Al final del siglo XIX, la arqueología mexicana tomó cuerpo como conocimiento sistemático a partir de descubrir y describir las zonas donde eran evidentes las ruinas de edificios prehispánicos. De hecho, esto era definición mundial de trabajo arqueológico: descubrir y describir los logros monumentales del pasado.
En ese sentido, la misión de nuestra naciente arqueología fue ubicar esas construcciones, observarlas, registrarlas y dar a conocer sus características para que en México y en otras naciones se tomara en consideración la importancia cultural de los grupos que las levantaron. A la par, un segundo objetivo: revalorar estas civilizaciones y establecer sus vínculos con las comunidades indígenas modernas. |