FIGURA 4. Los vacacionistas (locales y visitantes) del golfo de Santa Clara capturan a los peces con sus manos e, incluso, a veces utilizan redes agalleras. Fotografía: A. Hernández Álvarez.

¿Han escuchado hablar del pejerrey sardina? Cada primavera, en la parte norte del golfo de California, sucede un espectáculo natural impresionante, una arribazón masiva de estos peces que salen del mar a poner sus huevos en la playa. FIGURA 1. Pejerrey sardina macho (Leuresthes sardina) recolectado en el golfo de Santa Clara para su identificación. Fotografía: A. Hernández Álvarez.
Estos peces tienen una estrategia reproductiva asombrosa. Entre febrero y mayo, cuando ocurren las mareas más altas2 —entre los dos y cuatro días siguientes a las lunas nueva y llena—, justo después del punto de la marea mayor, los pejerreyes acuden a reunirse en la orilla del mar y, cuando la marea empieza a retroceder, ¡los peces emprenden su salida del agua! FIGURA 2. Vista típica durante la reproducción del pejerrey sardina en el golfo de Santa Clara, Sonora. Fotografía: V. Ayala. FIGURA 3. Algunos huevos quedan sobre la superficie de la playa. Acercamiento para mostrar detalles. Fotografía: A. Hernández Álvarez.
Impulsados por el vaivén de las olas y el movimiento de sus colas, los pejerreyes suben algunos centímetros costa arriba, donde las hembras entierran casi dos terceras partes de su cuerpo en posición vertical, con la cola hacia abajo, para depositar sus huevos; a la par, hasta diez machos se enrollan a su alrededor para expulsar el semen y asegurar la fertilización (figuras 2 y 3). Finalmente, hembras y machos regresan al mar. Cada pez pasa fuera del agua aproximadamente siete segundos,2 sin embargo, el episodio constante de peces saliendo del mar puede durar más de dos horas.
Una vez que los huevos han sido fertilizados, éstos se mantienen enterrados y protegidos del sol; al transcurrir un periodo de entre siete y ocho días, cuando la marea alcanza otra vez la altura a la que se depositaron, la fricción del agua estimula su rompimiento y las larvas, una vez eclosionadas, se dirigen al mar.3
En el Alto Golfo de California, cada 24 horas ocurren dos mareas altas (también dos bajas), una por la tarde y otra en la madrugada, el desove de los pejerreyes sucede en ambas, lo que curiosamente, lo diferencia de una especie muy cercana que se distribuye desde la parte central de California hasta el norte de Baja California; son los gruñones de California (Leuresthes tenuis), peces que sólo desovan por la noche.2
De inicio, los peces que se acercan a la orilla son presas fáciles para las aves ictiófagas, como pelícanos y gaviotas; de hecho, es común que se alimenten de peces adultos; además, los huevos representan una fuente de alimento importante para aves que hunden el pico en el sustrato, en busca de alimento, pues, durante el lapso de la incubación, estos huevos representan un recurso abundante y accesible. FIGURA 5. Los playeros son un grupo de aves migratorias que consumen los huevos de pejerrey sardina. En la imagen están el playero rojizo (Calidris canutus), blanco (C. alba) y de Marea (C. virgata). Fotografía: R. Carmona. FIGURA 6. En el golfo de Santa Clara se puede observar hasta más de 6,000 playeros rojizos. Fotografía: V. Ayala.
El grupo de aves que comúnmente se alimenta de los huevos de pejerrey sardina lo forman los tildillos o aves playeras (Charadriiformes, Charadrii); algunas de las cuales han desarrollado una relación asombrosamente sincrónica con la puesta de los huevos de pejerrey.
Los playeros, en su mayoría, son aves migratorias que se reproducen durante el verano boreal en Alaska y Canadá y pasan el invierno en una zona que va desde el sur de Estados Unidos hasta Centro y Sudamérica. Los movimientos de norte a sur se realizan en otoño, después de la reproducción, mientras que, en dirección sur-norte, se llevan a cabo durante la primavera, previamente al evento reproductivo. Entre marzo y abril, al tiempo de la migración hacia el norte, los playeros sincronizan una parada de recuperación clave en la playa del golfo de Santa Clara, para alimentarse de los huevos de pejerrey,4 recurso muy rico en energía, justo lo que los playeros necesitan para continuar su migración.
