El lector científico:
La secreta ciencia
de la lectura


El lector científico:
La secreta ciencia
de la lectura
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En la imagen: Maryanne Wolf
La mayor parte de la información que recibimos del entorno nos llega mediante el sistema de la vista.

Conocemos el mundo, pues, como resultado del acto de mirar o de leer el mundo. Y sin embargo, no nacimos para leer, defiende la especialista en neurociencias cognoscitivas Maryanne Wolf: "los seres humanos inventamos la lectura hace apenas unos milenios. Y con este invento modificamos la propia organización de nuestro cerebro, lo que a su vez amplió nuestra capacidad de pensar, que, por su parte, alteró la evolución intelectual de nuestra especie".
     "El invento de nuestros antepasados -prosigue Wolf- pudo aparecer sólo gracias a la extraordinaria capacidad del cerebro humano para establecer nuevas conexiones entre estructuras preexistentes, un proceso posible gracias a la capacidad cerebral de moldearse de acuerdo con la experiencia. Esta plasticidad intrínseca del cerebro constituye la base de casi todo cuanto somos y de lo que podemos llegar a ser". Parece, entonces, que los investigadores del cerebro y las ciencias cognitivas han logrado documentar lo que la poesía ya había enunciado: la lectura posibilita la herencia intelectual, como ya sabía Francisco de Quevedo:

Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos.

De manera que leemos, a pesar de que lo natural sería no hacerlo. Inesperado, extraordinario invento la lectura, a cuya minuciosa investigación ha dedicado muchos años Stanislas Dehaene, un matemático francés y psicólogo del cerebro, autor de El cerebro lector. Últimas noticias de las neurociencias sobre la lectura, la enseñanza, el aprendizaje y la dislexia. "En este preciso momento, su cerebro está realizando una proeza asombrosa: está leyendo. Sus ojos analizan la página en pequeños movimientos espasmódicos. Cuatro o cinco veces por segundo su mirada se detiene el tiempo suficiente para reconocer una o dos palabras. Por supuesto, usted no se percata de cómo esta información va ingresando entrecortadamente. Sólo los sonidos y los significados de las palabras llegan a su mente consciente. ¿Pero cómo es que unas pocas marcas de un papel blanco proyectadas en la retina pueden evocar un universo entero?", se pregunta Dehaene desde las primeras líneas que embarcan al lector en un viaje amplísimo, gozoso, a lo largo de más de cuatrocientas páginas, en las que una y otra vez respalda -con múltiples argumentos- el surgimiento de una nueva ciencia: la ciencia de la lectura, de la que, lamentablemente, se habla poco.
     "En el siglo XXI, una persona promedio todavía sabe más acerca de cómo funciona un auto que sobre el funcionamiento de su propio cerebro -una situación extraña e impactante-. Quienes toman decisiones en nuestros sistemas educativos oscilan con los vientos cambiantes de las reformas pedagógicas, y a menudo ignoran descaradamente cómo aprende a leer el cerebro en realidad".
     Una de las etapas más importantes en el desarrollo de una persona, que ocurre durante la infancia, es la adquisición de la lectura, esa asombrosa singularidad del cerebro humano ("¿Por qué el Homo sapiens es la única especie que se enseña a sí misma activamente? ¿Por qué es único en su capacidad de transmitir una cultura sofisticada?", se pregunta Dehaene) que, junto con la escritura, la matemática, el arte, la religión o la agricultura, ha provocado significativamente que el potencial de "nuestro cerebro de primate" se adaptara a leer, a pesar de que la lectura se haya inventado apenas hace unos pocos miles de años. A desentrañar estos aparentes misterios se dedica Deahene con información de primera mano y habilidad literaria.

La lectura, tan inmediata y natural, nos resulta más compleja, si le dedicamos un momento de reflexión: ¿Qué procesos, sistemas, acciones se ponen en marcha cuando la luz reflejada o emanada en alguna superficie viaja hasta nuestros ojos y el cerebro decodifica los signos ahí presentes? ¿Cómo surge esa vocecita que nos acompaña íntimamente y dicta el sonido de las palabras que vemos escritas? "La existencia del texto es silenciosa hasta que el lector lo lee. Sólo cuando ojos capacitados entran en contacto con los signos de la escritura, comienza la vida activa del texto. Toda escritura depende de la generosidad del lector", sugiere el escritor Alberto Manguel, autor de Una historia de la lectura. Pero, ¿cómo se establece esa complicidad a la distancia -tanto espacial como temporal- entre el lector y el escritor? Es decir, ¿cómo leemos?
     Escribe Dehaene: "El procesamiento de la palabra escrita comienza en nuestros ojos. Sólo el centro de la retina, que se conoce como fóvea, tiene una resolución lo suficientemente precisa para permitir el reconocimiento de las pequeñas letras. Nuestra mirada, entonces, debe moverse por la página constantemente. Cada vez que nuestros ojos se detienen, reconocemos una o dos palabras. Cada una de ellas es dividida, entonces, por las neuronas de la retina en una miríada de fragmentos, y debe volver a unirse antes de que pueda ser reconocida. Nuestro sistema visual extrae progresivamente grafemas, sílabas, prefijos, sufijos y raíces de las palabras. Finalmente, dos rutas importantes de procedimiento entran en juego en paralelo: la ruta fonológica, que convierte las letras en sonidos del habla, y la ruta léxica, que da acceso a un diccionario mental de significados de las palabras".

Stanislas Dehaene

Las neurociencias de la lectura podrían ser una herramienta invaluable para los educadores y diseñadores de los programas escolares. De ahí que en su obra, Dehaene atraiga nuestra atención para analizar, desde la ciencia, otros inventos culturales como las matemáticas y el arte, inseparables de la lectura, ese inestimable tesoro resultado de la evolución humana, no solamente porque nos ayuda a interpretar el universo que habitamos y agudiza nuestra memoria, sino también porque nos abre las ventanas de la imaginación: "Somos literalmente incapaces de interpretar la realidad sin pensar en las historias que leímos o nos contaron, en las películas que vimos, en las canciones que escuchamos. La ficción repercute hondamente en nuestra idea de la realidad y en nuestra participación en ella", delata el poeta y narrador Andrés Neuman.  

  • Dehaene, Stanislas, El cerebro lector. Últimas noticias de las neurociencias sobre la lectura, la enseñanza, el aprendizaje y la dislexia. Argentina: Siglo XXI Editores, 2014.
  • Wolf, Maryanne, Cómo aprendemos a leer: historia y ciencia del cerebro y la lectura. Trad. Martín Rodríguez-Courel Ginzo. Barcelona: Ediciones B., 2008.
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