Las comunidades microbianas del suelo representan una porción significativa de la materia orgánica; en general, entre 1 y 8% del carbono total. Los principales grupos microbianos encontrados en el suelo son hongos, bacterias, actinomicetos,II algas y protozoarios,2 en concentraciones de microorganismos cercanas a 1011 células por gramo de suelo.
Los hongos son los organismos más abundantes y ocupan 70% de la población edáfica,II cuyos géneros más abundantes son Rhizopus, Aspergillus, Penicillium y Trichoderma y, de los géneros bacterianos vemos, principalmente, Rhizobium, Azotobacter y Clostridium.3
Entre las funciones de los microorganismos edáficos destacan el mantenimiento de la estructura del suelo, a partir de la cual intercambian gases con la atmósfera, eliminan compuestos tóxicos, controlan enfermedades, realizan ciclaje de nutrientes y controlan el crecimiento vegetal. Sin embargo, estas comunidades microbianas son dinámicas en tiempo y espacio, es decir, se modifican constantemente en función de las características climáticas y edáficas de los agrosistemas, resultantes de las prácticas agrícolas, las cuales afectan a los microorganismos edáficos, debido a la alteración del contenido de materia orgánica y nitrógeno, pH, humedad y salinidad; por ejemplo, diversos estudios realizados demuestran que la población microbiana cultivable y su actividad fueron significativamente mayores en manejos agrícolas totalmente orgánicos, en comparación con el manejo intensivo (uso excesivo de fertilizantes y plaguicidas sintéticos, laboreo del suelo, entre otros).4, 5, 6
Actualmente, tanto la población como su diversidad microbiana pueden ser estudiadas a través de técnicas dependientes e independientes del cultivo microbiano. La primera se lleva a cabo, principalmente, mediante el uso de la técnica de dilución serial y recuento en placas, o el método del número más probable, la cual se basa en el aislamiento de los microorganismos cultivables presentes en el suelo; sin embargo, esta técnica subestima la población y la diversidad microbiana. Por otro lado, el uso de técnicas independientes de cultivo basadas, principalmente, en estrategias de secuenciación masiva de los microorganismos del suelo consiste en conocer la diversidad y población de los microorganismos que no pueden ser cuantificados por las técnicas dependientes de cultivo; sin embargo, su principal desventaja es no proveer el recurso microbiano para posteriores estudios funcionales y ecológicos.
De esta manera, el impacto del uso de microorganismos de manera directa (inoculación de cepas específicas) o indirecta (aplicación de materia orgánica) en un agrosistema debe ser analizado bajo enfoques clásicos y de vanguardia, desde microbiológicos hasta ecológicos. Lo cual, permitirá conocer y, en ocasiones, predecir su comportamiento bajo condiciones climáticas y de manejo agronómico específicas en estos agrosistemas, como el caso puntual del Valle del Yaqui, en el estado de Sonora, México.