Turismo micológico,
una nueva mirada al bosque


Turismo micológico,
una nueva mirada al bosque
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Desde tiempos remotos, la naturaleza ha constituido un espacio recreativo para la humanidad; actualmente, el turismo es una importante forma de apropiación de la naturaleza, y los bosques son escenarios idóneos para el esparcimiento, al permitir actividades lúdicas, estéticas y culturales. El micoturismo* es una actividad forestal a la que se ha recurrido para impulsar el desarrollo económico, la preservación de la cultura y el manejo de los recursos naturales.
     La información obtenida sobre los hongos, la capacidad de gestionar apoyos financieros por parte de las comunidades recolectoras y la vinculación con la sociedad serán los pilares para la valoración de los recursos micológicos como atractivos turísticos. Desde un enfoque social y multidisciplinario, se han desarrollado nuevas miradas al bosque para construir estrategias de desarrollo sustentable, basadas en la gestión turística de los recursos micológicos.

FIGURA 1. Paisaje boscoso y recursos hídricos en San Francisco Oxtotilpan, Estado de México. Foto: Humberto Thomé Ortiz.

Actualmente, son múltiples las funciones que se atribuyen a los ecosistemas con recursos naturales y culturales bien conservados. Los bosques son sistemas bioculturales complejos y de suma importancia para regular los ciclos naturales, la provisión de insumos destinados a la subsistencia humana y por ser escenarios idóneos para la liberación de las tensiones psicosociales; en tal sentido, ha aumentado el interés turístico por los espacios forestales, lo cual no sólo se asocia con los prístinos paisajes, sino con la calidad del aire, del agua y el abasto de productos alimentarios, así como con los recursos culturales (figura 1).
     Dentro de los servicios ambientales, el turismo es la principal función cultural que los bosques ofrecen a nivel mundial, cuyos efectos económicos, sociales y ambientales son relevantes. El turismo en espacios forestales se basa en un modelo homogéneo de alojamiento y actividades complementarias, acorde con la reestructuración productiva de los espacios rurales; modelo que, frecuentemente, pasa por alto a las comunidades receptoras y termina en un proceso de mercantilización de la naturaleza.

FIGURA 2. Prácticas turísticas en espacios forestales, San Francisco Oxtotilpan, Estado de México. Foto: H. Thomé Ortiz.

     De hecho, reducir los bosques simplemente a capital turístico al servicio de visitantes urbanos tiene efectos negativos, como el deterioro del medio ambiente y la exclusión de los grupos locales, marginándolos de los beneficios generados por esta actividad; por ello, es necesario pensar en el turismo como una opción productiva en el proceso de coevolución sociedad - naturaleza (figura 2).
     Los modelos de gestión forestal se han centrado en la explotación de los recursos maderables, aspecto que ha repercutido en la rápida pérdida de masa forestal a nivel global; lo cual nos ha llevado a considerar la necesidad de aprovechar eficientemente los recursos, mediante la organización de actividades no convencionales, como el turismo y la utilización creativa de recursos como los hongos.

Los HCS se encuentran en los bosques, donde cumplen importantes funciones ecológicas y, por su alta vulnerabilidad a los ciclos naturales y su potencial toxicidad, se han considerado recursos complejos que requieren de un gran conocimiento y precisión para su manejo, pues son organismos dependientes de otras especies, debido a su incapacidad fotosintética (figura 3). Además, tienen una gran importancia socioeconómica por sus usos alimentarios, medicinales y comerciales. Su recolección se asocia con unidades familiares, poseedoras de etnoconocimientos para su detección, manejo y utilización.
     Organismos internacionales como la FAO (Organización para la Agricultura y la Alimentación, por sus siglas en inglés) han insistido en la importancia que los HCS tienen para las comunidades; pese a ello, su estudio se ha limitado a aspectos taxonómicos y ecológicos, en los cuales ha pasado inadvertido su potencial económico como recursos turísticos.
     Pese a la micodiversidad existente en los bosques del planeta, la recolección de hongos se asocia con marginación y pobreza, lo que surge de la incapacidad de agregarles valor en el nivel local; no obstante, actividades como el turismo micológico han demostrado su eficacia para valorizar estos productos (figura 4).

