Narrativa audiovisual
en México


Narrativa audiovisual
en México
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Existen consignas que se vuelven leyendas y, en el asunto de la producción televisiva en México, si sometemos a juicio del vox populi cuál es su referente más longevo de lo que se filma y edita en nuestro país, el consenso apunta hacia la estructura empresarial de Televisa, que surge de la fusión del Telesistema Mexicano y Televisión Independiente de México. No obstante, la leyenda cuenta con una fase incómoda, por fortuna.

Las primeras entidades federativas que resultaron beneficiadas con la Telesecundaria fueron: D.F., Estado de México, Morelos, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Hidalgo y Tlaxcala. FOTO: Dirección general de televisión educativa.

El ingeniero Francisco Javier Stavoli es el primer mexicano que logra realizar una transmisión de televisión en el país (la imagen de su esposa Amalia Fonseca de Stavoli); y su labor continuará con su avezado discípulo Guillermo González Camarena (1917-1965). De perfil obsesivo ante la imagen, el segundo aludido patenta un sistema tricromático de secuencia de campo, fundamental para una televisión a color, a partir de los colores primarios. Después, Guillermo González Camarena dirigió la transmisión de la primera demostración de televisión en blanco y negro, con fines educativos, durante la celebración de la VII Asamblea de Cirujanos, en el Hospital Juárez, de la Ciudad de México.

     Entonces, si nos apegamos a la secuencia de los hechos, el punto de partida de nuestra televisión nacional se desprende de la experimentación y la innovación. Empero, sin margen de comparación y competencia con la línea comercial, la televisión educativa y enfocada a divulgación de ciencia crece modestamente y con recursos limitados; en su mayoría, procedentes del Estado.
     Hacia finales de la década de los sesentas, se inaugura el Sistema de Telesecundaria que tratará de replicar el éxito de un modelo diseñado para otras latitudes, lo que demandó una producción en serie de programas educativos con un enfoque pedagógico (bajo el concepto de maestro monitor). Por otro lado, en el año 1981, fue registrado el antecedente de la primera edición de un Festival Nacional de Cine y Video Científico, organizado por la Filmoteca de la UNAM. A partir de entonces, dicha emisión tendrá vida hasta 2003, cuando ocurre su décima primera entrega. 
     A lo largo de su existencia, dicho Festival tuvo el acierto de involucrar diversas entidades; así, algunas ciudades se convirtieron en sedes itinerantes, como Morelia, Michoacán (1988); Villahermosa, Tabasco (1990); Xalapa, Veracruz (1992); y Puerto de Veracruz, (1994); Colima, Colima (1996); Morelia, Michoacán (1998) y Aguascalientes, Aguascalientes (2001), como sedes itinerantes. Es importante resaltar que el X Festival compartió créditos con el Taller Iberoamericano de Cine y Video Científico.
     Este antecedente, fundamental para incentivar la producción de la industria creativa nacional hacia temas de ciencia, tecnología e innovación, contó con la participación destacada del biólogo Iván Trujillo Bolio, actual Director del Festival de Cine de Guadalajara.
     A principios de la década de los noventas, Canal Once-IPN ya contaba con una programación matutina enfocada hacia la divulgación de contenidos educativos y científicos, en formato de revista y con 24 minutos de duración, véase Una ventana para el conocimiento y Tecnologías para el desarrollo; programas que se ceñían a una información institucional sólo del IPN. Este formato maduraría hacia el programa In vitro, también en formato de revista, y cuya particularidad será la de ser la primera revista televisiva en divulgar contenidos científicos procedentes de las principales instituciones de investigación del país; incluso, de distintas entidades de la república.
     Por fortuna, después se sumarán Canal 22 del Conaculta, TV UNAM, la Dirección General de Televisión Educativa, el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, así como la Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de México, A. C. Hoy día todos estos sistemas se encuentran asociados y comparten contenidos para transmisión y/o retransmisión, además de realizar coproducciones; esto último es fundamental, pues eleva la calidad de las producciones nacionales.

