
La forma y el tamaño de los poros afectan la forma en que los electrones o la luz viajan a través del material, por lo que pueden obtenerse propiedades electrónicas y ópticas singulares. Esto ha llevado a clasificar el SP según el tamaño del poro en: a) microporoso, en el que los poros son de menos de 2 nm, con aplicación en microfiltros y microcapacitores; b) mesoporoso, con poros de entre 2 y 50 nm, posee facilidad para reaccionar químicamente en la superficie de los poros, lo que se ha vuelto de interés en el campo de los sensores; y c) macroporoso con poros mayores que 50 nm, cuyo uso está orientado al desarrollo de materiales fotónicos.5
Una característica importante del SP que despertó un interés científico mundial, y que no se presenta en el silicio cristalino, es la fotoluminiscencia. Un material fotoluminiscente es aquel que emite luz al ser iluminado con una luz de alta energía (UV), esto puede compararse con la luz que emite una luciérnaga. En el caso de las luciérnagas, la luz emitida se debe a una estimulación relacionada con procesos biológicos (bioluminiscencia), mientras que en un material fotoluminiscente, la excitación está relacionada con los fotones de la luz incidente; esto causa que el material emita luz. En el caso del SP, la fotoluminiscencia puede variar desde rojo hasta azul —con las condiciones de fabricación adecuadas—, dependiendo del grosor de los filamentos y de las características de su superficie; además, al presentar esta característica, posibilita la fabricación de dispositivos de silicio capaces de emitir luz, como un diodo emisor de luz (LED) o un láser.6