Los griegos creían que las alteraciones depresivas eran causadas por el desequilibrio de los humores corporales. Hipócrates, por ejemplo, sostenía que la alineación de los planetas provocaba que el bazo segregara bilis negra, la cual oscurecía el humor y causaba la melancolía; hoy, sabemos que la depresión puede ser el resultado de la confluencia de diversos elementos como la predisposición genética a la enfermedad y eventos vitales adversos.

La depresión es un trastorno emocional persistente caracterizado por tristeza, anhedonia –incapacidad para experimentar placer–, irritabilidad, pesimismo, ideas de minusvalía, culpa, indecisión, dificultad para concentrarse y cambios en los hábitos del sueño y vigilia, por mencionar algunos síntomas, señala la doctora Ana Gloria Gutiérrez García, investigadora de la Universidad Veracruzana.

“La depresión puede ser endógena o reactiva —comenta—. En el primer caso, nada tiene que ver la realidad, la persona simplemente se deprime sin existir causa evidente; este tipo de depresión con frecuencia forma parte de padecimientos neurológicos de tipo degenerativo, como el Alzhaimer, el Parkinson o la esclerosis múltiple. En el segundo caso, constituye la respuesta a un estímulo externo como la muerte de un ser querido o la pérdida de un trabajo, por ejemplo, experiencias que no logran superarse.

”La especialista afirma que el mundo actual, demandante, lleno de presiones, retos y situaciones conflictivas estresantes, es el caldo de cultivo perfecto para la depresión, por ello no le sorprende que el número de personas que presentan esta enfermedad, así como los índices de suicidio vayan en aumento, pues muchos individuos no están preparados para afrontar situaciones conflictivas que les produzcan la idea de no tener control sobre su entorno o bien la desesperanza. “Indudablemente, el alto porcentaje de individuos depresivos y las crecientes tasas de suicidio están asociadas a las recesiones económicas y periodos de elevados niveles de desempleo, desintegración social, inestabilidad política y colapso social, problemas que existen en la actualidad.”

SU TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
Ana Gloria Gutiérrez García, desde 1997, forma parte del equipo de investigación encabezado por el doctor Carlos M. Contreras, en el Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana.

Su trabajo como parte de dicho grupo tiene relación con modelos animales de estrés psicosocial, a partir de los cuales busca demostrar que la ansiedad y la depresión pueden transmitirse a través de los olores. Dicho modelo consiste en exponer a un grupo de ratas a los olores emanados por otro grupo de ratas que reciben choques eléctricos en la patas.

Recientemente, la doctora Ana Gloria Gutiérrez y su equipo de investigación en el cual participa ha identificado en el laboratorio una sustancia que se encuentra en los insectos y en la orina de ratas, capaz de provocar reacciones de ansiedad y aún de depresión en otro animal que es espectador del dolor de otro.

La sustancia identificada es la 2-heptanona, cetónica volátil que, al parecer, tiene la capacidad de desorganizar la actividad multineuronal al menos de la amígdala basolateral y del núcleo septal lateral, dos estructuras límbicas implicadas en la ansiedad y en la depresión, lo que podría asociarse con su capacidad como marcador promoviendo reacciones conductuales de alarma y de desesperanza en animales sometidos a la percepción del olor.