento encabezado por fuerzas misteriosas para aniquilar a toda la raza negra del planeta, o bien, a los homosexuales. ¡Lo anterior implica que el virus fue desarrollado en los laboratorios de guerra bacteriológica y viral del Departamento de la Defensa de Estados Unidos!
     Una tendencia similar se da con otras enfermedades epidémicas que han aparecido en los últimos decenios, como son las relacionadas con enfermedades de la sangre, como el dengue y el zika, al igual que respiratorias, pulmonares,  así  como diversas  cepas de influenza; la terrible influenza española que causó, en la segunda década del siglo XX, más fallecimientos que la primera Guerra Mundial. 
     En efecto, algunos investigadores y centros de control de enfermedades han decidido mantener en vida latente algunas muestras viables de gérmenes causantes de enfermedades como la viruela y han logrado aislar de muestras tomadas, en 1917, la propia influenza española.  
     Sin embargo, no hay evidencia real de que agencia gubernamental alguna haya llevado a cabo algún tipo de acción para liberar de dichos gérmenes patógenos a zonas pobladas como África ecuatorial o el sur de China. Tampoco los proponentes de estas teorías han podido ubicar y documentar un solo caso real, ni geográficamente ni en fechas precisas de acciones con fines de exterminación de grupos de personas.
     Lamentablemente, estas versiones tienen proponentes de cierta fama, entre ellos, el presidente de Sudáfrica Thabo Mbeki, así como la ecologista keniana Wangari Maathai. Muchos otros han postulado esta idea sobre el sida, pero, aunque sus descubridores, el Doctor Robert Gallo, del Instituto Nacional del Cáncer, en EU, y el Doctor Luc Montaigner, del Instituto Pasteur, en París, no están de acuerdo en el origen del virus, la mayor parte de la comunidad científica piensa que el virus saltó de los simios a los humanos en algún momento de los años treintas. Es notable que el presidente Barak Obama repudiara a su antiguo pastor o ministro religioso, el reverendo Jeremiah Wright, cuando éste empezó a dar sermones en los que culpaba a su gobierno de crear un estado racista, al haber inventado el VIH como una forma de genocidio en contra de la gente de color.1
     En el caso del virus del zika se ha presentado uno de los rumores maliciosos que más daño pueden causar. Más de un tercio de los estadunidenses señalaron en una encuesta reciente, realizada por la Universidad de Pennsylvania, que  fueron mosquitos genéticamente modificados los que dispersaron en virus del zika. Esto es peligroso, porque inhibe la lucha de las comunidades contra los criaderos naturales o artificiales de mosquitos en agua estancada.2
     Muchos otros males son asignados, sin base alguna, a la realización de programas de investigación de diversos gobiernos, entre ellos, el de la aparición de casos de microcefalia en Brasil, en donde se introdujeron mosquitos resistentes al dengue.3
     La pregunta que debemos hacernos es: ¿qué ganan los gobiernos supuestamente involucrados en llevar a cabo estos planes diabólicos, que en su mayor parte no cumplen el objetivo que le suponen los paranoicos y cuyo combate y control cuestan miles de millones a esos mismos gobiernos?

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