Espejos de agua y huecos artificiales.
Regresando un poco de lo que tomamos.


Espejos de agua y huecos artificiales.
Regresando un poco de lo que tomamos.
      Autores

Como ocurre en otras áreas naturales protegidas ubicadas en las montañas de México, las comunidades biológicas en el Parque Nacional La Malinche (PNLM) enfrentan deterioro debido al impacto de actividades humanas, como el pastoreo, la introducción de especies exóticas —principalmente perros domésticos—, la caza y la tala ilegales, que afectan directamente a plantas y animales del entorno, además de diversas prácticas como extracción de rocas, desecación de cauces naturales de agua, turismo desorganizado y crecimiento
de asentamientos humanos, las cuales afectan tanto la biota como el terreno que la sustenta. Además, la pérdida de bosque como consecuencia de actividades que incluyen la captura de manantialesA
y la desecación de cauces, reduce la capacidad del PNLM para captar agua y resarcir sus acuíferos.

En este artículo describimos las estrategias que estamos desarrollando a fin de mitigar, mediante restauración y manejo ecológicos, los efectos negativos de dos formas de perturbación: la desecación de un cauce de agua —que procuramos atenuar mediante la implementación de estanques artificiales— y la reducción de cavidades naturales disponibles para la anidación de aves trepadoras, esta última perturbación causada por la deforestación, la cual procuramos combatir proveyendo cajas nido (cavidades artificiales) en parcelas de bosques jóvenes.

Referencias en la literatura y en mapas antiguos indican la existencia de un arroyo permanente en la ladera oriental del volcán Matlalcuéyetl; sin embargo, desde hace más de dos siglos, el agua de los veneros de Cañada Grande —que daban origen a este arroyo, y cuya agua emerge a los 3,860 msnm— fue reencauzada por los lugareños, con la consecuente desecación de este cuerpo de agua que era crucial para la subsistencia de muchos insectos, anfibios, aves y mamíferos, como algunas especies de murciélagos.
     Al principio, el agua fue encauzada en canoas de madera interconectadas, cuyo aprovechamiento permitía, al menos, que el agua aún estuviera disponible para los animales. Pero, desde hace unas cinco décadas, el agua fue entubada por los lugareños, dejándola fuera del alcance de la fauna, excepto en algunos puntos en los que construyeron registros: tanques cúbicos de concreto que interconectan la tubería y quedan —intencional o accidentalmente— descubiertos y, en ellos, la fauna local (principalmente las aves) podía tener acceso al agua. No obstante, estos registros resultaron ser trampas mortales para muchos pájaros.1
     En un estudio que realizamos durante el periodo 2011-2012, encontramos cadáveres de aves ahogadas, entre los que se encontraban, desde algunas pequeñas hasta búhos y gavilanes. Muchos de esos cadáveres fueron localizados dentro de los registros al final de la estación seca, la cual coincide con el inicio de la estación reproductiva de las aves, por lo que quizá muchas de las aves ahogadas encontradas podrían haber estado en alguna fase de su reproducción formando parejas o, incluso, incubando huevos. Si las aves en verdad se ahogaron en estos registros durante la primavera, estos dispositivos para revisar el flujo de agua supondrían un riesgo para la persistencia de las poblaciones de varias especies de aves en La Malinche. 
     Pero, no sólo las aves podrían estar siendo afectadas de manera directa por la ausencia del agua en Cañada Grande; es probable que un bosque de tamaño y características similares a las del que cubre las partes medias y altas de La Malinche fuera capaz de albergar poblaciones de mamíferos medianos como conejo, mapache, coyote y gato montés, mucho mayores de las que actualmente vemos en la zona de la Cañada Grande, si no fuera por la escasez de agua en esa zona.2 
     

Figura 1. Imagen satelital de Google Earth que muestra la isla de bosque del PNLM y la ubicación (marcas azules) de los estanques dentro de Cañada Grande.

