La expresión “agricultura orgánica” se antoja redundante, pues los productos agrícolas son orgánicos, toda vez que derivan de procesos biológicos regidos por el material genético de los organismos; no obstante, la agricultura orgánica se define como un sistema de cultivo de organismos (hortalizas, verduras, frutas) que no emplea agentes químicos sintéticos (como fertilizantes, insecticidas, herbicidas, fungicidas, etc.), ni insumos para la producción agrícola que no se encuentren naturalmente en los ecosistemas. Esto significa que, para sustentar el crecimiento vegetal y mejorar la calidad y cantidad de sus derivados cosechables, es necesario implementar durante el cultivo: abonos de origen natural, biofertilizantes, control biológico de plagas, policultivos (diversas especies de plantas, complementarias entre sí, creciendo en un mosaico vegetal), rotaciones, cultivos multi-estratificados (en los que se utiliza simultáneamente árboles, arbustos y herbáceas), semillas mejoradas mediante selección genética tradicional, etc.
La agricultura orgánica tiene muchas vertientes (permacultura —o agricultura permanente—, agricultura biológica, ecoagricultura, agroecología y sistemas tradicionales de producción de alimentos, entre otros), pero en ella no se utiliza semillas transgénicas u organismos modificados genéticamente (OMG), porque el objetivo de la agricultura orgánica es evitar el uso de sustancias/elementos que puedan afectar el medio ambiente y la salud de los consumidores, lo cual se logra a partir de seguir procesos y aplicar principios llevados a cabo de manera natural en los ecosistemas.
También se ha mostrado que el aroma, sabor y concentración de vitaminas y minerales de los productos orgánicos es mayor en comparación con el mismo producto, pero cultivado en forma convencional. Por ello, el objetivo del presente artículo es dar a conocer un grupo de organismos que facilitan la nutrición vegetal y son conocidos como biofertilizantes, los cuales constituyen la forma principal en la que las plantas en los ecosistemas obtienen nutrimentos y agua, por lo que la agricultura orgánica los emplea para obtener cosechas libres de agentes químicos capaces de causar daño, tanto a consumidores como al ambiente.