Referencias en la literatura y en mapas antiguos indican la existencia de un arroyo permanente en la ladera oriental del volcán Matlalcuéyetl; sin embargo, desde hace más de dos siglos, el agua de los veneros de Cañada Grande —que daban origen a este arroyo, y cuya agua emerge a los 3,860 msnm— fue reencauzada por los lugareños, con la consecuente desecación de este cuerpo de agua que era crucial para la subsistencia de muchos insectos, anfibios, aves y mamíferos, como algunas especies de murciélagos.
Al principio, el agua fue encauzada en canoas de madera interconectadas, cuyo aprovechamiento permitía, al menos, que el agua aún estuviera disponible para los animales. Pero, desde hace unas cinco décadas, el agua fue entubada por los lugareños, dejándola fuera del alcance de la fauna, excepto en algunos puntos en los que construyeron registros: tanques cúbicos de concreto que interconectan la tubería y quedan —intencional o accidentalmente— descubiertos y, en ellos, la fauna local (principalmente las aves) podía tener acceso al agua. No obstante, estos registros resultaron ser trampas mortales para muchos pájaros.1
En un estudio que realizamos durante el periodo 2011-2012, encontramos cadáveres de aves ahogadas, entre los que se encontraban, desde algunas pequeñas hasta búhos y gavilanes. Muchos de esos cadáveres fueron localizados dentro de los registros al final de la estación seca, la cual coincide con el inicio de la estación reproductiva de las aves, por lo que quizá muchas de las aves ahogadas encontradas podrían haber estado en alguna fase de su reproducción formando parejas o, incluso, incubando huevos. Si las aves en verdad se ahogaron en estos registros durante la primavera, estos dispositivos para revisar el flujo de agua supondrían un riesgo para la persistencia de las poblaciones de varias especies de aves en La Malinche.
Pero, no sólo las aves podrían estar siendo afectadas de manera directa por la ausencia del agua en Cañada Grande; es probable que un bosque de tamaño y características similares a las del que cubre las partes medias y altas de La Malinche fuera capaz de albergar poblaciones de mamíferos medianos como conejo, mapache, coyote y gato montés, mucho mayores de las que actualmente vemos en la zona de la Cañada Grande, si no fuera por la escasez de agua en esa zona.2

Figura 1. Imagen satelital de Google Earth que muestra la isla de bosque del PNLM y la ubicación (marcas azules) de los estanques dentro de Cañada Grande.
Con el fin de registrar las especies de aves y mamíferos que habitan nuestros estanques, los visitamos de manera regular, y ahora sabemos que éstos funcionan como puntos de atracción de un número considerable de especies de aves y mamíferos. Las primeras fueron observadas bebiendo agua y bañándose; aparentemente, ellas visitan los estanques con mayor frecuencia en temporada de estiaje (A y B en figura 2). Individuos
de gato montés y coyotes fueron observados bebiendo agua; los mapaches, incluso, se zambulleron en los estanques (figura 2, C, D y F).4 Murciélagos insectívoros fueron vistos a lo largo del año forrajeando intensamente sobre los estanques; por lo tanto, estos sitios pueden estar desempeñando un papel fundamental en la conservación de este grupo de mamíferos. Dada la facilidad para capturar murciélagos sobre los estanques, se logró registrar tres especies nuevas, de las cinco ya conocidas dentro del PNLM.

Figura 2. A y B, azulejos y un gavilán de cooper, visitando los estanques. C, D y F; gato montés, coyotes y mapaches (Foto: Bravo-Castillo, 2016).
Además, en uno de los estanques introdujimos renacuajos procedentes de una población aledaña de rana arborícola de montaña, que, actualmente, está en alto riesgo de desaparecer del PNLM, debido a actividades antrópicas (resultantes de la acción humana). Este esfuerzo de conservación derivó en una translocación exitosa, pues un alto porcentaje de los renacuajos sobrevivió y concluyó su metamorfosis hasta la fase adulta y, durante dos estaciones reproductoras consecutivas, hemos escuchado en nuestras pozas el llamado de cortejo de machos sexualmente maduros (figura 3).

Figura 3. Una rana adulta y un individuo recién metamorfoseado de la rana arborícola de montaña
(Foto: Amando Bautista).