Existe un gran abanico de variedades de frijol que se diferencian por características como tamaño, forma y color, principalmente. Así, en el mundo se conoce cerca de 150 especies y sólo en México contamos con cerca de 50 de ellas, entre las que destaca el frijol común (Phaseolus vulgaris), el ayocote (Phaseolus coccineus), el comba (Phaseolus lunatus) y el tépari (Phaseolus acutifolius Gray).
Las especies de frijol pueden ser agrupadas de acuerdo con su color en: frijoles negros, amarillos, blancos, morados, bayos, pintos y moteados. Las variedades de frijol negro de mayor consumo son negro Jamapa, negro San Luis, negro Querétaro y negro Zacatecas. Tanto el negro como el frijol morado son leguminosas ricas en antocianinas, compuestos que brindan la pigmentación a su testa (cáscara). Por su parte, los frijoles azufrados —mayocoba peruano y garbancillo—, de color amarillo, son ricos en carotenoides, pigmentos responsables del color característico de estas leguminosas. Las antocianinas y los carotenoides son pigmentos antioxidantes, cuyo consumo se ha relacionado con la prevención de enfermedades cardiovasculares y cáncer.2 De ahí la importancia del consumo de frijoles pigmentados.
Otras variedades de importancia para la dieta de los mexicanos son los frijoles flor de mayo y de junio, así como el ojo de cabra; variedades de frijoles pintos, cuya característica radica en la combinación de colores crema con café. Los frijoles blancos, por su lado, son los de menor preferencia en la población mexicana y sus variedades más conocidas son la alubia blanca y el bayo blanco.

En el mundo se conoce cerca de 150 especies y sólo en México contamos con alrededor de 50 de ellas, entre las que destaca el frijol común (Phaseolus vulgaris), el ayocote (Phaseolus coccineus), el comba (Phaseolus lunatus) y el tépari (Phaseolus acutifolius Gray)