FIGURA 4. Imágenes provenientes de una cámara de alta velocidad, en las que puede observarse la bujía y la formación de una burbuja de plasma en un generador de ondas de choque electrohidráulico. La descarga eléctrica se dio en algún instante entre las imágenes 1 y 2. ¡El tiempo entre cada imagen es de, aproximadamente, 145 millonésimas de segundo! (Fotografía: E. Fernández.)

El 7 de febrero de 1980 es considerado un día memorable en la historia de la medicina. Después de muchos años de investigación, fue posible pulverizar un cálculo renal sin intervenir —es decir, sin una cirugía, lo que implica hacer incisiones en el paciente para llevar a cabo una extracción o curación—, usando una técnica denominada litotricia extracorpórea.
Antes de esa fecha, retirar un cálculo incrustado en un riñón implicaba, forzosamente, realizar una cirugía riesgosa. La idea de usar ondas de choque para lograr la mencionada hazaña surgió al estudiar el impacto de gotas de agua sobre naves supersónicas. Como ejemplo del daño que puede causar una gota de agua que incide sobre un objeto a alta velocidad, se muestra la fotografía de una moneda perforada con una gota de agua (figura 1). Dornier, la empresa que comercializó el primer equipo de litotricia extracorpórea, inicialmente fabricaba aviones supersónicos; actualmente, las ondas de choque se usan para una amplia gama de aplicaciones biomédicas.
Las ondas de choque son pulsos de alta presión con duración muy corta. Es sorprendente que las ondas de choque usadas para aplicaciones clínicas tengan presiones de hasta 1,500 veces la presión atmosférica. Aún más sorprendente resulta que esa presión se alcance en un tiempo tan corto; así, ¡una bala que vuela a 500 m/s sólo avanzaría aproximadamente una milésima de milímetro!

FIGURA 1. Fotografía de una moneda del año 1987 de la República Federal Alemana, perforada con una gota de agua a celerada a gran velocidad.

FIGURA 2. Fotografía tomada durante la pulverización de un cálculo renal, en la que se distingue parte del generador de ondas de choque (1) y la membrana de látex (2) que acopla las ondas de choque hacia el paciente (3).
Las ondas son generadas en el agua y penetran al interior del paciente a través de una membrana de hule o látex que se pone en contacto con la piel (figura 2). Para producir ondas de choque, se utiliza sistemas electrohidráulicos, piezoeléctricos o electromagnéticos.I Los equipos electrohidráulicos funcionan mediante una descarga eléctrica producida entre dos electrodos colocados en el primer foco (F1) de un reflector metálico con forma esferoide (figura 3). Cada descarga genera una burbuja de plasma que se expande súbitamente (figura 4), produciendo una onda de choque que se concentra en el segundo foco (F2) del reflector. El mismo tipo de onda también puede generarse con cientos de cristales piezoeléctricos montados sobre la superficie de un cascarón esférico de aluminio, los cuales deben ser aislados del agua por un polímero (figura 5). Al recibir un pulso de alto voltaje, estos cristales aumentan súbitamente su longitud, produciendo pulsos de presión en el agua; así, la contribución de cada cristal se propaga hacia el centro (F) del cascarón esférico, superponiéndose con la de los demás y genera una onda de choque.

