Efecto ambiental y socioeconómico
de la producción de energía eléctrica


Efecto ambiental y socioeconómico
de la producción de energía eléctrica
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El ser humano siempre ha buscado mejorar su bienestar y comodidad pero, debido a esta constante búsqueda, se ha generado un incremento masivo en el consumo de recursos naturales y energéticos susceptibles de ocasionar impactos ambientales; no obstante, muchos creen que tarde o temprano todos los residuos generados se degradarán o desaparecerán, pero, actualmente, la actividad humana tiene una huella evidente alrededor del mundo, lo cual propicia problemas que repercuten de manera local, nacional y global, como es el caso del deterioro en la calidad del aire.
          Las emisiones de contaminantes que afectan la calidad del aire son producidas por diversas fuentes, tales como la generación eléctrica, el transporte en general y la industria, entre otras. Las principales afectaciones resultantes de estas emisiones incluyen el deterioro de ecosistemas y el incremento en la incidencia de algunas enfermedades respiratorias, cardiovasculares o del sistema urinario.1 Es momento de considerar que mejorar la calidad del aire puede impulsar avances significativos en la forma de vida de las personas.
          La generación eléctrica basada en fuentes convencionales de energía conlleva la liberación de contaminantes que afectan el medio ambiente y la salud en zonas aledañas a la central de generación; afectaciones que han ido en aumento, debido al incremento en la demanda de energía eléctrica, como resultado del crecimiento de la población y de la actividad económica. Por ello, además de disminuir la emisión de contaminantes, el usar de manera más eficiente la electricidad puede inducir un ahorro en el recibo de pago. 2
          
El uso eficiente de la energía eléctrica contribuye a la reducción de la contaminación del aire, puede generar un ahorro económico en los hogares y también ayudar a disminuir algunos de los daños causados a la salud de la población.

En la atmósfera se encuentra una mezcla de compuestos que afectan la calidad del aire, los cuales son vertidos a la atmósfera por diversas fuentes de emisión. Los principales contaminantes atmosféricos incluyen: óxidos de azufre (SOx), monóxido de carbono (CO) y óxidos de nitrógeno (NOx) que son formados por la combustión de hidrocarburos. Además, se encuentra el material particulado (MP) constituido por materiales como polvos, ceniza, hollín, polen y cemento, entre otros; los cuales se dividen en PM10 y PM2.5, esto es, partículas con diámetro aerodinámico menor o igual a 10 micras y a 2.5 micras, respectivamente.3
          
Las principales fuentes de emisión de NOx son procesos de combustión que incluyen: generación de electricidad, vehículos de combustión interna y combustión para calefacción de espacios. Los SOx se producen por la combustión de compuestos que contienen azufre, tales como el carbón o el petróleo y sus derivados.1 El CO se origina, principalmente, cuando la combustión no se lleva a cabo por completo.
          Aunque la actividad humana es responsable de una gran parte de los contaminantes emitidos a la atmósfera, también existen fuentes naturales. En México, de acuerdo con el Inventario Nacional de Emisiones de 2008, las fuentes naturales contribuyeron con 22% y las antropogénicas con 78% de las 71.2 millones de toneladas totales emitidas; a su vez, de las emisiones antropogénicas, 7% proviene de fuentes fijas, que incluyen, entre otras, las centrales eléctricas.3

La principal consecuencia ambiental de la contaminación del aire es la lluvia ácida, formada a partir de la reacción química de NOx y SOx con la humedad atmosférica, dando como resultado la producción de ácidos muy potentes.
          Los efectos con mayor relevancia pueden ser observados en lagos, ríos, arroyos, pantanos y otros medios acuáticos, así como sobre la vegetación. Esto se debe a que se incrementa la acidez de las aguas y los suelos.3 Además, la caída de partículas ácidas obstruye los poros de las plantas y los acidifica, lo cual dificulta el proceso de la fotosíntesis; efectos que, en combinación con otros agentes dañinos para el ambiente, reducen la resistencia de la vegetación y también afectan a los insectos del ecosistema.

Así como la calidad del aire afecta el equilibrio del medio ambiente, también genera consecuencias en la salud humana que desembocan en un deterioro de la calidad de vida; por ejemplo, se estima que esta situación, en 2012, fue la causa de 6.5 millones de muertes prematuras en el mundo; de las cuales, en tres millones de casos, las personas estuvieron expuestas a material particulado en exteriores.
          Las enfermedades relacionadas con la mala calidad del aire incluyen, por ejemplo, neumopatías, cardiopatías, asma, lesiones cerebrovasculares, infección aguda de vías respiratorias, cáncer en pulmón, vías urinarias y vejiga, además de osteoporosis; consecuencias que pueden reducirse al mitigar la contaminación del aire.1

