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Noviembre-Diciembre 2013
Hélix
 
 

JUAN NEPOTE

El misterio y otros placeres
Pierre de Fermat y Andrew Wiles
La curiosidad, acompañada de la capacidad de asombro, es uno de los más importantes dones de la humanidad.

Hacemos ciencia porque somos curiosos, pero no exclusivamente a causa de ello; también está presente aquella placentera sensación de tentar el misterio, lo desconocido. Muchos, como Fernando Pessoa, sucumben ante la fascinación de lo misterioso, y se consuelan: “El único misterio del universo/ es que exista un misterio del universo”, decía el poeta lusitano. Pero hay otros personajes que no han sabido resignarse ante el misterio.

Un enigma en el margen de la hoja
El francés Pierre de Fermat vivió casi desde el inicio del siglo XVII. Durante la mayor parte de su vida, se dedicó a ejercer, como un “digno, leal, eficiente y honrado” jurista de tiempo completo, para el parlamento de su país. Aparentemente rutinario, se casó con una prima de su madre y tuvieron cinco hijos.

Pocos sabían que Fermat tenía una única pasión: las matemáticas. Con asombroso talento ocupó su tiempo libre en proponer las primeras ideas sobre el cálculo diferencial —bastante antes que Isaac Newton y Gottfried Leibniz—, inventó la geometría analítica y fue uno de los pioneros de la teoría de probabilidades, además de analizar con especial esmero la naturaleza de los números primos, al sugerir que todos aquellos que cumplían con la forma 22n+1 eran, efectivamente, primos; lo que significa que solamente pueden ser divididos con exactitud entre 1 y entre sí mismos.
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Marzo - Abril 2014
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