Agosto es un mes de lluvias en la Mesa Central mexicana; sin embargo, la lluvia resulta favorable para la observación astronómica, ya que al despejarse el cielo, éste queda libre de contaminación y nos permite ver estrellas y nebulosas con buen brillo y contraste, pero eso sí, lejos de la luz de las ciudades.
En el hemisferio norte podemos apreciar a eso de las 22 horas sobre nuestras cabezas, el famoso Triángulo de Verano formado por las siguientes estrellas: la más alta de las tres, Altair, principal de la constelación Aquila (el Águila); abajo, hacia el norte, Vega, de la constelación Lyra (la Lira), muy conocida por la película Contacto; y a su derecha, Deneb, la principal de la constelación Cygnus (el Cisne). Por cierto, en la cola del Cisne está Albireo, estrella doble -una verde y la otra dorada-, magnífica oportunidad para observarla con telescopio. Al este se levantan las constelaciones Pegaso y Andrómeda, y al oeste se ponen Bootes (el Boyero) y Hércules, con su magnífico cúmulo globular M-13.
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