La Malinche, cañadas, bosques y microoganismos.


La Malinche, cañadas, bosques y microoganismos.
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El Parque Nacional La Malinche (PNLM), sitio en el que hemos estado realizando nuestros estudios, abarca la montaña del mismo nombre y se ubica entre los estados de Puebla y Tlaxcala, la cual se ubica entre los 19º 06’ 30” - 19º 20’ 19” de latitud Norte y 97º 55’ 32” - 98º 09’ 55” de longitud Oeste; su rango altitudinal va de 2,300 a 4,461 msnm (metros sobre el nivel del mar).
     Cuenta con una superficie de 46,093 ha, de las cuales se considera que, en la actualidad, sólo 17 mil ha conservan áreas boscosas. Concretamente, el área de influencia que circunda este Parque abarca una superficie de 47,433 ha, lo que sumado al área del PNLM da un total de 93,526 ha.1
     El nombre que los tlaxcaltecas dieron a la montaña, antes de la llegada de los españoles, fue Matlalcuéyetl o montaña de las faldas amplias, denominación relacionada con sus suaves pendientes que se aprecian a la distancia. No obstante, en las partes más altas, es posible ver barrancas con laderas escarpadas que proporcionan paisajes únicos de singular belleza, los cuales resaltan a los ojos del visitante al caminar por las cumbres del parque nacional.
     Existen también cañadas que propician cambios en las características ambientales, debido a que el sombreado de sus laderas favorece la retención de la humedad ambiental y la del suelo.

Las diferencias en las condiciones ambientales determinadas por los cambios en altura, junto con la accidentada topografía de La Malinche —delineada por sus barrancas y cañadas—, han permitido el establecimiento de diferentes asociaciones vegetales que generan los diversos paisajes encontrados en el parque nacional. 
     

Figura 1: Vista del bosque de oyamel en La Malinche.

Como en otras montañas del centro de México, predominan los bosques de clima templado, con elementos cuyo origen se encuentra en el hemisferio norte. Así, encinos, pinos, oyameles y ailes son los principales árboles que forman sus bosques.
     En un primer paso, para conocer el estado actual de los bosques de esta área natural protegida, nos dimos a la tarea de caracterizar la estructura del componente arbóreo en cinco puntos ubicados, entre 2,800 y 4,000 msnm, en transectos (franjas de terreno) orientados hacia los cuatro puntos cardinales.
     En las partes bajas, los encinos o robles de hojas anchas y coriáceas (dicotiledóneas) se encuentran frecuentemente rodeados por campos de cultivo, formando fragmentos de lo que antaño fueran densos encinares. Hoy día, los encinos presentes en ambos lados de
los caminos que conducen a poblados, como Ixtenco o Teacalco, dan una apariencia mágica y, a veces, fantasmagórica, en las mañanas cubiertas de niebla o en los atardeceres lluviosos.
     Los pinos forman bosques distribuidos por toda la montaña, en alturas que van de 2,800 a 4,000 msnm. De hecho, el Pinus hartwegii o pino de altura, es la única especie que se desarrolla en los límites de la vegetación arbórea, donde otros árboles no son capaces de sobrevivir, debido a las severas condiciones climáticas. 
     Los pinares son las asociaciones vegetales más afectadas por los incendios, ya que vastas áreas cubiertas por las diferentes especies de pino que habitan La Malinche, como el pino real (Pinus montezumae), han sido destruidas y sus suelos reforestados con otras especies de árboles no propias de la montaña, como el pino rojo (Pinus patula) y el cedro blanco (Cupressus benthamii). 
     Otro problema que observamos en estos bosques es el ocoteo, práctica que debilita el árbol, pues consiste en cortar astillas de la parte baja de los troncos para encender fogatas. Además, un alto número de pinos de La Malinche se encuentran parasitados por muérdago, planta que les provoca severos daños e, incluso, la muerte. Cabe señalar que la conservación de los pinares es muy importante, debido a que, en días de niebla, cada árbol aporta al suelo hasta 20 litros de agua, pues sus hojas en forma de agujas facilitan la condensación del vapor de agua.
     

Figura 2: Vista del bosque de Pinus hartwegii, en la cumbre de La Malinche.

Los bosques en los cuales predomina el oyamel se desarrollan entre 2,900 y 3,700 msnm, en las laderas más húmedas de las barrancas. En nuestros sitios de estudio, los majestuosos oyameles pueden alcanzar más de 35 m de altura y 1.3 m de diámetro basal: unas verdaderas catedrales naturales, por lo que sus bosques forman algunos de los paisajes más impresionantes de la montaña, sobre todo cuando llegan a cubrirse de nieve, generando imágenes dignas de una postal navideña. Debido a que esta especie necesita condiciones de alta humedad para desarrollarse, es más abundante en las laderas sombreadas de las barrancas. 
     En La Malinche observamos también grandes áreas dominadas por ailes, que forman bosques considerados secundarios, puesto que surgen una vez que los incendios han eliminado la vegetación original o cuando los terrenos, alguna vez usados como campos agrícolas de temporal, son abandonados.
     Los bosques no son entidades estáticas; por el contrario, en ellos se desarrollan muchos procesos y se establece gran cantidad de interacciones de diversos organismos que permiten su equilibrio y mantenimiento. Podría parecer que los grandes árboles —determinantes de la fisonomía de los bosques— son entes estáticos, o bien, que al ser fotosintéticos, son autosuficientes y no dependen de otros organismos para su sobrevivencia; pero esto está muy lejos de la verdad, ya que los encinos, pinos y oyameles, al igual que otros seres vivos, requieren de la interacción con otros organismos habitantes del bosque para poder completar su ciclo vital.

