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Noviembre-Diciembre 2013
Hélix
 
 
Entrevista

LOURDES A. BAÑUELOS

DR. HÉCTOR VERA, IISUE-UNAM
De los tratados a los mercados

Entrevista

Héctor Vera (1975) es sociólogo por la Universidad Iberoamericana, Maestro en Estudios sociales y políticos por la UNAM y Doctor en Sociología y Estudios históricos por la New School for Social Research. Actualmente realiza una estancia posdoctoral en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, UNAM. Contacto: hhvera@hotmail.com

¿Para qué estudiar el sistema métrico decimal, si no es un tema típico para un sociólogo o un historiador? Entre la sorpresa de sus colegas y el afán de entender el fenómeno de apropiación del conocimiento científico, Héctor Vera se ha dedicado a buscar cómo es que lenguajes e instrumentos científicos aparecieron, invadieron y modelaron, desde finales del siglo XIX, nuestra forma de interactuar con las personas, los objetos y el tiempo.

¿Cómo pasó un instrumento científico y una serie de definiciones nacidas de la ciencia —creadas al interior de asociaciones científicas— a ser del uso cotidiano de millones de personas? Es un hecho que, aunque el sistema métrico se creó en el ámbito académico, la gente sabe usarlo razonablemente bien cuando va al mercado”, asegura Vera, cuya tesis doctoral —en la que analiza la historia del sistema métrico decimal de pesas y medidas en México y Estados Unidos— fue galardonada por la New School for Social Research.

“Mi área de interés anterior tiene que ver con la generación colectiva de condiciones para aprender, recordar o inhibir la distribución del conocimiento; cómo la gente aprende un nuevo conocimiento con respecto a sus conocimientos previos; cómo se adapta eso a sus condiciones económicas o políticas una rama llamada sociología del conocimiento que está relacionada con la sociología de la ciencia. La otra investigación que hago —desde hace casi 10 años— está relacionada con las aplicaciones prácticas de esos planteamientos, especialmente el uso, creación, distribución y apropiación de sistemas de medición; aunque es importante, generalmente no se analizan las condiciones sociales que permiten que una innovación científica penetre en una determinada población o sociedad. En este punto, mis estudios sobre conocimiento y sobre medición se conectaron, se complementaron”, explica el doctor Vera.

El viejo deseo de controlar el tiempo

La investigación de un tema va abriendo nuevas interrogantes y, por ello, comenta, “empecé a hacer sociología del tiempo, que es el estudio de cómo regulamos colectivamente el tiempo, lo sincronizamos; cómo creamos instrumentos para medirlo y las consecuencias que eso tiene, porque un calendario o reloj por sí mismos no son nada, se hacen relevantes cuando empiezan a ser compartidos —como ocurre con el calendario gregoriano actual—. La riqueza sociológica radica en que puede parecer un plan nada más, pero en realidad tiene trasfondos económicos, políticos e ideológicos complejos”.

De hecho —señala el experto— a la vez que se propuso un calendario republicano francés, que fracasó terriblemente, se inventó el sistema métrico decimal de pesos y medidas, que corrió con mejor suerte y hoy se utiliza en todo el mundo. “Fueron reformas paralelas muy parecidas, hechas por la misma gente, básicamente con las mismas intenciones: tener sistemas más racionales, basados en ideas científicas, más ilustrados, aritméticamente más elegantes”. Así que la investigación sobre la medición del tiempo fue evolucionando hacia el estudio del sistema métrico decimal y su adopción en distintos contextos.

México, pionero en adoptar el sistema métrico decimal
Pero, ¿qué es lo que lleva a un país a aceptar una innovación como ésta? Héctor Vera comparó dos casos: “el de Estados Unidos —un país que tiene la fama de ser muy innovador—, que a la fecha no ha adoptado ese sistema, y el caso de México, que fue uno de los primeros en adoptar el sistema métrico de manera voluntaria. El proceso duró 80 años, dos o tres generaciones y mucha inversión en educación, inspectores y fábricas para dotar a la población de instrumentos físicos (básculas, cintas para medir, etcétera), además de proporcionarle los conocimientos para aprender a usar el sistema”. Esta diferencia de maneras de medir tiene implicaciones comerciales importantes, dada la estrecha relación comercial con nuestro vecino del norte.

Al concluir el trabajo doctoral, surgió la curiosidad de conocer otra perspectiva del ajuste al nuevo sistema, es decir, saber qué había pasado con la gente común y corriente cuando el Estado mexicano le impuso el aprendizaje del sistema métrico; y por ello el doctor Vera decidió estudiar las estrategias de apropiación de ese conocimiento: cómo la gente que no está educada formalmente aprende un lenguaje inventado por científicos. “Me interesó ese paso de cómo el conocimiento sale de los laboratorios hacia las aulas y la vida social en general; se habla mucho de ese paso, pero sabemos muy poco de cómo sucede exactamente. Una de las lecciones que ofrece este cambio de sistema de medición es que en ciertas ocasiones se tiene que obligar a la gente a aprender, a través de la escuela o de la policía. Se trata de un proceso no lineal, accidentado, poco sutil, pero efectivo a final de cuentas”, concluye.

“Esto tiene relevancia social cuando es imprescindible que el conocimiento científico sea entendido por el público general. Asuntos como el uso de las semillas transgénicas y la vacunación, entre muchos otros temas públicos, son claros ejemplos de que las políticas adecuadas pueden reducir la resistencia a los procedimientos sanitarios o a la planificación pública”.

“También hay un impacto social —continúa— cuando vemos en el día a día que hay que evitar los kilos de tortillas que no son de un kilo y los litros de gasolina que no son de a litro. El sistema métrico no funciona así nada más, necesita un trabajo de mantenimiento social tremendo, es fundamental mantenerlo en orden; para que un sistema de medición funcione, tiene que ser compartido por todos”.

Las preguntas por resolver
Sobre el trabajo a futuro, Vera apunta: “mientras estudiaba la implantación del sistema métrico, tuve la curiosidad de analizar con más detalle qué pasó en la historia de México con la introducción de la moneda decimal y con las instituciones dedicadas a regular el tiempo. Sin embargo, actualmente lo que quisiera es invertir los términos de mi investigación: pasar del estudio de cómo se conocen y enseñan los sistemas medición a estudiar la forma como se mide el conocimiento y la enseñanza. Me interesa, más puntualmente, escudriñar los procesos de cuantificación del mérito académico. En décadas recientes, las instituciones de educación superior han evaluado la calidad y el mérito a través de indicadores cuantitativos que intentan calcular y dar una expresión numérica a cuán sobresalientes o insuficientes son los logros de sus docentes e investigadores, y para esto emplean tabuladores, índices de impacto, factores numéricos, rankings, bibliometría y otras herramientas de medición”.

Para concluir, afirma que “uno debe generar el interés por lo que hace, lo cual es por sí mismo un reto atractivo, es parte del mismo proceso de investigar: encontrar el modo de comunicar la relevancia para los demás de lo que uno hace, es un proceso divertido. Además de que los investigadores debemos convencer a nuestras autoridades y a la población de que los recursos para la ciencia son recursos bien invertidos”.

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