Diálogo con la montaña
y sus pobladores.


Diálogo con la montaña
y sus pobladores.
      Autores

En México, las estaciones científicas se encuentran inmersas
en las Áreas Naturales Protegidas (ANP), ubicadas en diferentes ecosistemas del país.
     El Parque Nacional La Malinche es un ANP que ocupa parte de los estados de Puebla y Tlaxcala, cuyo estudio es prioritario en el conjunto de programas de conservación del ámbito nacional y, en tal sentido, se fundó la Estación Científica La Malinche (ECLM), en el año 2007, como un proyecto conjunto entre la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en coordinación con el Gobierno del Estado de Tlaxcala.
     La ECLM planteó como objetivos contribuir a la conservación de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos del parque nacional, desarrollar investigación y monitoreo de grupos indicadores y especies clave de los ecosistemas, así como contribuir a la formación de recursos humanos capacitados en las áreas de biología y sustentabilidad.

Al ir desarrollando las actividades de la ECLM, surgió la necesidad de establecer una relación directa con los habitantes de las poblaciones aledañas al volcán. El objetivo era lograr entender, colaborar y aprender de y con los dueños de La Malinche los problemas en torno a la implementación de acciones de conservación de los recursos naturales de la región. De esta forma, se sumó un objetivo más: cultivar el interés y la revaloración de los ecosistemas de la montaña en los habitantes locales, mediante trabajo comunitario de interacción y comunicación con las poblaciones involucradas; en tal sentido, el programa resultante se extendió para propiciar un mejoramiento en la calidad de la salud humana.
      Después de casi una década de trabajo, se ha construido una historia de experiencias, aprendizajes y retos en torno a la conservación de la biodiversidad del PNLM y las formas de colaborar con sus pobladores para lograrlo. Aquí presentamos una mirada a lo que ha sido el trabajo desarrollado y las principales reflexiones resultantes de tal proceso.

Históricamente, las condiciones naturales de La Malinche han sido moldeadas por la presencia de los asentamientos humanos de Tlaxcala y Puebla. La Malinche tiene un gran significado para una amplísima parte de la población, debido a su imponente belleza paisajística y al atributo de divinidad de la Matlalcuéytl, “la de las faldas azules”. En el área establecida oficialmente como Parque [o Polígono, ver mapa], ejercen su jurisdicción 16 municipios, de los cuales 12 pertenecen al estado de Tlaxcala y cuatro a Puebla (incluidos en el Programa de Manejo del PNLM, 2013), lo que comprende cerca de 200 localidades, con una población que rebasa los 500 mil habitantes; muchas de ellas con rezago social medio y bajo.1 Una parte considerable de los habitantes de La Malinche proviene de dos grupos culturales: otomíes hacia el lado este, y nahuas en la parte oeste; la mayoría de ellos son bilingües.1 
     Empezamos a trabajar en Ixtenco, Tlaxcala; municipio y comunidad de origen otomí que facilitó la construcción de la estación en sus tierras. Después, extendimos el proyecto hacia otras comunidades del estado, como Pilares, San Isidro Buen Suceso, San Pablo del Monte y también con otras del territorio poblano, como San Miguel Canoa y Tepulco.
     A lo largo de la investigación, distinguimos que la expansión física de las poblaciones ha ejercido una fuerte presión sobre los recursos naturales del ANP, ya que es fuente importante de recursos forestales maderables y no maderables, la recolección de hongos, musgos y otros recursos no renovables, como arena, grava, piedra y tierra de monte a los que se da un uso tradicional. Otra actividad importante es, por supuesto, la agricultura.
      En el Programa de Manejo de esta ANP (2013) se reconoció, como parte de la problemática, entre otros aspectos, la escasa oferta de actividades en torno a la educación ambiental orientada a comunidades y, principalmente, a visitantes, así como la insuficiente generación sistemática de información científica sobre los recursos naturales por parte de las instituciones de investigación. Por ello resulta crítico el papel de la ECLM.

