Poblaciones afrodescendientes:
Componente de la diversidad mexicana

 


Poblaciones afrodescendientes:
Componente de la diversidad mexicana

 
      Autores

El grupo temático de “Racismo y afrodescendientes” de la Red de Investigación Interdisciplinaria sobre Identidades, Racismo y Xenofobia (Red Integra)I está conformado por 18 personas, profesionales de distintas disciplinas que hemos trabajado con poblaciones de origen africano a través de algunas organizaciones de la sociedad civil o desde el ámbito académico. Nos articula el interés por entender la complejidad de sus historias y presencias contemporáneas. 

El racismo es un flagelo que afecta la vida de mucha gente. En tal sentido, los afrodescendientes conforman un sector de la población que no está exenta de padecerlo. A lo largo del tiempo, diversas ideas erróneas han sido asociadas a estas personas debido a su color de piel, la forma de su nariz o la textura de su cabello; incluso se ha llegado a pensar que algunas de esas características físicas definen su personalidad y, sin conocimiento de las personas, sólo por un proceso de generalización, se les tacha de flojos o peligrosos, por mencionar sólo un par de ejemplos. Es importante destacar que estas ideas asociadas a lo negro como algo negativo deriva de la creencia en la existencia de “las razas”.
     Los hallazgos científicos nos han demostrado que los seres humanos somos integrantes de una misma especie: la humana, pero todavía hoy se desconoce (o se desestima) esta información en muchos ámbitos y, por lo tanto, entre amplios sectores de la sociedad sigue vigente la idea de que los seres humanos nos dividimos en “razas” biológicas, lo cual es falso.
     Como grupo temático, estamos interesados en conocer las diversas expresiones del racismo y la forma en que afectan a los afrodescendientes. Además de nuestras investigaciones particulares, nos reunimos mensualmente para analizar textos de diversos autores, con la finalidad de encontrar mayores elementos de análisis para el estudio del racismo y conocer otras miradas de colegas y estudiosos del tema.
     Por otro lado, también nos importa la divulgación de temas relacionados con la presencia de los afrodescendientes en México, ya que poco se sabe sobre ello, a pesar de que su presencia en el territorio nacional data del periodo de la Conquista. ¿Quiénes son?, ¿dónde están?, ¿qué realidades enfrentan? Son preguntas cuyas respuestas nos interesa compartir, ya que cuando se habla de la diversidad de la población en el país, se omite hablar de la importancia que tuvieron las personas de origen africano. Hablar de ellos y conocer su historia es también una manera de combatir la invisibilización que enfrentan.

Esta palabra se utiliza para referirse a quienes descienden de africanos, específicamente a aquellos que fueron víctimas del comercio de personas esclavizadas entre los siglos XVI y XIX.  Con el término “afrodescendiente” se plantea recordar su historia y el vínculo con la llamada diáspora africana, que es el proceso con el que se conoce la dispersión geográfica de los humanos de origen africano por el mundo durante el periodo colonial; asimismo, se usa para no reducir a las personas sólo a su color de piel, llamándolas “negro o negra”.
     En 2001 se acordó oficialmente el uso de este término, en el marco de la III Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, que se llevó a cabo en Durban, Sudáfrica, y es el vocablo utilizado en instrumentos jurídicos internacionales y nacionales.