El Show del Dr. Gecko


     Con el fin de favorecer al sector de la industria creativa para la producción de contenidos enfocados a una cultura científica, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología cuenta con un fomento anual, tanto para productores institucionales como independientes, mediante una convocatoria; por fortuna, la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación del gobierno de la Ciudad de México también decidió otorgar fondos para proyectos de divulgación audiovisual.
     El posicionamiento de contenidos relacionados con la ciencia en las plataformas electrónicas propició acuerdos recientes para incrementar su ejercicio: entre el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (con cobertura a nivel nacional) y el Foro Consultivo de Ciencia y Tecnología, además de la firma entre Canal 22 del Conaculta con la Academia Mexicana de Ciencias.
     Todo este enrutamiento nos habla de una plataforma institucional que avala la producción de contenidos de ciencia, tecnología e innovación para su divulgación electrónica; mejor aún, el estatus advierte que en México existe un sector de la población expectante por contenidos de calidad, lo que cuestiona la consigna (y maldición) de Azcárraga de que la población nacional sólo es receptiva de una programación ínfima, alejada del arte, la educación y la cultura científica.
     Ahora bien, desde aquella filmación pionera de González Camarena, en blanco y negro, hasta la fecha, ¿cuál es la dimensión de lo que se produce en términos de divulgación científica?, ¿cuál su estándar de calidad?, ¿hay una directriz que permita a los productores de la industria creativa aplicar sus herramientas, de manera pertinente, a favor de la divulgación?
     Durante 2016, se llevó a cabo la I Muestra Nacional de Imágenes Científicas, MUNIC, mediante convocatoria pública. La iniciativa, con el apoyo decidido del Conacyt, de la Bienal Internacional de Cine Científico, del ILCE, de la Filmoteca de la UNAM, del Festival Internacional Cervantino, más la firma independiente Concordia Mundo, logró un acervo de 99 productos, cuyo análisis permite la siguiente respuesta:
     En principio, su dimensión es constante y (de acuerdo con lo generado en la reciente Convocatoria Pública de la Ciencia 2016 del Conacyt) creciente; se sustenta por: 

  • Políticas institucionales de las televisoras educativas que están obligadas a generar contenidos con enfoque de ciencia, tecnología e innovación; además del caso ya referencial de Canal Once, la Dirección General de Televisión Educativa y Canal 22, vale destacar el renovado enfoque que busca posicionar la Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de México, A. C. —dentro de dicha asociación sobresale la producción decidida que lleva a cabo el Instituto Morelense de Radio y Televisión—.
  • Por políticas institucionales que proceden de los centros de investigación, y el mejor ejemplo lo tenemos con el Instituto Nacional de Investigaciones Genómicas, que actualmente está por lanzar una serie de cápsulas animadas para niños, El Show del Dr. Gecko, en coproducción con la DGTV.
  • Por el ejercicio de productores(as) independientes, con trayectoria ya reconocida, y que han logrado un ejercicio rentable, con un nivel de producción continuo gracias al apoyo/alianza institucional de las televisoras públicas, así como de los programas de incentivo del Conacyt (la mencionada Convocatoria, por ejemplo).
  • Se suma un rubro vital, el desempeño de productores(as) jóvenes (con participación destacada de mujeres recién egresadas de escuelas con formación audiovisual y cinematográfica) con una preocupación fehaciente por divulgar temas científicos que impacten en la vida cotidiana.

La calidad audiovisual de lo que se produce sobre ciencia, tecnología e innovación es heterogénea:

  • Existen materiales con un alto nivel en cuanto a valores de producción, los cuales han logrado reconocimiento dentro y fuera de México, y con un diseño rentable para su difusión en televisión abierta, de paga e internet.
  • Secundan materiales que dejan ver un proceso de maduración en cuanto a su discurso de divulgación científica. Sus formatos no coinciden con los estándares de transmisión de un medio público, aunque ésta es su intención meta.
  • Siguen materiales que se integran a procesos de investigación académica, con énfasis en sus planteamientos de hipótesis y resultados. Sus formatos no coinciden con los estándares de transmisión de un medio público, pues ésta no es su intención meta.
  • Largometrajes con altos valores de producción, los cuales han logrado reconocimiento dentro y fuera de México. Su enfoque no es la divulgación televisiva, pues se dirigen más hacia el reconocimiento vía festivales nacionales e internacionales. Su porcentaje es mínimo. 
  • Piezas para formato de domo de inmersión digital, planetarios, y de factura empresarial. Sus valores de producción son elevados. Al igual que en el caso anterior, su porcentaje es mínimo pero creciente. 
  • Producciones infantiles que apuestan más por la ficción que por el discurso informativo. Sus valores de producción apuntan hacia un diseño rentable para su difusión en televisión abierta, de paga e internet.
  • Materiales que buscan renovar el discurso ortodoxo de la divulgación científica audiovisual. Su porcentaje es mínimo y se especula que crecerá de manera exponencial ante las posibilidades de comunicación que impone la propia tecnología (por ejemplo: formatos 360, inmersión digital, video mapping y realidad aumentada que tienen a los museos interactivos y dispositivos móviles como su mejor escenario de acción). 