Una de las acciones centrales del trabajo en La Malinche, que se ha ido diseñando con el fin de abordar las necesidades descritas, es el Programa de Educación y Comunicación Científica que llamamos Los Tesoros de La Malinche, cuyos ejes son: conocimiento de la biodiversidad, interacciones de grupos de organismos y su entorno, así como la relación de la conservación de La Malinche con la salud humana.
     En un principio, la motivación fue compartir conocimientos generados por el grupo de la ECLM e informar a pobladores y visitantes de La Malinche acerca de la biodiversidad de la región; para tal fin, se planeó y elaboró un programa informativo que incluía la realización de talleres sobre los grupos biológicos más relevantes de los ecosistemas de esta montaña, como lo son los bosques de oyamel y los de pino.
     Actualmente, el programa contiene varios módulos como: bosques, clima, agua, plantas, aves, mamíferos, reptiles y anfibios, insectos, hongos y mixomicetos; también incluimos información sobre la creación, objetivos y logros de la ECLM, así como algunas de las investigaciones que, a partir de su estudio, se han  propiciado. 
     Con la idea de que también la salud es un tesoro, e identificando algunos de los problemas locales, se incorporó el módulo “Ambiente y salud”, a partir del cual se trata los temas “nutrición y dieta”, “diabetes y síndrome metabólico”, “salud reproductiva” e “incontinencia urinaria femenina”. Completamos con un módulo de lectura y otro de esterilización para perros y gatos. Cuando es posible, se incluye también la realización de actividades culturales y festivas de la propia comunidad.
     El programa se ofrece en diversas formas: talleres, ferias, charlas, desfiles, caminatas por el bosque, concursos, visitas cortas o largas dentro de la estación, adecuando contenidos y materiales a grupos específicos, como niños, jóvenes, padres de familia o profesores de escuelas y público general. 
     Además de la UATx y la UNAM, en el presente proyecto colaboran profesores de otras instituciones como la BUAP, la Universidad Veracruzana, el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, la Universitat Oberta de Catalunya, así como funcionarios del Centro de Educación y Capacitación Para el Desarrollo Sustentable –Semarnat- y de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas -Conanp-. 
    La labor de organización e impartición del taller Los Tesoros de La Malinche ha requerido probar diferentes estrategias de comunicación, así como una actualización y ajuste continuos de los contenidos del programa; una experiencia colectiva muy dinámica que ha enriquecido a todos.

Dada nuestra limitada experiencia en divulgación de la ciencia y en educación ambiental, desde el principio estuvimos abiertos a las sugerencias de los participantes; también nos asociamos con divulgadores profesionales de la UNAM para mejorar nuestras formas de comunicación.
     Pronto nos dimos cuenta de que la noción sobre los objetivos de las estaciones científicas y su relevancia era mínima en los asistentes a los talleres e, incluso, existía un gran desconocimiento acerca de las actividades y funciones que los investigadores realizan. Aún más, vimos que con la transmisión del conocimiento sobre la biodiversidad del PNLM, por sí misma. Tampoco lográbamos expresar la enorme y delicada red de interacciones ecológicas y, mucho menos, que nuestras audiencias reflexionaran en torno a la relación histórica del ecosistema —la montaña— con sus habitantes; al menos, no de la manera interactiva academia – sociedad, que era nuestro aporte al enriquecimiento de su cultura.


     Así que, en una segunda etapa, el programa se enfocó más en la generación de procesos de aprendizaje orientados al reconocimiento de los elementos que conforman el bosque templado del PNLM y las relaciones que entre ellos se establecen, considerando, además, la relación determinante del medio físico y las actividades humanas. De tal manera hemos procurado —y logrado, en gran medida— transitar de un programa basado exclusivamente en la transferencia de información a un esquema más orientado al diálogo, así como la co-generación de conocimientos y saberes con las comunidades involucradas en los diversos procesos; además de incluir la evaluación de nuestras propias actividades.
     Con el fin de avanzar un poco en estos últimos dos aspectos —mediante varias tesis, encuestas e instrumentos que diseñamos—, actualmente, recopilamos información de manera sistemática para analizarla y elaborar diagnósticos; también estamos evaluando el impacto de nuestras diferentes actividades de comunicación.

A la largo de casi diez años, hemos organizado y participado en más de 400 actividades relacionadas con La Malinche; la mayoría, en las comunidades aledañas.
     Ejemplo: uno de los primeros estudios fue realizado con niños de primaria y secundaria de tres poblaciones: Ixtenco, Pilares y Zitlaltépetl, a quienes preguntamos qué aves conocían de La Malinche; la información recabada se comparó con el listado de aves monitoreadas en sus localidades. A partir de esto observamos que los niños reconocían pocas de las especies de aves de su entorno, aunque este conocimiento resultó ser variable, dependiendo de la comunidad a la que pertenecieran. Un ejemplo: de las 34 especies más comúnmente observadas en el monitoreo, cinco fueron desconocidas para todos los niños.
     Lo importante es que se elaboró una guía electrónica con información muy general de las aves (nombres científicos y comunes y, cuando se tuvieron, incluso, en náhuatl u otomí); se incluyó un video del Parque y la ECLM, que incluía fotografías y cantos relacionados con los ejemplares.1
     Más adelante, trabajando con estudiantes de educación media superior, realizamos el programa Los Tesoros de La Malinche. Aquí incluimos visitas a la ECLM donde impartimos pláticas y talleres con materiales didácticos que mostraban algunos especímenes, además de realizar recorridos en el bosque y organizar charlas sobre la cultura otomí.
    Realizamos una evaluación antes y después de la aplicación del programa, el resultado fue que encontramos un aumento en el conocimiento de alumnos de bachillerato sobre la diversidad biológica e interacciones ecológicas del bosque templado; además, detectamos una elevación en sus actitudes positivas en relación con la conservación de estos bosques; ello, independientemente de la procedencia del grupo de estudiantes (Tlaxcala o Ciudad de México).2
      Por el contrario, en estudiantes de secundaria de tres poblaciones de La Malinche encontramos que el conocimiento local sobre sus recursos naturales dependía de la comunidad estudiada y que el programa impactó de diferentes maneras, por ejemplo, los estudiantes reconocieron mejor las plantas y animales nativos de La Malinche y dejaron de considerar plantas y animales exóticos como propios de esta montaña.3
     En otra acción, también con jóvenes de bachillerato y sus familias, tratamos de mejorar los hábitos alimenticios y alentar el aprecio por sus comidas tradicionales. Se les explicó de forma accesible el valor nutricional de los platillos tradicionales de la región, comparándolos con alimentos industrializados, y se les ofreció una comida a base de platillos tradicionales de Ixtenco (cuyas recetas tradicionales fueron recuperadas), detallando el valor nutricional de cada uno de ellos. Al mismo tiempo, promovimos las caminatas en ‘senderos de biodiversidad’ y campamentos, con el fin de promover el ejercicio y despertar su interés por los elementos naturales presentes en la zona.4
     En las ferias dirigidas a todo público, aplicamos una pequeña encuesta a los adultos, con el fin de indagar qué información tenían sobre La Malinche y el posible uso de sus recursos. Como resultado, encontramos que los habitantes de Ixtenco valoran más La Malinche por su significado mágico-ritual; en tanto los pobladores de Pilares (Tlaxcala) ven la montaña más como proveedora de recursos, entre los que destacan la madera y el agua. En general, las mujeres se acercan más a responder las encuestas, pero reconocen que los hombres tienen mayor conocimiento de la montaña, ya que son ellos quienes van ahí con mayor frecuencia.3

