Una constante histórica documenta la existencia de mentes brillantes en todos los tiempos y en todas las áreas del saber humano: Sócrates, Aristóteles, Pitágoras, Arquímedes, Pericles, Cicerón, Dante, Leonardo da Vinci, Pascal, Goethe, Mozart, Newton, Einstein, Picasso, Marie Curie, Tomás Alva Edison... y, por supuesto, Sor Juana, Andrés del Río, Rosenblueth, Octavio Paz...
De la mayoría conocemos sus frutos, pero de muy pocos se sabe cómo, en su infancia, se manifestaron sus capacidades, cómo se les alentó o qué trabas tuvieron que sufrir y, en especial, cómo fueron medidas sus posibilidades, antes de que dieran muestra de su capacidad.
Se sabe tan poco acerca del conocimiento en sí —deplora Edgar Morin, en su libro Los siete saberes necesarios para la educación del futuro— que, a pesar de todos los estudios cognitivos, hay grandes lagunas sobre el conocimiento del conocimiento. "Es necesario —propone el sabio francés— introducir y desarrollar en la educación el estudio de las características cerebrales, mentales y culturales del conocimiento humano, de sus procesos y modalidades, de las disposiciones tanto psíquicas como culturales que permiten arriesgar el error o la ilusión".1
FIGURA 1. Lewis Terman (1877-1956). Realizó, hace más de 80 años, una investigación en 1,571 niños sobredotados para describir su perfil psicológico y físico. Sin embargo, a la fecha estos datos se han vuelto obsoletos, por lo que una nueva investigación de esta magnitud resulta indispensable.
Una prueba de esta ausencia es que el estudio más completo del perfil en torno a niños sobredotados data de hace 80 años, cuando Lewis Terman describió las características psicológicas y físicas de 1,571 niños en esta condición; la investigación más grande en la historia de sobredotados (figura 1).
Sin embargo, este perfil ha quedado obsoleto debido al paso de más de 70 años, pues, como diría Pero Grullo,
2 los niños de un siglo (como sería el XX) no han sido iguales a los del siguiente. A pesar de que, desde 1860, se viene haciendo investigación científica en torno al desarrollo en la niñez, los procesos de sociabilidad y la identificación de características en los niños con capacidades superiores o los tipos requeridos de educación especial, entre otros temas, de acuerdo con metaanálisis actuales, como el conducido por Yun Dai,
3 aún no se ha logrado avanzar significativamente en la descripción de perfiles.
Los
sobredotados, según la UNESCO,
4 han sido definidos como "...aquellos que manifiestan una competencia y potencial excepcional en distintos dominios, notablemente, la actividad intelectual y creativa...". El término sobredotado proviene del latín
praeditus que significa "más dotado de...", lo que es traducido al inglés como
gifted y al francés como
surdoué. En México, acorde con cálculos de la Organización Mundial de la Salud y la Universidad de Ulster, se estima que debe haber un millón de niños con esta condición.
FIGURA 2. El Centro de Atención al Talento (CEDAT). La institución más grande de América Latina para sobredotados es el lugar donde se describió el perfil psicológico y físico del niño con sobrecapacidad en México. El centro ha contado con más de 1,500 casos, el estudio de mayor magnitud en el siglo XXI, durante cinco años.
Por ello, en el Centro de Atención al Talento (CEDAT), la institución más grande de América Latina enfocada en sobredotados, un grupo de psicólogos, coordinados por el que escribe, realizaron una investigación para describir este perfil en México a partir de más de 1,500 casos de niños con sobredotación intelectual (figura 2), el segundo estudio más grande en la historia y el primero en el siglo XXI que describe las características del llamado niño-genio, en la época actual.
Esta investigación tuvo como eje central tres características, las innatas en los niños sobredotados (aquellas que se expresan sin importar el ambiente), las adquiridas en sociedad (producidas por intervención de terceros) y las físicas (aquellas relacionadas con una mayor inteligencia).
Los niños con sobredotación intelectual expresan aprendizaje rápido, hiperactividad, sensibilidad emocional, distracción, gusto por armar objetos, y predisposición a conversar con mayores.
FIGURA 3. Los niños sobredotados son inquietos por naturaleza y se aburren fácilmente en clase, por lo que con frecuencia son tildados de alumnos problema. Esto genera que su conducta sea confundida con enfermedades como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Ellos aprenden más rápido, en relación con el promedio, como consecuencia de su mayor coeficiente intelectual. 91% de ellos son hiperactivos, ya que su mayor inteligencia determina su movilidad e interés por aprender y descubrir (figura 3). Se expresa lo que Aristóteles, hace más de 2,000 años, describió en su libro
Metafísica: "todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber"; sin embargo, con frecuencia, tal comportamiento se interpreta como falta de interés o de disciplina, cuando realmente es un indicador de que el niño requiere que se sacie su sed de conocimiento.
Al estudiar a niños que probadamente cuentan con un CI o IQ superior a los 130 puntos —ésta, como se sabe, es la norma que, según la Organización Mundial de la Salud, define la sobredotación intelectual—, se encontró que 94% de ellos tiene una mayor sensibilidad emocional, gracias a su capacidad de entender conversaciones y temas que normalmente se pueden comprender al llegar a la edad adulta; lo que, no obstante, propicia, que estos niños sean objeto de agresiones.
La sobredotación intelectual, al permitir un aprendizaje más rápido, causa que los niños terminen tareas antes que los demás y se aburran fácilmente con maestros monotemáticos, situaciones que retrasan su avance, pues aspiran a que el resto del grupo los alcance. Esto genera, en los sobredotados, una tendencia a distraerse con cualquier estímulo, al tener (84% de ellos) mayor sensibilidad de lo normal en los sentidos de la vista y el oído.
La mayoría (90%) de los niños sobredotados estudiados tiene gusto y facilidad para armar objetos, como expresión de su alto interés por concretar sus ideas y proyectos. Además, prefieren conversar con adultos, porque los niños de su edad los aburren o simplemente no comparten sus intereses. La capacidad intelectual para entablar y mantener conversaciones de mayor nivel al esperado para su edad, se registró en 92% de ellos.