Directriz: No existe tal y eso explica en buena medida lo heterogéneo de los formatos y niveles de calidad. No se cuenta con parámetros esenciales que permitan a un productor enrutar un discurso de divulgación científica en plataformas audiovisuales, que conlleven a un crecimiento entre pares o a dimensionar una escuela o tendencia de la divulgación científica audiovisual en México.
     Por supuesto, prevalecen políticas institucionales en las televisoras públicas y educativas, pero éstas dependen del ejercicio y/o inteligencia de las administraciones en turno; es decir, la directriz puede cambiar o anularse a capricho de la cabeza gestora.

Entre los materiales generados de 2014 a 2016 en México, se distingue claramente una tendencia de divulgación informativa (y como caso ejemplar quisiera citar a Factor ciencia, de Canal Once, la serie “Expedicionarios”, de Conversus - IPN TV, El embajador de la naturaleza, del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza); también narrativas de corte documental y testimonial, como México en la edad de hielo, de Canal Once, De qué estamos hechos, de DGTV-Inmegen; Sunú, producción independiente de Teresa Camou, y Dieta mesoamericana, dirigida por Pascual Aldana).


     El punto por considerar es que la propia tecnología aplicada a comunicación propicia una renovación del discurso narrativo de divulgación. Y la noticia es que en México ya existen iniciativas que exploran nichos menos convencionales; esto procede de firmas o empresas independientes: “Visionaria Games” se encuentra en la factura de videojuegos de corte educativo. Con el incentivo de la Convocatoria Pública de la Ciencia, 2016, se está culminando la realización de dos piezas documentales de alto calibre para domo digital, cuyo autor es Enrique Fonte: “Planetarios Digitales” y “Milagros Varguez”, exhibidas en el Planetario de Cozumel; la empresa M31 Medios, asociada a Concordia Mundo, ha logrado posicionar productos multiplataforma (televisión y red electrónica) con narrativas novedosas, también dirigidas a público infantil; incluso, se ha tomado la licencia de sustituir la voz testimonial del experto por la de actores como Joaquín Cosío y, en su reciente factura, Humberto Zurita.
     El camino está trazado para la narrativa audiovisual y considero que deberá arriesgarse más hacia el escenario último (ante la declarada agonía que padece la programación continua de la televisión convencional). En este sentido, la directriz está por construirse y, por el momento, es importante concluir que existe un sector de la población mexicana que demanda productos de calidad audiovisual con profundidad y objetividad en el manejo de contenidos; productos elaborados a partir del conocimiento científico, tecnológico y de innovación. 

  • Adorno et al. (1976). El Estado y la televisión. México, Fondo de Cultura Económica.
  • Ávila, Salvador (2000). Apuntes para una historia de los medios: Los medios audiovisuales educativos en México. México, Fundación Manuel Buendía.
  • Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2016). I Muestra Nacional de Imágenes Científicas. México, MUNIC 2016, Reporte Técnico. 
  • Hernández, F. y G. Orozco (2007). Televisiones en México: Un recuento histórico. México, Universidad de Guadalajara.
  • Mejía, F. (1991). Política educativa y comunicación social: la radio en México, 1920-1960. México, UNAM.
  • Sistema Público de Radiodifusión (2013). La radiodifusión pública en México. México, Hernández Cueto Editores.
Alejandro Alonso Aguirre

Es escritor, con 27 años de trayectoria como divulgador en plataformas audiovisuales y un promedio de 850 guiones producidos y transmitidos en tv abierta, enfocados a temas de cultura científica. Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica Conacyt 2015 y, actualmente, es director general de la firma Concordia Mundo.
C. e.: (concordiamundo@gmail.com).

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