
Cuenta la leyenda que, en los últimos días de Quetzalcóatl, él subió al volcán más alto para iniciar su ascenso hacia la eternidad y, al llegar al centro de éste, el fuego devoró su cuerpo mortal y su alma se transformó en un bello quetzal que voló hacia el cielo, convertido en una hermosa estrella brillante.
Ésta es la estrella que siempre brilla sobre del volcán, y Citlaltépetl, el nombre que recibió de los mexicas (aztecas), que en español significa “cerro de la estrella”.
México entre la tierra y el mar
Isaí Domínguez Guerrero