FIGURA 3. Micrositio boscoso para la interacción de hongos y otras especies vegetales. San Francisco Oxtotilpan, Estado de México. Foto: H. Thomé Ortiz.

FIGURA 4. Hongo Azul (Lactarius indigo) con un precio aproximado de 300 pesos/kilogramo. Volcán de Tequila, Jalisco. Foto: H. Thomé Ortiz

    

FIGURA 5. Canastos para recolección recreativa de hongos. Volcán de Tequila, Jalisco. Foto: H. Thomé Ortiz

Es una modalidad turística a medio camino entre la observación, el disfrute de la naturaleza y la práctica cultural (es decir, disfrute de los paisajes naturales y la gastronomía) a partir de una relación ecológica, en la cual el turista es motivado por los recursos naturales y culturales del territorio. Todo ello enmarcado en el creciente interés por conocer los alimentos en sus lugares de producción, a través de un conjunto de valores asociados con la salud, la calidad de vida y la ética en el consumo (figura 5).
     Dado que los HCS se presentan como vínculo entre diversos sistemas naturales y culturales, es posible desarrollar múltiples actividades en torno

FIGURA 6. Fogón tradicional matlatzinca de hongos con quelites. San Francisco Oxtotilpan, Estado de México. Foto: H. Thomé Ortiz

a ellos: deportivas, de disfrute de la naturaleza, culturales y estéticas. Entre ellas destacan la recolección recreativa, el conocimiento de las especies y la micograstronomía. La recolección de HCS implica senderismo, educación ambiental y turismo científico; mientras que la cocina micológica involucra turismo cultural y agroalimentario; ambas actividades consideradas mecanismos de comunicación y promoción de la cultura micológica (figura 6).

Esta práctica procura tanto retener como agregar valor a los recursos micológicos, mediante la diversificación de actividades tradicionales para lograr obtener entre siete y nueve veces el valor que los hongos alcanzan en los mercados convencionales. Con ello se busca beneficiar a los recolectores tradicionales a través del desarrollo de una oferta de senderos micológicos, educación ambiental y gastronomía tradicional que pueden ofertar ellos mismos, en combinación con sus actividades convencionales.    Lograr lo anterior implica desarrollar nuevas capacidades, como la organización de la comunidad, habilidades comerciales, educación para los servicios y gestión de los recursos locales.

FIGURA 7. Buenas prácticas de recolección de HCS. Volcán de Tequila, Jalisco. Foto: H. Thomé Ortiz

     Destaca el papel que estas actividades tienen para la preservación de la naturaleza y el abatimiento del cambio climático, puesto que el micoturismo ayuda a disminuir la presión social sobre los recursos maderables y propicia la preservación de la masa forestal, ya que implica generar ingresos adicionales a través del cobro por el uso de senderos micológicos, alojamiento, oferta gastronómica y venta de productos agroindustriales, con lo que se puede reducir la explotación intensiva de madera. Todo esto ocurre al tiempo que se motiva la preservación de la naturaleza, revalorada como principal insumo de las actividades turísticas. Hablamos de una estrategia de desarrollo basada en la reinterpretación turística de los HCS con impacto en los ámbitos económico, sociocultural y ambiental.
Sin duda, el micoturismo también representa amenazas para los bosques y sus comunidades; impactos que suelen presentarse a través de conflictos entre  integrantes de la comunidad por la apropiación de los hongos, pérdida de la identidad local y afectaciones a los recursos naturales, por lo que es fundamental incidir en aspectos de planificación, regulación y manejo de los recursos (figura 7).

