Ciencia y Desarrollo CONACYT
Inicio
Entrevistas
Artículos completos
Ediciones Anteriores
LAURA BUSTOS CARDONA
ENTREVISTA
SABER HACER ES TENER PODER

Heredero de una tradición médica y con una marcada inclinación por la investigación, Gustavo Viniegra inició su formación superior en la Facultad de Medicina de la UNAM, entonces (1960) la principal opción capaz de satisfacer su voluntad obstinada en revelar las incógnitas de la ciencia biológica.

Hoy, el doctor Viniegra comenta cómo descubrió el indicio que orientó su actividad y cuáles, en su opinión, siguen siendo los obstáculos para solucionar, con ayuda de la ciencia, los verdaderos problemas de un país.

“De joven descubrí mi interés por la investigación, sin embargo, quería saber cómo un científico podría conquistar posiciones socialmente reconocidas; me puse a analizar, y ahí estaba el caso de los físicos: no sólo por sus grandes descubrimientos, sino porque se volvieron estratégicos para el desarrollo de las sociedades industrializadas; ejemplo de ello: la física atómica en el diseño de armamento, la del estado sólido con sus aplicaciones a nuevos materiales… Así, la física teórica se convirtió en una herramienta para la competitividad. Me di cuenta de que la ciencia fundamental no progresa en un país si no está conectada con problemas prácticos de la sociedad.

”Tal reflexión fue su pase a la siguiente etapa: conectar su investigación (orientada a entender las leyes fundamentales de la organización biológica) con la sociedad, ligarla a una área de gran aplicación práctica, pues sólo así dicho conocimiento sería comprendido y estimado por la colectividad: “¡tenía que dar ese giro!”.

El siguiente escalón fue su tesis doctoral, que en parte tuvo que ver con el tema “Estabilidad de sistemas bioquímicos retroalimentados”, y le valió obtener el apoyo de su profesor, el doctor Manuel Morales, de la Universidad de California, quien lo motivó a presentar el trabajo en un congreso sobre oscilaciones biológicas en Finlandia, donde conoció al doctor E. K. Pye, un bioquímico inglés que más tarde lo invitó a colaborar en su laboratorio de la Universidad de Pennsylvania. La propuesta conllevó la oportunidad de conocer a los miembros de uno de los grupos más importantes que había en ingeniería bioquímica del mundo, dirigido por el profesor Arthur Humphrey. “Gracias a ellos supe que, si quería hacer algo en México, tenía que conectarme con la realidad social y no esperar a que ésta llegara a mi altura científica”.

DE REGRESO A MÉXICO
Tiempo después y tras un examen de la situación nacional, el doctor Viniegra decidió orientar su trabajo a la búsqueda de soluciones al problema de la alimentación, para ello se concentró en el sector pecuario, uno de los más desprovistos de tecnología, según su diagnóstico. “Después de estudiar el panorama, me puse en contacto con el doctor Thomas R. Preston, reconocido científico inglés, y lo invité a trabajar en México; hicimos una sociedad para resolver problemas tecnológicos de la alimentación del ganado”.

Comenzaron por detectar una enfermedad metabólica que se producía en los vacunos al comer melaza sin forraje, pues ello producía un tipo de fermentación dañina; el propósito era encontrar una solución, “para ello conseguimos dinero, también apoyo del CONACYT, y juntos armamos un proyecto nacional de alimentación del ganado y aprovechamiento de la caña de azúcar. Obtuvimos apoyo, becas de CIID (Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo) del Canadá y finalmente encontramos la solución; entonces conseguimos el certificado de invención (que llamamos Biofermel) y lo vendimos a la Ganadería Pastejé; se firmaron convenios y se empezó a hablar de regalías... Aunque modesto -comparado con el tamaño de la necesidad-, ¡fue un éxito comercial! Por cierto, es una pena que las autoridades presentes del sector agropecuario no tomen en cuenta estos avances de hace más de 20 años, para dar nuevos usos a la caña de azúcar ahora que van a cerrar más de 30 ingenios por considerarlos incosteables”.

Después del éxito del proceso Biofermel en la UNAM, en 1977 aceptó una plaza de profesor titular en la Universidad Autónoma Metropolitana (Iztapalapa) y formó, en 1981, un nuevo equipo orientado al estudio de las fermentaciones sobre sustratos sólidos, con el apoyo de una organización francesa llamada ORSTOM (ahora IRD –Instituto de Investigación para el Desarrollo–, por sus siglas en francés). Dicho grupo, codirigido inicialmente por los doctores Maurice Raimbault y el propio Gustavo Viniegra, logró combinar los métodos de la ingeniería química con la fisiología microbiana, y así se convirtió en pionero de estos campos, ahora de gran importancia en la industria productora de enzimas y bio-pesticidas. Estos resultados han dado lugar a que investigadores de talla internacional, reconocidos como los mejores en estas áreas, citen más de 200 veces nuestras investigaciones desarrolladas en México.

Ahora, el doctor ha dado una vuelta de timón, “quiero ocuparme de problemas fundamentales que me interesan desde hace tiempo; iniciar caminos nuevos, y para ello cuento con la colaboración de un grupo de investigadores maduros de la UAM, también estoy contactando a científicos mexicanos jóvenes, brillantes y entusiastas que radican en México y en el extranjero”. El tema que le ocupa: la generación de materias primas baratas para la industria, a partir de una materia orgánica abundante: el bagazo de caña. Se trata de separar la lignina de la celulosa, mediante un bajo consumo de energía, usando catalizadores biológicos que faciliten los procesos químicos conocidos, “aunque un problema tan difícil no puede resolverse en la primera ronda, es imposible hacer frente a este tipo de retos sin profundizar en el conocimiento básico”.

CAMBIAR EL DESTINO
Adicionalmente, el doctor Viniegra dedica parte de su tiempo a labores de promoción social y cultural de la tecnología, como miembro electo del Foro Consultivo de Ciencia y Tecnología, además de trabajar en proyectos más sencillos pero de utilidad inmediata como la asistencia técnica a un pequeño grupo de molinos de nixtamal en Iztapalapa, pues considera que “saber hacer es el camino obligado para tener poder y cambiar el destino de un país, pero siempre que haya una sociedad receptiva a los nuevos conocimientos”, pues el problema que enfrenta la tecnología mexicana, en su opinión, no es ni científico, ni por escasez de conocimientos, “es social, pues no estamos organizados para asimilar la tecnología, realizar su transferencia en forma efectiva y después ponerla a competir en el ámbito mundial. Lamentablemente esto no sólo ocurre en México, sino en toda Latinoamérica, y no puede revertirse el atraso cultural de siglos con un invento.

”Se necesita que los empresarios del país modifiquen su visión, de ser maquiladores convertirse en competidores; de especuladores transformarse en productores; de sólo consumir tecnología a también generarla. Y que los investigadores mexicanos se convenzan de que tenemos la misma capacidad científica y técnica que cualquiera; que se sientan sin complejos, con la capacidad de competir con quien se ponga enfrente. Entonces progresaremos. ¡Si uno se siente campeón, lo será!”.


Entrevista
GUSTAVO VINIEGRA GONZÁLEZ
México, D. F.,1940.
Investigador Nacional Emérito.
Representante del Área de Ingeniería y Tecnología del Foro Consultivo de Ciencia y Tecnología.
Miembro de la Red Nacional de Biotecnología.
Profesor distinguido del Departamento de Biotecnología, UAM, Iztapalapa
desarrollado por quadrato