En un esfuerzo por solucionar el problema de la disponibilidad de agua para la fauna en Cañada Grande, nos propusimos instalar seis estanques artificiales distribuidos a lo largo del gradiente altitudinal (figura 1); iniciativa que fundamentamos en las acciones que se están llevando a cabo en Europa, en torno al creciente interés sobre el importante papel que tienen los estanquesB en cuanto a la conservación de la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas.3
     
Con el fin de registrar las especies de aves y mamíferos que habitan nuestros estanques, los visitamos de manera regular, y ahora sabemos que éstos funcionan como puntos de atracción de un número considerable de especies de aves y mamíferos. Las primeras fueron observadas bebiendo agua y bañándose; aparentemente, ellas visitan los estanques con mayor frecuencia en temporada de estiaje (A y B en figura 2). Individuos
de gato montés y coyotes fueron observados bebiendo agua; los mapaches, incluso, se zambulleron en los estanques (figura 2, C, D y F).4 Murciélagos insectívoros fueron vistos a lo largo del año forrajeando intensamente sobre los estanques; por lo tanto, estos sitios pueden estar desempeñando un papel fundamental en la conservación de este grupo de mamíferos. Dada la facilidad para capturar murciélagos sobre los estanques, se logró registrar tres especies nuevas, de las cinco ya conocidas dentro del PNLM. 

Figura 2. A y B, azulejos y un gavilán de cooper, visitando los estanques. C, D y F; gato montés, coyotes y mapaches (Foto: Bravo-Castillo, 2016).


     Además, en uno de los estanques introdujimos renacuajos procedentes de una población aledaña de rana arborícola de montaña, que, actualmente, está en alto riesgo de desaparecer del PNLM, debido a actividades antrópicas (resultantes de la acción humana). Este esfuerzo de conservación derivó en una translocación exitosa, pues un alto porcentaje de los renacuajos sobrevivió y concluyó su metamorfosis hasta la fase adulta y, durante dos estaciones reproductoras consecutivas, hemos escuchado en nuestras pozas el llamado de cortejo de machos sexualmente maduros (figura 3). 

Figura 3. Una rana adulta y un individuo recién metamorfoseado de la rana arborícola de montaña
(Foto: Amando Bautista). 

Cajas:Nido   

El uso de cajas para estudio y conservación de aves usuarias de cavidades secundarias (AUCS) —aquellas que son incapaces de construir su propio agujero, pero requieren de uno para construir su nido y reproducirse— ha sido una práctica común en Europa y Estados Unidos. Las AUCS utilizan cavidades naturales entre cortezas y tallos de árboles maduros, así como cavidades construidas por pájaros carpinteros (usuarios primaros y cavadores) en tocones, árboles muertos o ramas muertas de árboles vivos maduros.
     En un primer estudio encontramos que las cavidades —tanto naturales, como excavadas por los carpinteros— eran escasas en las zonas del bosque perturbado, ya que había muy pocos árboles añosos maduros. A partir de esta información, y en un afán por conservar e investigar la ecología del gremio de las AUCS, durante el invierno 2008-2009, instalamos algunas decenas de cajas-nido en sitios carentes de cavidades naturales.
     Paralelamente, estimamos la abundancia de insectos presentes en la corteza de los árboles, los cuales son fuente principal de alimento para estas aves. A pocos meses de haber instalado las cajas-nido, se inició la temporada reproductiva de las AUCS y muchas de ellas empezaron a acudir a las cajas nido. Desde entonces, la utilización de éstas se ha incrementado notablemente año con año, al grado de que hoy día, cerca de 80% de las cajas instaladas son ocupadas anualmente, lo cual refleja su gran utilidad. La figura 4 muestra nidos con huevos y pollos de algunas de las especies de aves que han utilizado las cajas-nido. 

Figura 4. En el panel superior, se muestra (de izquierda a derecha y de arriba a abajo) las puestas de huevos en las cajas nido del carbonero mexicano, del trepador enano, del chivirín saltapared y del azulejo garganta azul. En el panel inferior, las mismas puestas, ya como pollo bien emplumado (Foto: Cecilia Cuatianquiz; Cuatianquiz-Lima y Macías-García, 2016).


