Qué ofrece una taza
de café además de... café


Qué ofrece una taza
de café además de... café
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El placer que genera una humeante taza de café es indescriptible. A cualquier hora del día, ya sea en el hogar o en la oficina, el café aviva las sensaciones y te mantiene alerta. Es euforizante, conciliador y te permite avanzar en las tareas programadas a lo largo del día.
    Aunque no está claro por qué la gente lo disfruta tanto, es evidente que no sólo se debe al sabor, sino también al momento asociado con cada sorbo de café y… a muchas cosas más.

El café es ampliamente comercializado en las zonas tropicales del mundo, particularmente, en América Latina y el Caribe, África Ecuatorial, India y el Sudeste Asiático. Las exportaciones superan los $15 billones de dólares por año, cifra que es mucho mayor en el mercado minorista. A lo largo del año, en el ámbito mundial, el consumo de café tiene un crecimiento sostenido aproximado de 2%. La cadena de producción del café emplea a más de 100 millones de personas en todo el mundo, de las cuales, cerca de 25 millones son pequeños productores en países en desarrollo.
     A pesar de todas estas bondades, pocas veces pensamos en el origen del grano de café o la forma en la que éste es preparado; mucho menos cuando llegamos a la oficina y éste ya está listo para saborearlo; pero, hagámonos estas preguntas: ¿se habrá utilizado fertilizantes o pesticidas durante el cultivo del café que saboreamos?, ¿éstos persistirán a través del tiempo y a pesar del procesamiento?, ¿cuántas veces se utiliza, en una cafetera (sobre todo, en el ámbito comercial), el mismo bagazo para preparar café?; al retirar el bagazo de la cafetera, ¿se lava y desinfecta adecuadamente?, ¿qué sucede con los restos del lixiviado del café en la cafetera o en la taza?
     Espero que estas líneas no sean motivo para abstenerse de tomar café, sino que nos permitan hacer conciencia de la importancia que tiene conocer el origen del grano de café, así como los hábitos de limpieza y desinfección requeridos, durante la preparación de la bebida.

En las plantaciones de café, fertilizantes y plaguicidas de origen químico son aplicados periódicamente para evitar la proliferación de plagas y malezas que podrían afectar el desarrollo de las plantas. Según datos publicados, más de 250 libras de estos productos químicos son utilizados en cada acre (0.404 de hectárea), durante la siembra de café.* 
     Muchos de estos agroquímicos —que incluyen plaguicidas y fertilizantes químicos— persisten a través del proceso de tostado de los granos de café y, para corroborarlo, investigadores del Centro Analítico de Fukushima, liderados por el Doctor Sakamoto, demostraron que ciertos plaguicidas (organoclorados) seguían siendo detectados aun después del proceso de tostado del café. Por lo tanto, cuando degustamos una buena taza de café, podríamos estar ingiriendo plaguicidas que han sido asociados a graves problemas de salud, incluidos cáncer y abortos; por lo que una muy buena opción para evitar ingerir productos químicos potencialmente tóxicos, es buscar marcas de café orgánico, las cuales deben contar con una certificación que garantice la no presencia de plaguicidas químicos o cualquier otra sustancia prohibida durante los tres años previos a su cosecha. 