Danza  de los Diablos en Guerrero

Algunos de ellos llegaron a América junto con los colonizadores españoles, en calidad de “auxiliares armados y desarmados”;1 es decir, no sólo venían como esclavizados, también participaron activamente en la implementación de las estrategias bélicas para el avance español en tierras americanas. Algunos de ellos eran recompensados con propiedades, por ejemplo, tenemos la probanzaII de Juan Garrido, quien nos describe una de sus acciones:
     Yo, Juan Garrido, residente de color negro, vecino de esta ciudad (Ciudad de México), me presento ante Su Merced y declaro que tengo la necesidad de hacer una probanza a perpetuidad (del) Rey, un reporte de cómo serví a Su Majestad en la conquista y pacificación de ésta [sic] Nueva España, del tiempo cuando el Marqués del Valle (Cortés) la llevó a cabo; en su compañía estuve presente en todas las invasiones y conquistas y pacificaciones que se llevaron a cabo, siempre con el Marqués, todo lo hice a mis expensas sin recibir salario o repartimiento de indios, o alguna otra cosa. Soy casado y residente de esta ciudad, donde siempre he vivido; y también cómo fui a descubrir y pacificar las islas de San Juan de Buriquén de Puerto Rico; y también cómo fui a la pacificación y conquista de la isla de Cuba con el adelantado Diego Velázquez; en todas estas maneras por treinta y cinco años he servido y sigo sirviendo a Su Majestad, por estas razones me dirijo a Su Merced. También porque fui el primero en tener la inspiración de sembrar trigo aquí en la Nueva España y ver si crecía; esto lo hice a mis expensas.1

     A La Nueva España llegaron 250,000 personas provenientes de varias regiones de África Occidental, como Senegambia y Guinea Bissau; más adelante (durante los siglos XVII y XVIII), también llegaron individuos de la región del Congo, Angola y África Ecuatorial. Los datos con los que contamos actualmente nos permiten conocer sus culturas de pertenencia, entre las que destacan: bran, wolofs, mandinga, bañol, zapé y, sobre todo, bantúes, entre otros.2
     La demanda de mano de obra de personas esclavizadas fue el principal motivo de su llegada en el periodo virreinal, lo que se combinó con el descenso demográfico de los indígenas por las enfermedades recientemente introducidas por los conquistadores. El trabajo de las personas esclavizadas fue muy importante tanto en las minas como en las haciendas, pero, con el paso del tiempo, también fueron trabajadores de las ciudades, donde ejercieron oficios de zapateros, sombrereros, tenderos, cocheros, aguadores o sastres.
     Las mujeres realizaban actividades domésticas y fungían como nodrizas (o amas de leche, como se las solía llamar). Con el paso del tiempo, quienes fueron traídos de África tuvieron una presencia significativa en diversos ámbitos de la sociedad novohispana, tanto en el ámbito rural como en el urbano.
     Ya en el siglo XIX, la presencia de algunos afrodescendientes fue importante en el marco de la lucha independentista; personalidades como Vicente Guerrero y José María Morelos y Pavón, quienes con su liderazgo e ideario político encabezaron la lucha por un México libre y justo, tuvieron ascendencia africana.
     Durante los siglos XIX, XX y XXI continuaron llegando migrantes de origen africano a nuestro país; algunos, directamente de África, para estudiar, trabajar o bien, en condición de refugiados políticos. Otros más provenían de diversos países de Centro y Sudamérica y pasaban por México con el objetivo de llegar a los Estados Unidos; no obstante, algunos de ellos se quedaron para establecer aquí su residencia. 
     En años recientes, y como resultado del endurecimiento de las políticas migratorias estadounidenses, migrantes haitianos se han ido asentando en la zona norte de nuestro país, quienes se han quedado a laborar en diversos espacios, lo cual contribuye a enriquecer el marco de la diversidad cultural mexicana.

De acuerdo con datos de la Encuesta Intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), en nuestro país habitan actualmente 1,381,853 personas que se reconocen como afrodescendientes, cuya presencia es significativa en entidades como Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Ciudad de México, Estado de México, Nuevo León, Jalisco y Baja California Sur.3 
     Desde hace algunas décadas, los ciudadanos afromexicanos han desarrollado una agenda cuya demanda central gira en torno a su reconocimiento constitucional. Como resultado de su movilización política, algunas constituciones estatales se han modificado con el objetivo de incluirlos en el rubro de políticas públicas, reconocimiento que derive en mejoras para sus condiciones de vida. Por ejemplo, en el estado de Oaxaca, el párrafo segundo del artículo 16 de la Constitución local refiere que:

Los pueblos indígenas del estado de Oaxaca son: amuzgos, cuicatecos, chatinos, chinantecos, chocholtecos, chontales, huaves, ixcatecos, mazatecos, mixes, mixtecos, nahuas, triques, zapotecos y zoques. El estado reconoce a las comunidades indígenas que los conforman, a sus reagrupamientos étnicos, lingüísticos o culturales. La ley reglamentaria protegerá a las comunidades afromexicanas y a los indígenas pertenecientes a cualquier otro pueblo procedente de otros estados de la república y que, por cualquier circunstancia, residan dentro del territorio del estado de Oaxaca.

