Sinaloa y su valor en jaiba.


Sinaloa y su valor en jaiba.
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Uno de los principales productores pesqueros en México es Sinaloa, donde destaca la pesquería de camarones y jaibas; en particular, las del género Callinectes, que se encuentran en ambos litorales de México, aunque, en la costa del Pacífico, hay otras especies, como C. toxotes, C. arcuatus y C. bellicosus; las últimas dos sostienen una importante pesquería en Sonora y Sinaloa, desde hace más de 20 años.
     La principal área de captura se encuentra en la zona centro-norte de Sinaloa, donde destacan las bahías de Santa María La Reforma, la de Ohuira-Topolobampo y la de Agiabampo, que forman parte de las lagunas costeras más grandes de Sinaloa; es en estos ecosistemas que la pesquería de jaiba es la segunda en importancia, después de la de camarón.1

Para la captura de jaibas se echa mano de diferentes artes de pesca, como los aros metálicos simple y doble, los cuales funcionan como trampas de 50 cm de diámetro, al momento de su extracción, por estar cubiertos con malla de chinchorro, y colocarse suspendidos como canastas con cuerdas de nylon, unidas, en el extremo, a una boya que sirve para localizar el aro y subirlo a bordo de la embarcación (figura 1). Como carnada se utiliza el chihuil (un pez que habita en aguas poco profundas cercanas a la costa; especialmente cuando el fondo es lodoso o existe una combinación de lodo y arena), el cazón, la lisa o la manta, amarradas en el centro del aro. Cada embarcación opera con unos 60 y 80 aros, los cuales se colocan en el agua, siguiendo una línea imaginaria, y a una distancia de cinco a seis metros entre cada aro.2 Además, en algunas regiones, como Agiabampo, se utiliza diferentes tipos de trampas jaiberas, las cuales son forradas con redes de enmalle de 76 mm de abertura en la red o un poco mayores (figura 2), similares a las empleadas en la bahía de Chesapeake (ubicada en la zona este de los Estados Unidos de América) para la captura de la jaiba C. sapidus.3 

Figura 1. Aro sencillo (izquierda) y aro doble (derecha).

FIGURA 2. Trampa jaibera

En la costa mexicana del océano Pacífico, la jaiba C. arcuatus, conocida como jaiba cuata, y la jaiba verde –C. bellicosus– sostienen una pesquería importante. Esta última contribuye con 75% de la captura total; el resto se compone de jaiba cuata (24%) y 1% de jaiba negra (C. toxotes). 
     La pesquería de jaiba en Sinaloa se inició formalmente en 1980, con una captura de 72 t, y logró alcanzar un aumento significativo anual: 2,330 t en 1989 y 7,765 en 1996. La producción pesquera de jaiba, entre 2000 y 2005, fluctuó entre 2,000 y 5,000 t y, para 2007, se incrementó a cerca de 10,000 t.
     En 2008, alcanzó la cifra histórica de 13,071 t; pero, en 2010, la producción en peso vivo disminuyó a 6,226 t y, para 2011, sólo logró 6,107 t. En la actualidad, la producción de jaiba ha superado a la de camarón en esteros y bahías, pero su valor económico representa casi la mitad del equivalente en la captura de camarón. La pesquería de este recurso, además de su importancia económica, es de gran valor social, dado que se mantiene casi todo el año y sólo disminuye cuando inicia la temporada de captura de camarón en la entidad, y en los meses de veda (mayo-junio). En el periodo de 2000 a 2004, Sinaloa fue el segundo productor nacional después de Sonora, pero, a partir de 2005, se ha situado como el primer productor nacional; así, en 2008 alcanzó la máxima producción nacional de jaiba con 28,064 t, que representaron un valor cercano a 322 millones de pesos, en la que Sinaloa contribuyó con 47%.
     Para 2009, la producción disminuyó a 20,605 t, cuando cubrió un valor aproximado de 240 millones de pesos, y la contribución de Sinaloa fue de 32%. En 2010, la producción en peso vivo aumentó a 22,817 t, con un valor de 251 millones de pesos, mientras que, para 2011, disminuyó a 20,262 t, cuyo valor fue de 238 millones de pesos, y la contribución de Sinaloa fue de 30.14%.4 

Sobre la base de diversos trabajos de investigación, como los realizados por Paul y Montemayor-López,5, 6 se involucran temas como crecimiento y talla de primera madurez; en este sentido, a partir de septiembre de 2006 entró en vigor la Norma Oficial Mexicana NOM-039-PESC-2003 que regula la pesca de jaiba en aguas de jurisdicción federal del litoral del océano Pacífico, por la cual, entre otras especificaciones, se prohíbe capturar, poseer, transportar, comercializar o procesar hembras ovadas y rasuradas (es decir: despojadas de su masa de embriones con la finalidad de incorporar a la captura organismos de mayor talla). 
     La mencionada norma también prohíbe esta práctica y define la talla mínima de captura de 115 mm de ancho de cefalotórax para la jaiba verde, C. bellicosus, 95 mm para la jaiba cuata,
C. arcuatus, y 120 mm para la jaiba ne-
gra, C. toxotes.4 
     Actualmente, la captura de jaiba ha disminuido año tras año, para dar lugar a una veda establecida durante los meses de mayo y junio, en el estado de Sinaloa, por la Comisión Nacional de Pesca y el Instituto Nacional de Pesca y Acuacultura, con el fin de proteger su periodo reproductivo. 

Una de las principales debilidades es la falta de evaluación pesquera del recurso jaiba, en Sinaloa, por lo cual, en los últimos años, diversos talleres se han realizado con la participación de organismos gubernamentales y no oficiales, con la finalidad de elaborar un plan de manejo sólido que posibilite la continuación de la pesquería de jaiba por muchos años más. La colaboración entre las corporaciones pesqueras gubernamentales —como el Instituto Nacional de Pesca—, y no gubernamentales —como algunas universidades públicas y privadas dedicadas a la investigación— es indispensable para llegar al punto de equilibrio de la pesquería. La cooperación entre éstas consiste, principalmente, en el intercambio de información que permita la realización de evaluaciones biológica, económica, social y tecnológica oportunas.
     Los ingresos derivados de la actividad pesquera permiten a las familias desarrollarse de manera satisfactoria en la comunidad y, además, generan utilidades para el desarrollo directo de la sociedad, lo cual deriva en infraestructura y desarrollo urbano, además de constituir una gran fuente de alimento para el gremio asociado a la pesquería y los habitantes de la región, en general.
     Las cuotas permitidas para las capturas, así como las medidas establecidas para las especies que conforman la pesquería de jaiba son fundamentales para el manejo sustentable de esta actividad, pues, a través de ellas diversos factores son considerados: económico, social, ecológico y tecnológico; cada uno de los cuales permite magnificar el manejo adecuado del género Callinectes (cangrejo azul) en las costas del Pacífico mexicano; por ello es imprescindible respetar y hacer respetar tanto las normas como los reglamentos establecidos, pues todos seremos beneficiados. 

Sinaloa y su valor en jaiba
Gilberto Genaro Ortega Lizárraga

Maestro Ciencias, en Recursos Acuáticos, por la Universidad de Sinaloa, donde cursa actualmente el doctorado.

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