FIGURA 3. En los generadores electrohidráulicos, las ondas de choque son producidas por descargas
eléctricas en agua. Gran parte de la energía liberada en F1 es concentrada hacia F2 por un reflector con forma esferoide.
La idea de usar ondas de choque para otras aplicaciones surgió al observar que dichas ondas estimulan el crecimiento de tejido óseo; hallazgo que ha sido un alivio para pacientes con fracturas que no cicatrizan. Al aplicar ondas de choque, es posible producir microfisuras en la vecindad de la fractura y, con ello, estimular la cicatrización. La aplicación de ondas de choque para disminuir dolor y aumentar la capacidad de movimiento en pacientes con lesiones en tendones ya es rutina en muchos países.I Aunque los litotritores pueden usarse para aplicaciones en ortopedia (figura 10), ya existen equipos más pequeños para estos padecimientos (figura 11). FIGURA 5. Dibujo de un generador de ondas de choque piezoeléctrico, del tipo fabricado por la empresa Richard Wolf GmbH, en el que puede observarse una gran cantidad de cristales piezoeléctricos montados sobre una superficie esférica cóncava. FIGURA 6. Una bobina cilíndrica colocada dentro de un reflector parabólico es excitada por un pulso eléctrico, formando un campo magnético que repele a una membrana cilíndrica (Storz Medical AG). El movimiento repentino de la membrana produce pulsos de presión en agua que son concentrados, formando una onda de choque en la vecindad del foco F del reflector. FIGURA 7. Aplicación de ondas de presión radiales (BTL Industries Inc.) para el tratamiento de epicondilitis, una lesión conocida como “codo de tenista” (cortesía: J. Lozano).
La contribución de cada uno de los cristales se superpone, formando una onda de choque en la cercanía del centro del arreglo (F).
La figura 12 muestra la aplicación de ondas de choque a un paciente con angina de pecho, pues esta acción fomenta la formación de capilares sanguíneos. El equipo cuenta con un sistema de ultrasonido dentro del cabezal del generador de ondas de choque que permite visualizar la zona a tratar.
FIGURA 8. Esquema de cómo varía la presión con el tiempo al paso de una onda de choque y
al paso de una onda de presión radial. En el caso de la onda de choque, el aumento de presión es mayor y se da en un tiempo más corto.
FIGURA 9. Fotografía de un litotritor Piezolith 3000 plus (Richard Wolf GmbH), en la que puede observarse la camilla (1), el generador de ondas de choque (2), el equipo de fluoroscopía (3) con su monitor (4), el equipo de ultrasonido para monitoreo en tiempo real (5) y un equipo de ultrasonido externo (6).
FIGURA 10. Uso de un litotritor Compact Sigma (Dornier MedTech GmbH) para el tratamiento de una inflamación de tejido en la planta del pie. FIGURA 11. Terapia a un paciente con inflamación de un tendón en la rodilla, usando un generador de ondas de choque Piezolith 100 plus (Richard Wolf GmbH). FIGURA 12. Dibujo de un paciente recibiendo ondas de choque con un equipo Modulith SLC (Storz Medical AG) para el tratamiento de angina de pecho. FIGURA 13. Imagen que muestra la concentración de una onda de choque en agua y varias ondas de choque secundarias (círculos blancos), formadas por el colapso violento de diminutas burbujas de aire (fotografía: O. Wess y J. Mayer, Storz Medical AG). FIGURA 14. Fotografía de un modelo de cálculo renal de 30 x 30 x 10 mm, con un cráter producido por la acción de microjets generados por el paso de decenas de ondas de choque en agua. Las flechas muestran la dirección de entrada de las ondas de choque FIGURA 15. Vista de una parte del Laboratorio de Ondas de Choque del CFATA, ubicado en el campus de la UNAM en Querétaro.
porado el material genético, el hongo segrega las sustancias deseadas en gran cantidad. El grupo de investigación mencionado ha transformado hongos causantes de plagas en plantíos2 de hongos productores de ácido cítrico, de sustancias que degradan polímeros, así como de hongos que transforman biomasa en combustible. El hecho de que el material genético insertado pueda provenir de bacterias, plantas o, incluso, mamíferos, parece pertenecer a la ciencia ficción.
Otro ejemplo es la incorporación de material genético al interior de células humanas (transfección). De manera análoga a lo que sucede con los microorganismos mencionados, las ondas de choque son capaces de abrir poros en membranas celulares (figura 16). Para demostrar que la inserción de determinado material genético al interior de las células fue exitosa, se utilizó proteínas fluorescentes que son fácilmente distinguibles en el microscopio.III En la figura 17 se puede apreciar células de riñón de embrión humano transfectadas con ondas de choque. Por otro lado, para facilitar la inserción de material genético al interior de células humanas, investigadores del CFATA desarrollaron nanopartículas de sílice (figura 18) impregnadas con ADN y recubiertas con una estructura de biomoléculas.
Las partículas fueron incorporadas al interior de células de riñón de embrión humano y de células de tumor de mama en vitro, usando ondas de choque, demostrando que el uso de nanopartículas híbridas y ondas de choque puede ser un método viable para la internalización de fármacos.IV
En el CFATA también se estudia el efecto bactericida de las ondas de choque para su posible uso en el tratamiento de infecciones persistentes. Debido a que las ondas de choque pueden concentrarse en regiones pequeñas dentro del cuerpo y poseen un efecto de permeabilización en células y tejidos, se espera que fomenten la penetración de los antibióticos. Para ello, diversos estudios de inactivación de bacterias mediante ondas de choque han sido realizados (figura 19).
FIGURA 16. Imagen de microscopio electrónico, mostrando una célula de riñón de embrión humano con un poro de aproximadamente una milésima de milímetro de diámetro, producido por el paso de una onda de choque (fotografía: A. del Real y B. Millán)
FIGURA 17. Imagen proveniente de un microscopio confocal (útil para reconstruir imágenes y/o incrementar su contraste), mostrando: a) células de riñón de embrión humano no tratadas con ondas de choque, y b) células tratadas con ondas de choque. El color verde indica que el marcador ha penetrado al interior de algunas células. En vista de que la imagen (b) muestra “cortes” a través de la línea media de las células, se tiene la certeza de que el marcador no únicamente se encuentra en la superficie de la célula, sino que realmente hubo una internalización (fotografía: N. Hernández y B. Millán). FIGURA 18. Imágenes de microscopio electrónico de transmisión, mostrando: (a) nanopartículas de sílice sin recubrir y (b) nanopartículas de sílice con recubrimiento de ADN y liposomas (fotografía:
L. Palma y G. Carrasco).
El autor agradece a la Doctora Luz Ma. López M. y al Maestro en Ciencias Francisco Fernández E. por su revisión al manuscrito y sus valiosos comentarios.
Es Doctor en Ciencias (Física aplicada), recibió la Medalla “Gabino Barreda” por parte de la UNAM y es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (III). Como Investigador Titular del Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada de la UNAM, dirige un grupo de investigación con el objetivo de encontrar nuevas aplicaciones de ondas de choque en: medicina, biología y química, así como mejorar las técnicas y metodologías clínicas existentes. Durante 30 años se ha desempeñado como Profesor de Matemáticas y Física en diferentes universidades públicas y privadas del país.
C. e.: loske@fata.unam.mx