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Noviembre-Diciembre 2013
Hélix
 
 
 

JOSÉ LEONARDO HERNÁNDEZ LÓPEZ

La medicina magnética
Los peores inventos del mundo

Carlos Solís Santos. La medicina magnética: del ungüento armario al polvo simpático de Kenelm Digby. Madrid: FCE, 2011, 362 pp.

Un panorama para todos aquellos que, de una manera u otra, estén interesados en la historia de la ciencia en general y de la medicina en particular.

Este libro se divide en dos partes; en la primera sección, el lector encontrará una biografía del célebre médico, caballero y católico inglés sir Kenelm Digby, canciller de la reina de Gran Bretaña, escrita bajo la mirada de la historia de las mentalidades.

Para quienes no conocen los términos medicina magnética y polvo simpático, el autor aborda las influencias médico-científicas adquiridas por Digby durante sus viajes a través de Inglaterra y España, en la primera mitad del siglo XVII, desde la filosofía paracelsiana, la medicina de Galeno, el neoplatonismo, pasando por la magia, la astrología y la alquimia, conocimientos que podrían parecer absurdos desde el punto de vista de los paradigmas científicos actuales, pero, en aquella época, dichas prácticas se hallaban unidas sin distinción e, incluso, eran practicadas y aceptadas como fundamento científico formal por los representantes más destacados de la ciencia y la medicina. Así, nos dice Carlos Solís: “Para las personas cultas del siglo XVI y parte del XVII, las curas magnéticas a distancia no eran menos creíbles y sorprendentes que la idea de que la Tierra fuese un gran imán o que el Sol provocase el movimiento de los planetas con sus rayos inmateriales” (p. 109).

Entre las claves que el autor presenta para explicar los efectos curativos de la medicina magnética y el polvo simpático, se señala las particularidades que en otros tiempos tuvo la ciencia, tal es el caso de su unidad inseparable de la religión, al grado de ser una misma cosa para el paracelsismo, por ejemplo, puesto que para esta corriente médica las acciones del cosmos y su influencia en la naturaleza eran espirituales y divinas.

La medicina magnética, por tanto, recibe su nombre por actuar a distancia sobre el paciente herido, con tan sólo untar el polvo simpático en el mismo material que causó la lesión, de ahí también el nombre de ungüento armario. Una visión de la naturaleza, nos dice Carlos Solís, “en la que las interacciones aparentemente a distancia se producen por contacto mediante emisiones de partículas sutilísimas” (p. 29). Así, la medicina magnética se fundamentaba en las fuerzas y conexiones estelares que regían nuestro mundo, es decir, las correspondencias existentes entre el universo o macrocosmos y nuestro mundo o microcosmos.

La segunda parte del libro incluye una versión en español del Discurso pronunciado en una célebre asamblea por el caballero Digby en 1657 […] sobre la curación de las heridas mediante el polvo simpático, la cual ha sido traducida y anotada por el mismo Carlos Solís con verdadera erudición. En resumen, este libro es para quienes se sientan atraídos por las ideas del mundo renacentista y quieran conocer más sobre la vida de un personaje tan enigmático como común, ya como médico miembro de la Royal Society, ya como el pirata melancólico que vivió eternamente enamorado de su primer amor. Espero, pues, que esta reseña acerque a los interesados a la lectura de este texto.
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