El desarrollo del micoturismo es una tarea compleja que requiere un enfoque multidisciplinario que involucre temas de orden social, económico, ecológico, cultural, biológico y político, con el fin de generar conocimientos básicos; para ello es necesario desarrollar Sistemas de Información Micológica (SIM), así como modelos de gestión micoturística y estrategias de comunicación de la cultura micológica.
     Los SIM ayudan a determinar qué hongos son los adecuados para la actividad, su disponibilidad y concentración a través de métodos de georreferenciación nutridos por indicadores biológicos y etnológicos que sirven para precisar la existencia de hongos, su ubicación y sus usos culturales, mediante aplicaciones satelitales. Al respecto, se dispone de datos sobre el potencial turístico del recurso micológico en el centro de México indicativos de que es una de las zonas más micodiversas del planeta, con paisajes de excepcional belleza, la cual cuenta con un sustrato cultural alimentario alrededor de los HCS.
     La gestión turística de los recursos micológicos se basa en el conocimiento de las actitudes y aptitudes de la comunidad hacia el micoturismo, a partir de trabajos de campo que, basados en antropología ecológica y sociología rural, permiten conocer el potencial humano para el desarrollo de esta actividad. No obstante, se prevé la ocurrencia de potenciales efectos negativos, asociados con la posible sobreexplotación de los hongos y su mercantilización excesiva.
     La comunicación micológica incide en la determinación de un segmento de mercado interesado en estas actividades, la definición de un producto micoturístico basado en las singularidades del territorio y las acciones de promoción; para lo cual sería imprescindible incluir elementos de la teoría turística y la mercadotecnia social (figura 8).

FIGURA 8. Micoturistas en el Volcán de Tequila, Jalisco. Foto: H. Thomé Ortiz

FIGURA 9. Pareja de hongos azules (Lactarius indigo) Volcán de Tequila, Jalisco. Foto: H. Thomé Ortiz

El micoturismo representa riesgos y oportunidades para los bosques, por lo que es preciso el desarrollo de conocimientos básicos sobre sus posibles efectos. Es importante definir su eficacia como estrategia para disminuir la pobreza rural, como herramienta para la regulación sobre los recursos naturales y la mitigación del cambio climático. Ello requiere el desarrollo de diseños experimentales innovadores, como puede ser un laboratorio social de turismo micológico, que consiste en la instrumentación de una oferta de micoturismo en comunidades recolectoras que ya estén insertas en actividades turísticas, donde se puedan explorar de manera controlada los efectos de esta actividad a través de un enfoque participativo que vincule las comunidades, el sector académico, las instituciones públicas y la sociedad civil (figura 9).

  • Burrola, C., R. Garibay y A. Argüelles. (2013). "Abies religiosa Forest Harbor, the Highest Species Density and Sporocarp Productivity of Wild Edible Mushrooms among Five Diferent Vegetation Types in a Neotropical Temperate Forest Region". Agroforest Systems, 87: 1001-1015.
  • De Frutos, P., F. Martínez y S. Esteban (2012). ?Edible Wild Mushroom Tourism as a Source of Income and Employment in Rural Areas. The Case of Castilla and León?. Forest Systems, 21 (1): 81-98.
  • Lázaro, A. (2008). "El aprovechamiento micológico como vía de desarrollo rural en España: las facetas comercial y recreativa". Anales de Geografía 28 (2): 111-136.
  • Thomé, H. (2008). "Turismo rural y campesinado, una aproximación social desde la ecología, la cultura y la economía". Convergencia 47: 237-261.

Se agradece el apoyo de la Universidad Autónoma del Estado de México, a través del proyecto 3733/2014/CID y del fondo SEP - CONACyT Ciencia Básica 2014, "Evaluación de la dimensión recreativa de los hongos comestibles silvestres, su interés socioeconómico y sus perspectivas de desarrollo rural", en los cuales se desarrollan investigaciones alrededor del micoturismo.

Humberto Thomé Ortiz

Es Doctor en Ciencias Agrarias por la Universidad Autónoma Chapingo. Investigador del Instituto de Ciencias Agropecuarias y Rurales (ICAR), de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Realizó una estancia de investigación en la Universidad de Caxias do Sul, en un proyecto sobre turismo rural en el sur de Brasil. Actualmente, desarrolla el primer Laboratorio Social de Micoturismo en México.
C. e.: hthomeo@uaemex.mx; humbertothome@hotmail.com

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