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Noviembre-Diciembre 2013
Hélix
 
 

MARIO MÉNDEZ ACOSTA

El ébola y sus curanderos
El hecho lamentable de no conocer aún remedio efectivo alguno para esta enfermedad y que ello implique elevadas tasas de mortalidad entre los pacientes, en quienes los brotes han llegado a superar 90%, ha propiciado que se difundan versiones sobre medicamentos y tratamientos maravillosos capaces de curar el mal, así como muchas teorías conspiratorias en torno a su origen.
Muchos temores y comentarios irracionales ha despertado el más reciente brote de infecciones del virus del ébola en África occidental.

El mal que afecta, en esta ocasión, a naciones como Guinea, Liberia y Sierra Leona, ha levantado mucha inquietud entre la población local y la opinión pública internacional. El hecho lamentable de no conocer aún remedio efectivo alguno para esta enfermedad y que ello implique elevadas tasas de mortalidad entre los pacientes, en quienes los brotes han llegado a superar 90%, ha propiciado que se difundan versiones sobre medicamentos y tratamientos maravillosos capaces de curar el mal, así como muchas teorías conspiratorias en torno a su origen.

El ébola no es un mal crónico que muestre etapas de latencia o recurrencias periódicas, sino que es un proceso violento, con un desarrollo acelerado y crisis hemorrágica generalizada que, en la mayor parte de los casos, provoca la muerte del paciente. Se ha determinado también que el suero de la sangre de los pacientes sobrevivientes no otorga ningún tipo de inmunidad a los enfermos potenciales.

Abundan las afirmaciones sin fundamento en torno a curaciones maravillosas de la fiebre hemorrágica del ébola. Afirma Gail Derin1 —una mujer terapeuta (que se presenta como practicante de la medicina oriental)— que el ébola se cura con una combinación de tres extractos muy diluidos del veneno de las víboras: Crolatus horridus (víbora de cascabel), bothrops (víbora amarilla de árbol) y lachesis (cascabela muda) que, supuestamente, manifestaron su eficacia al combatir enfermedades virales durante la epidemia de influenza española de 1914. Por supuesto, no existe ningún estudio clínico que respalde esta afirmación y tampoco hay informes de que estos tósigos hayan sido usados en pacientes con ébola.

Más recientemente, un equipo canadiense del Laboratorio Nacional de Microbiología de Winnipeg, Manitoba, identificó algunos anticuerpos que corresponden a las proteínas de la membrana que rodea al virus del ébola. Combinaron estos anticuerpos en una mezcla específica y la administraron a cuatro macacos; los cuales, dentro de las 24 horas posteriores a haber sido infectados, sobrevivieron. Cuando se aplicó el remedio, después de 48 horas de la infección, dos de los cuatro macacos sobrevivieron. Esto parece ser más promisorio, pero no ha podido ser replicado por otros grupos. 2

Otro sitio en el que se ofrece curar el ébola es el denominado “Dulce revolución de las plantas medicinales”, tiene un espacio titulado ¿Cómo combatirías el virus del ébola, con plantas medicinales o con la vacuna de Monsanto?3 Aquí se señala que “la Garcinia kola, una planta medicinal de uso común en el oeste del África, puede combatir el virus del ébola”. Agregan que: “un flavonoide, componente de esta planta, puede impedir el desarrollo del virus y su multiplicación”.

Al parecer, la Garcinia kola no es realmente tan de uso común y extendido en la zona como lo aseguran, sobre todo dadas las elevadas tasas de mortalidad, rápida expansión y desarrollo que tiene el mal. Por supuesto, no existen estudios epidemiológicos que soporten tal afirmación sobre dicha planta —la que, desde luego, no deja de estudiarse en sus efectos por varios laboratorios—. El hecho es que la virulencia del mal es tan acendrada, que los remedios chamanescos simplemente resultan de un valor nulo o insignificante. En dicho sitio se hace mención, además, de una cierta vacuna contra el ébola, supuestamente en desarrollo por parte de la empresa química industrial Monsanto, pero no hay evidencia de que tal vacuna en realidad exista.
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