La electricidad se emplea de forma creciente y para usos cada vez más variados; algunos de ellos incluyen la iluminación de casas-habitación, climatización de espacios o, incluso, la movilidad, todo con la finalidad hacer nuestras vidas más cómodas. En consecuencia, cada uno de nosotros somos responsables tanto de la electricidad utilizada directamente por nosotros, como de aquella que se utiliza para fabricar los productos y servicios que consumimos.
          En México, la generación de electricidad se lleva a cabo, principalmente, a partir de la combustión de energéticos fósiles; lo cual contribuye a la emisión de contaminantes tales como SOx, NOx, CO, PM10, PM2.5 y compuestos orgánicos volátiles (COV) que afectan la calidad del aire.
          Aunque la cantidad relativa de ellos depende del proceso y del combustible utilizado, es claro que la generación de electricidad es uno de los principales contribuyentes a la emisión de contaminantes. Por ejemplo, cuando se emplean combustibles con alto contenido de azufre, la generación de electricidad produce grandes volúmenes de SOx.

Con base en lo anteriormente expuesto, es claro que un menor consumo de electricidad traerá consigo una reducción en el volumen de contaminantes emitidos en los procesos de generación. Además, esta reducción en el consumo propiciará ahorros en la factura por consumo de electricidad en los hogares.

          De acuerdo con el INEGI4 la erogación por concepto de energía en los hogares representa 4.2% del gasto corriente de un hogar promedio. Esto asciende a $411.OO al mes; por lo que, además de beneficiar la economía familiar, la reducción en el consumo eléctrico también beneficiaría al ambiente y la salud.
          Algunas de las acciones que podemos realizar de forma individual para reducir el consumo eléctrico son:5

  • Comprar aparatos eléctricos de alta eficiencia.
  • Utilizar los electrodomésticos de forma efectiva, por ejemplo, si queremos       sólo escuchar, el radio gasta menos electricidad que la televisión.
  • Apagar los aparatos en vez de dejarlos en modo suspendido.
  • Dar mantenimiento a los aparatos.
  • Apagar la luz en las habitaciones donde no se usa.
  • Sustituir focos incandescentes por ahorradores o, mejor, por LED’s. Con respecto a un foco incandescente, el ahorrador consume 75% menos y el LED 85% menos.
  • Abrir las cortinas durante los días invernales para aprovechar la luz natural, y cerrarlas cuando el Sol alumbra directamente, en verano.
  • Plantar árboles en ubicaciones estratégicas para desviar las corrientes de viento en invierno y generar sombras en verano.
  • Aislar techos y paredes.
  • Usar toldos, malla sombra o polarizado en vidrios para evitar los rayos directos del Sol.6, 7
Conclusión   

La vida moderna está teniendo como consecuencia un incremento en el consumo eléctrico y, debido a la manera en que se genera la electricidad, esto ocasiona la emisión de grandes volúmenes de contaminantes a la atmósfera, los cuales tienen impactos negativos sobre el ambiente y la salud pública.
          Una forma de abordar este reto es mediante la eficiencia energética. La reducción del consumo eléctrico en el hogar no sólo genera beneficios económicos a la familia, sino también al medio ambiente y a la salud humana.
          Dado que todos somos responsables, directa o indirectamente, de la liberación de contaminantes de la generación de electricidad, todos deberíamos también actuar para reducir tales emisiones. Afortunadamente, a nuestro alcance existen medidas que podemos implementar de forma individual, las cuales derivarían en un menor consumo eléctrico y, por tanto, en ahorros del pago de energía eléctrica, así como en la disminución de emisiones contaminantes, afectando menos el ambiente y la salud de las personas.

Andrea Victoria Incháustegui Moreno

Es licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Autónoma de Baja California Sur. Actualmente, es pasante de Ingeniería en Fuentes de energía renovable, en la misma institución.

Teresa de Jesús Díaz Guerrero

Es egresada del Colegio de Bachilleres de Baja California sur # 04. Actualmente, es pasante de Ingeniería en Fuentes de Energía Renovable, en la Universidad Autónoma de Baja California Sur y se especializa en la materia de Biomasa.

Emma Iveth Osuna

Es pasante de Ingeniería en Fuentes de energía renovable, en la Universidad Autónoma de Baja California Sur y, actualmente, se encuentra en su servicio social, desempeñándose como gestora del Fondo de Servicios Universales Eléctricos para comunidades del estado de BCS.

Alfredo Sergio Bermúdez Contreras

Es Doctor en Desalación de Agua de Mar con Energías Renovables del CREST, en la Universidad de Loughborough, RU. Es maestro en Ciencias —en Energía Renovable— por la Universidad Murdoch y consultor, profesor e investigador en la Universidad Autónoma de Baja California Sur.

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