El mundo está dominado por microorganismos, seres vivos de los que pocas veces nos percatamos, pero esenciales en todos los procesos ocurridos en la biósfera, pues tienen una significativa capacidad de transformar el ambiente que los rodea.
      

Figura 3: Diversidad de hongos silvestres comestibles del Parque Nacional La Malinche.

Los que habitan el suelo desempeñan un papel importante en funciones como reciclaje de nutrientes, ciclos biogeoquímicos y la productividad de las plantas; además, tienen un impacto decisivo en la regulación del clima, por lo cual son esenciales para mantener la integridad de los ecosistemas terrestres.2 Muchos de ellos viven asociados con las plantas y son responsables en gran parte de su establecimiento, supervivencia y productividad,3 ya que participan en procesos como la captación de agua y sales minerales, la producción de factores de crecimiento y la protección contra algunos microorganismos causantes de enfermedades. Algunos más son depredadores de microbios y ayudan a controlar sus poblaciones, con lo cual limitan el crecimiento de bacterias capaces de causar enfermedades en plantas o animales. Por estas razones, nuestro equipo se ha interesado en el estudio de diferentes grupos de microorganismos de los bosques de La Malinche: hongos, mixomicetos (grupo de organismos unicelulares, comúnmente conocidos como mohos mucilaginosos) y bacterias.
      Los hongos conforman uno de los grupos de organismos más diversos del planeta y, en La Malinche, hemos registrado más de 226 especies, una pequeña muestra de la riqueza que se calcula existe en sus bosques. Algunas de esas especies fueron descubiertas en esta área natural protegida y, por eso, las bautizamos con nombres como Flammulina mexicana o Lactarius mexicanus, ya que son especies conocidas sólo en nuestro país.
      Además de su importante función en el ecosistema, muchas especies son utilizadas para consumo humano; su recolección y venta representan aportes económicos para los habitantes de La Malinche, donde hemos registrado 74 especies que son recolectadas principalmente en la época de lluvias para consumo local o venta en los mercados de la región. Nuestros estudios han demostrado que los habitantes de este lugar tienen un profundo conocimiento sobre los hongos de su entorno, pues los niños aprenden de sus padres desde temprana edad, cuando los acompañan a recolectar hongos. Una de las lecciones más importantes de los recolectores de hongos es que ellos nunca recogen ni consumen especies que no conocen, por la posibilidad de que resulten ser tóxicas.
      Los mixomicetos son habitantes de los bosques, los cuales viven en materiales vegetales en descomposición. Son organismos ameboides que avanzan sobre el sustrato, devorando cualquier microorganismo que se atraviese en su camino, por lo que pueden considerarse “incansables cazadores de microbios”. Habitan cualquier ecosistema, desde zonas tropicales hasta la tundra, y de las selvas húmedas a los matorrales de zonas secas.
      En el ámbito mundial, cerca de mil especies son reconocidas y, en La Malinche, hemos registrado 163 de ellas, un poco más de 15% de las identificadas en el mundo, por lo que este sitio es uno de los más ricos en mixomicetos en todo el planeta y debe considerarse un punto caliente (hot spot) de su biodiversidad, dato que justifica aún más la conservación de los bosques de esta mágica montaña.
     

Figura 4: Fase vegetativa de un mixomiceto sobre una rama en descomposición.

Las bacterias son el grupo microbiano menos conspicuo en La Malinche. Tradicionalmente, su estudio requería cultivarlas en laboratorio, pero, en la actualidad, se sabe que muchos grupos bacterianos no crecen bajo dichas condiciones. Por esto, hoy día se toma muestras de los ambientes naturales en los que éstas viven, para conocerlas a través de la caracterización de su material genético, lo que ha permitido descubrir muchas especies imposibles de detectar con las técnicas normales de cultivo.
      Es esta aproximación la que estamos desarrollando para conocer la diversidad de bacterias de La Malinche, primer paso para entender su papel en los ecosistemas de la montaña. Hasta ahora, hemos detectado 3,268 especies de bacterias en los suelos del parque nacional: ¡Todo un universo que sólo hemos empezado a descubrir! Algunas de estas especies se están revelando recientemente y otras, seguramente, nos darán alternativas en el futuro para conservar los maravillosos bosques de este emblemático lugar

Los bosques de La Malinche son el escenario en el que encontramos los poco conocidos tesoros que todavía guarda esta montaña. Ejemplos de éstos, son los grupos de microorganismos que ahí se desarrollan y desempeñan un papel relevante para la sobrevivencia de los colosales árboles y, por ende, del ambiente en el que prosperan decenas de plantas y animales.
     Conocer nuestra riqueza natural y entender la compleja red de interacciones que se establece entre sus componentes, es un paso fundamental para preservar nuestros bosques y así poder mantener los servicios ecosistémicos de los que depende la existencia de las poblaciones de diversas especies, entre ellas, la humana, razón por la que es fundamental seguir generando conocimientos a través de proyectos como el que estamos desarrollando en estos que son los bosques de La Malinche.

Villers-Ruiz L, F. Rojas-García, P. Tenorio-Lezama (2006). Guía Botánica del Parque Nacional Malinche Tlaxcala-Puebla. Universidad Nacional Autónoma de México, México.

La Malinche, cañadas, bosques y microorganismos.
Arturo Estrada-Torres, * José Luis Martínez y Pérez, * Adriana Montoya, * Yendi E. Navarro-Noya** y Susana

* Centro de Investigación en Ciencias Biológicas, Universidad Autónoma de Tlaxcala

** Cátedras Conacyt-Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta, Universidad Autónoma de Tlaxcala

 
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