     Por otra parte, en el estado de Guerrero, la Constitución local, en la sección II, “De los derechos de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos” señala en los artículos ocho y nueve:

Artículo 8. El estado de Guerrero sustenta su identidad multiétnica, plurilingüística y pluricultural en sus pueblos originarios indígenas, particularmente, los nahuas, mixtecos, tlapanecos y amuzgos, así como en sus comunidades afromexicanas.
Artículo 9. Esta Constitución reconoce y garantiza el derecho a la libre determinación y autonomía de los pueblos indígenas y afromexicanos, atendiendo en todo momento a los principios consagrados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en los Instrumentos Internacionales en la materia e incorporados al orden jurídico nacional.

     En el año 2018 entró en vigor la Constitución Política de la Ciudad de México, hecho histórico de suma trascendencia. Aquí los afrodescendientes aparecen como un “grupo de atención prioritaria”, de tal forma que en el inciso N del artículo 11 de dicho documento quedan establecidos los “Derechos de las personas afrodescendientes”:

  1. Las personas afrodescendientes gozan de los derechos reconocidos por esta Constitución. Tienen derecho a la protección y promoción de sus conocimientos tradicionales y su patrimonio cultural, artístico, material e inmaterial.
  2. Las autoridades adoptarán medidas efectivas de trato igualitario, en consulta y cooperación con estas personas, para el ejercicio pleno de sus derechos, combatir los prejuicios y estigmas, eliminar el racismo, así como para la prevención, atención, sanción y erradicación de las violencias en su contra.
  3. Las autoridades fomentarán la autoadscripción de las personas afrodescendientes mediante campañas de información y sensibilización para su reconocimiento.
  4. Esta Constitución reconoce y protege las contribuciones históricas de las personas afromexicanas en la construcción de la nación mexicana y de la Ciudad de México.

     Lo anterior muestra sólo algunos ejemplos de reconocimientos jurídicos locales, lo que ha sido trascendente, porque así es posible conocer las problemáticas que enfrentan, como la marginación económica que padecen (sobre todo en el ámbito rural) o el racismo y la discriminación de que han sido sujetos. En particular, el racismo es un obstáculo para el disfrute de derechos, por lo que debemos combatirlo colectivamente. Un paso muy importante es reconocer que el fenómeno existe en nuestro país. Es muy frecuente escuchar que en México no hay racismo porque “aquí no hay negros”, como si este fenómeno afectara sólo a este sector de la población. 


     Como hemos visto, en nuestro país sí hay afrodescendientes, y ellos, como otros grupos sociales, también enfrentan prácticas de racismo, exclusión y discriminación. Es importante que rompamos con ideas sobre “superioridad” o “inferioridad” o conceptos ligados a las diferencias físicas de la gente. Hay frases como “mejorar la raza”, que poco ayuda a combatir los prejuicios y estereotipos.
     Eliminemos de nuestro lenguaje y pensamiento estas nociones, lo cual ayudará a generar mejoras en nuestra convivencia cotidiana y nos acercará a lograr una valorización de todas las personas que compartimos este país llamado México. 

Citlali Quecha Reyna

Es investigadora en el Instituto de Investigaciones Antropológicas-UNAM y miembro del SNI (I). Licenciada en Antropología Social por la ENAH, maestra y doctora en Antropología por la UNAM. Docente en la licenciatura y el posgrado en Antropología de la UNAM. Coordina el grupo temático “Racismo y afrodescendientes” de la Red Nacional Conacyt INTEGRA (Red de Investigación Interdisciplinaria sobre Identidades, Racismo y Xenofobia en América Latina). Es integrante del Consejo Consultivo del Sistema de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad de México. C. e.: quechary@unam.mx

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