Las cafeteras (de filtro o de cápsula) son espacios donde se concentra humedad, lo que permite el desarrollo de microorganismos; particularmente bacterias y hongos, algunos de los cuales resultan ser causantes de alergias, además de infecciones respiratorias y diarreicas, lo que es confirmado por el Doctor Vilanova y su equipo de trabajo —de la Universidad de Valencia, España—, quienes realizaron el análisis genético de todas las posibles especies bacterianas presentes en las cafeteras en uso.
     Una vez realizada la estrategia metodológica, el grupo de investigación reportó que 100% de las cafeteras evaluadas presentaban bacterias de, al menos, 67 especies, entre las que destacan —por su potencial patogénico— Enterococcus, Clostridium y Pseudomonas, bacterias que son agentes causantes de infecciones respiratorias y diarreicas, principalmente, en poblaciones susceptibles (personas de la tercera edad y aquellas con afecciones crónico – degenerativas). Además, reportaron que una cafetera en uso, suele ser colonizada por diferentes especies bacterianas, en un tiempo no mayor a dos meses. Por otro lado, el Doctor Charles Gerba, de la Universidad de Arizona, reportó la presencia de Streptococcus y Escherichia coli en 50% de las cafeteras evaluadas, así como en tazas en las cuales se sirvió café.
     La presencia de estos grupos microbianos es el resultado de procesos de limpieza y desinfección inadecuados o, en muchos de los casos, inexistentes. Los grupos de investigación arriba citados mencionan que las bacterias son introducidas en las cafeteras y las tazas, al utilizar trapos y esponjas contaminados (contaminación cruzada). Por lo que es importante llevar a cabo un proceso periódico de limpieza y desinfección. Ciertamente, las cafeteras llevan el agua a su punto de ebullición, sin embargo, el tiempo que dura este proceso son sólo segundos, lo que resulta insuficiente para eliminar bacterias y hongos presentes.
     De hecho, investigadores de la Universidad de Valencia mencionan que las bacterias encontradas en el lixiviado del café mostraron resistencia a las condiciones de temperatura, además de que la prevalencia de las poblaciones bacterianas se va modificando con el tiempo. Otro dato que resulta importante destacar es el nulo efecto de la cafeína sobre las poblaciones bacterianas dominantes, por lo que la mejor manera de evitar la presencia de bacterias potencialmente patógenas en cafeteras y tazas, es realizar una limpieza y desinfección profunda de todas sus partes removibles, eliminar los restos del bagazo y lixiviados del café, además de no utilizar trapos o esponjas presumiblemente contaminadas.
     También se recomienda realizar este proceso, al menos, una vez a la semana —aunque lo ideal sería hacerlo cada vez que preparamos café—. Toallitas impregnadas con desinfectante, cloro comercial, incluso, vinagre o productos con propiedades antimicrobianas, mantendrán alejadas tanto a bacterias como a hongos de la merecida y necesaria taza de café y, en consecuencia… de nuestro organismo, claro.
     Es importante mencionar que la población en general tiene un riesgo de infección de moderado a bajo, mientras que en la población vulnerable (adultos mayores y personas con enfermedades crónicas) el riesgo se incrementa sustancialmente.

Las principales innovaciones en un futuro inmediato, hablando de producción, cosecha y tostado de café, deberán estar dirigidas a la implementación objetiva y clara de buenas prácticas agrícolas, las cuales permiten minimizar de manera importante el riesgo de contaminación química, durante los periodos de siembra, cosecha, y manejo del café. También es muy importante reducir los problemas de contaminación por microorganismos potencialmente patógenos capaces de afectar la salud de los consumidores de café. Por ello, es fundamental reconocer que la cultura de la inocuidad de los alimentos requiere ser reforzada en todos los niveles de la producción de alimentos, desde el campo hasta la mesa o —dicho sea de paso— hasta la taza de café.
     Con educación suficiente y adecuada, en cada uno de los participantes de la cadena alimentaria, se tomará conciencia de las acciones necesarias para garantizar la prevención y salud de las personas para no dejar de disfrutar la aromática y deliciosa taza de café. 

Qué ofrece una taza de café
Doctor Cristóbal Chaidez Quiroz

Químico Farmaceútico Biólogo, por la Universidad Autónoma de Sinaloa, Maestro y Doctor en Microbiología ambiental y de alimentos, por la Universidad de Arizona. Actualmente labora en el Laboratorio Nacional para la Investigación en Inocuidad Alimentaria del CIAD. Sus líneas de Investigación son: Rastreo de la fuente microbiana en agua, alimentos, aire y suelo, Microbiología predictiva a través de la valoración del riesgo y sistemas de aseguramiento de la inocuidad, Factores bióticos y abióticos que afectan a los métodos convencionales y alternativas de desinfección. Es autor de 60 artículos científicos, cinco capítulos de libro y 27 artículos de divulgación, además de formador de recursos humanos en licenciatura y maestría. Es Investigador titular C, miembro del SNI (III) y miembro regular de la AMC. C. e.: chaqui@ciad.mx

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