Durante las siete temporadas primaverales en las que hemos trabajado en el área, encontramos que, tanto el playero rojizo del Pacífico (Calidris canutus roselaari, subespecie en peligro de extinción) como el playero blanco (Calidris alba) se alimentan básicamente de huevos de pejerrey (figura 5). Respecto a la primera especie, en la playa del golfo de Santa Clara se puede observar hasta poco más de seis mil individuos al mismo tiempo; es decir, 35% de su población (figura 6).
Estas aves permanecen en la zona cerca de 20 días, a lo largo de los cuales aumentan, aproximadamente, 40 g de peso, lo que representa un incremento cercano a 30%;* además, hasta 60% de ellas regresa cada año a esta playa. Por otro lado, los cerca de 20 mil individuos registrados de playero blanco representan la agregación más importante reportada de esta especie en el país.
Por lo anterior, también los ornitólogos estamos muy interesados en estudiar diferentes aspectos de la biología del pejerrey, al nivel que nos permita entender la relación entre los desoves de esta especie y los beneficios que disfrutan las aves playeras migratorias, particularmente el playero rojizo del Pacífico y el playero blanco.
Un aspecto importante por resaltar es que, para desgracia de los pejerreyes sardina y las aves, la playa del golfo de Santa Clara es muy atractiva para los humanos, en la primavera; particularmente, desde las vísperas del periodo vacacional de Semana Santa, la playa recibe una gran cantidad de visitantes nacionales y extranjeros, acompañados de sus mascotas, mayoritariamente, perros. FIGURA 7. Es común que los vacacionistas utilicen sus vehículos todo terreno para espantar a las aves mientras éstas se alimentan en la playa. Fotografía: A. Hernández Álvarez.
La perturbación antropogénica ocasiona, además, que las aves interrumpan constantemente su ingesta de alimento y, aunque los playeros han desarrollado cierta resistencia a las perturbaciones, ésta tiene un límite, por lo que es común que, en esta época, las aves opten por irse a otras zonas pobres en presas, lo que afecta su posibilidad de alimentarse adecuadamente y ganar el peso necesario para continuar su migración.

FIGURA 8. Como parte del proyecto encaminado a contribuir en la conservación del pejerrey sardina se instalaron anuncios de difusión en la playa del golfo de Santa Clara. Fotografía: I. García.
Como una iniciativa para apoyar la conservación de los peces y, por ende, de las aves playeras, es imprescindible proponer una legislación que regule los tiempos y métodos de captura del pejerrey sardina, de forma similar a la ya existente para los gruñones en California.
Conservar las aves playeras es un compromiso internacional; por ejemplo, el playero rojizo del Pacífico se establece temporalmente en, al menos, tres países durante sus movimientos migratorios: Estados Unidos (incluida Alaska y su costa pacífica), Canadá y México, los primeros dos cuentan con programas de monitoreo y conservación en los sitios más importantes para esta especie; por lo que es imprescindible que nuestro país intervenga, haciendo la parte que le corresponde en este complicado ejercicio de conservación. Finalmente, no debemos olvidar que el principio de cualquier cambio está hecho de nuestras acciones individuales diarias. ¡Seamos partícipes del cuidado de los recursos naturales!
Es Licenciada en Biología por la Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco y Maestra por el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada. Sus tesis de grado y posgrado se realizaron con el playero rojizo en el golfo de Santa Clara, Sonora. Actualmente es técnico en proyectos de investigación sobre aves acuáticas migratorias del Laboratorio de Aves de la UABCS, su área geográfica de interés es la región del Alto Golfo de California.
Es Licenciado en Biología Marina por la Universidad Autónoma de Baja California Sur, Maestro por el Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas del IPN y Doctor por la Universidad Autónoma de Baja California. Es investigador titular B (UABCS), con 25 años de experiencia como docente y encabeza estudios de ecología de aves acuáticas en el noroeste de México. Es miembro del SNI, desde 2000.
Es Licenciada en Biología Marina por la Universidad Autónoma de Baja California Sur y Maestra por el Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas del IPN. Actualmente, es técnico en proyectos de investigación con aves acuáticas migratorias del Laboratorio de Aves de la UABCS.
Es Ecóloga por el Centro de Estudios Superiores del Estado de Sonora y Maestra por la Universidad Autónoma de Baja California. Actualmente, es la manejadora de recursos naturales en la Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado-Conanp.
Es Licenciada en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México y Maestra por el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada. Es investigador de tiempo completo en la Comisión de Ecología y Desarrollo del Estado de Sonora. Ha realizado o participado en proyectos sobre evaluación de recursos pesqueros, restauración y manejo de humedales, así como programas de fomento ecoturístico y de educación ambiental en el Alto Golfo de California.