Al alentar la participación de las comunidades locales, tanto para entender la percepción y el valor cultural que tienen en sus recursos bióticos, como para sensibilizarlas sobre la importancia de conservar los organismos que habitan la montaña, se integra un elemento esencial en el buen desarrollo de nuestras investigaciones al tiempo que se coadyuva al desarrollo e implementación de programas de restauración/conservación biológica.
     Con base en el análisis del impacto del programa de comunicación de la ECLM será factible derivar estrategias diferenciadas, de acuerdo con el público meta. La presente experiencia podría servir como comparativo para otras ANP y estaciones científicas del país y será útil para el establecimiento de políticas públicas. 
     Pero diversos retos nos esperan. Uno de los más complejos y difíciles ha sido la comunicación interpersonal e interinstitucional, pues cada uno de los actores involucrados en el cuidado y conservación de esta ANP tiene visiones, perspectivas y comportamientos particulares, los cuales determinan diversas necesidades y, en muchos casos, intereses encontrados.
     Por otra parte, existe la necesidad de consolidar el Programa de Educación y Comunicación Científica Los Tesoros de La Malinche con dinámicas permanentes que orienten procesos de mediano y largo plazo con estudiantes, profesores, pobladores, autoridades locales y funcionarios de gobierno. Lo anterior implica no sólo diseñar un programa versátil sino también continuar con la integración y preparación de un equipo de trabajo interdisciplinario. 
     La diversidad biológica de los ecosistemas está vinculada al comportamiento de las sociedades humanas; en tal sentido, los esfuerzos de conservación de La Malinche deberán priorizar la participación de los habitantes locales, mediante programas diferenciados que consideren tanto sus saberes como sus características culturales y socioeconómicas regionales y sus aportaciones fundamentales al conocimiento científico y al diseño de estrategias de conservación y manejo sustentable de los recursos naturales.

M. L. Sánchez Gómez y E. M. Domínguez Tejeda (2009). “Marco geográfico del volcán La Matlalcueye. En: F. Castro Pérez y T. M. Tucker, Matlalcuéyetl: Visiones plurales sobre cultura, ambiente y desarrollo, vol. 2, pp.. 39-74. El Colegio de Tlaxcala, Tlaxcala, México.

Semarnat y CONANP (2013). Programa de Manejo. Parque Nacional La Montaña Malinche o Matlalcuéyatl.

Agradecimiento: A todos los profesores y estudiantes que participan activamente en el programa Tesoros de la Malinche, a Laura García y Cecilia Cuatianquiz. A Ana María Vázquez, y Teresa Matías, del CCH-UNAM. A los financiamientos PAPIME–UNAM, ‘Por Amor al Planeta’ VW y a los Posgrados CB UATx y UNAM.

 

Dialogo con la montaña y sus pobladores
Margarita Martínez Gómez.

Investigadora de la UNAM y la UATx.

Andrés Camou Guerrero.

Profesor de la Escuela Nacional de Estudios Superiores, Unidad Morelia UNAM

María Luisa Rodríguez y Mercedes Rodríguez. 

Profesoras de la UATx

Alejandra Alvarado Zink. 

Divulgadora del Museo Universum de la UNAM.

Antonio Fernández Crispín.

 Educador ambiental de la BUAP.

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