     Conforme un mayor número de AUCS se apoyaron en ellas para criar, notamos que se reducía el número de insectos en los troncos, lo cual sugiere que la abundancia de estas aves es un factor que modera las poblaciones de insectos en el bosque, lo que podría representar un medio de control natural con beneficios potenciales para diferentes especies arbóreas que componen este majestuoso bosque.
     Más allá del obvio beneficio que el sistema de cajas-nido ha propiciado en la persistencia de estas poblaciones de aves, su observación nos ha permitido investigar en torno a preguntas como la manera en que los organismos adaptan su actuación y su fisiología a las condiciones del ambiente. Tales estudios —que cubren áreas del conocimiento como ecofisiología, ecología conductual y ecología evolutiva— los estamos realizando con dos de las especies de aves que utilizan con mayor frecuencia estas cajas: el azulejo de garganta azul y el chivirín saltapared.
     A partir de los estudios derivados de lo anterior, el sistema de cajas-nido nos permitirá responder a incógnitas como la forma más eficiente de invertir en una defensa inmune en contra de algunos parásitos (como las garrapatas); por otro lado, las cajas pueden reducir la cantidad de recursos que las aves invierten en funciones vitales como el crecimiento o la capacidad de mantener su temperatura corporal.
     Por otra parte, este sistema de estudio nos permitirá investigar aquellos mecanismos fisiológicos de las AUCS que les posibilita lidiar con las marcadas variaciones en la temperatura ambiental que tienen lugar en el bosque, y podrían ser cruciales para hacer frente a los impactos del inminente cambio climático global.
     Aunque las comunidades locales han contribuido de manera decisiva en nuestro programa de cajas-nido en el PNLM, su participación aún es marginal. No obstante, confiamos en poder ir ajustando estrategias que permitan integrar de forma más efectiva y duradera a los pobladores locales en este esfuerzo; por ejemplo, a través de becas que permitan incorporar jóvenes estudiantes como promotores ambientales de las comunidades locales a nuestros equipos de monitoreo.

Claramente, cinco pozas de unos pocos metros cuadrados no solucionan el problema acuciante de la falta de agua en el PNLM o en la zona de la Cañada Grande; no obstante, han sido, ciertamente, suficientes para permitirnos cuantificar el efecto de los cuerpos de agua en la fauna de la montaña, y para restablecer una población de ranas arborícolas, cuyas necesidades de espacio son, básicamente, humildes. El monitoreo permanente de estas pozas nos dará más información valiosa, pero no podemos dejar de apuntar a miras más ambiciosas, como buscar fuentes alternativas de agua para las comunidades aledañas y, así, permitirles liberar los manantiales. Sería magnífico tener de nuevo un arroyo de montaña; pues enriquecería la naturaleza que alberga La Malinche y la vida de los habitantes de las comunidades vecinas.
     Las cajas-nido están permitiendo la persistencia de aves insectívoras AUSC en el PNLM con posibles efectos positivos en el control demográfico de insectos. Asimismo, el uso que estas aves están dando a las cajas nos permite plantear preguntas sobre la ecología conductual, evolutiva y fisiológica de esas especies. 

Cuatianquiz-Lima C., C. Macías-García (2016). “Pre- and Post-Experimental Manipulation Assessments Confirm the Increase in Number of Birds Due to the Addition of Nest Boxes”. PeerJ 4:e1806; DOI 10.7717/peerj.1806

Agradecimientos.

A Adriana Nolasco Parra y Minerva Flores Morales por su apoyo en la gestión, construcción de los estanques y colecta de datos. También a Irene Gaona y América Hernández por su apoyo para colocar y revisar cajas-nido. También a los financiamientos PAPIME UNAM y Por Amor al Planeta VW.

Dedicamos este trabajo a la memoria de nuestro querido colega y amigo doctor, René Beamonte Barrientos.

Espejos de agua y huecos artificiales
Amando Bautista  

Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta. Universidad Autónoma de Tlaxcala.

Cecilia Cuatianquiz Lima

Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta. Universidad Autónoma de Tlaxcala.

Sergio Ancona

Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta. Universidad Autónoma de Tlaxcala.
Cátedra Conacyt (3). Instituto de Ecología - UNAM.

Jorge Vázquez

Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta. Universidad Autónoma de Tlaxcala.

Jorge Ayala Berdó

Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta. Universidad Autónoma de Tlaxcala.
Cátedra Conacyt (3). Instituto de Ecología - UNAM.

Iván Bravo

Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta. Universidad Autónoma de Tlaxcala.

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