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Noviembre-Diciembre 2013
Hélix
 
 

MARIO MÉNDEZ ACOSTA

Las pirámides de Bosnia
Existen en Bosnia unas formaciones gigantescas de basalto cristalizado que semejan pirámides y que un empresario bosnio de nombre Semir Osmanagic las promueve como si fueran construcciones de una antigua civilización asentada en ese lugar. Los arqueólogos bosnios y muchos científicos más desmienten tal versión.
¿Acaso es posible que, sin haberse sabido nada hasta ahora, en tiempos prehistóricos haya existido, en el centro de Europa una civilización avanzadísima, capaz de hazañas técnicas y culturales no superadas aún hasta la fecha?

Dicha civilización hipotética tendría la particularidad de no haber dejado, vestigio o registro alguno de su existencia, con la excepción de cuatro pirámides gigantescas ubicadas en Visoko, localidad ubicada en lo que hoy es el país balcánico llamado Bosnia. Tal es la tesis del empresario bosnio Semir Osmanagic, quien se ha dedicado por completo a señalar que unas formaciones gigantescas de basalto cristalizado que semejan pirámides, en esa región, en realidad son construcciones humanas megalíticas realizadas hace unos catorce mil años.1

Esto no tendría mayor importancia, de no ser porque Osmanagic ha invertido bastante en promover su descubrimiento, a grado tal que ha presentado evidencia de que en la base de las pirámides existen túneles y muros de mampostería, labrados con el relieve de tabiques bien arreglados y con acabados que, de ser auténticos, representarían un testimonio irrefutable de ser obra de una civilización prodigiosa, hasta ahora desconocida. Osmanagic divulga sus imágenes por las redes sociales, y ha abierto un parque arqueológico muy bien puesto, ya que cuenta con el apoyo tácito de algunas autoridades bosnias.

Afirma que existe una estrecha relación entre las pirámides de Bosnia y las de Teotihuacan, por lo que dos de ellas han sido nombradas pirámide del Sol y de la Luna, al igual que las mexicanas.

Como ocurre con muchas otras leyendas antiguas y contemporáneas, el tema de la existencia de grandes civilizaciones perdidas, ubicadas en lo más remoto de la historia, en este caso tampoco es posible encontrar la evidencia arqueológica de la presencia de las comunidades humanas en ese lugar, que habrían debido dejar una huella inocultable (vestigios) de su vivir cotidiano: cosas como desperdicios o ruinas de viviendas, canales de riego, cementerios, restos de animales domésticos y muchas otras más, siempre presentes en los grandes sitios arqueológicos. Nada de eso es posible encontrar en torno al sitio donde se encuentran las grandes pirámides bosnias.

Desde luego, Osmanagic, quien acude a la conexión legendaria con los continentes perdidos, ha sido criticado por la comunidad científica por usar los hallazgos arqueológicos para promover conceptos pseudocientíficos, tales como asociar el sitio con las pirámides prehispánicas mexicanas —construidas miles de años después— y con los continentes míticos de la Atlántida y Lemuria. También se le critica por aseverar que los artefactos descubiertos fueron elaborados alrededor del año 12,000 antes de nuestra era, pero sobre todo, por afirmar que las pirámides bosnias poseen poderes curativos, debido a los efectos bioenergéticos que producen.

Los científicos afirman que durante dicha época transcurría en Europa el paleolítico superior, y las únicas construcciones que ahí había eran chozas. Los principales arqueólogos califican a Osmanagic de ser, en el mejor de los casos, un aficionado sin entrenamiento, y lo acusan de dañar los verdaderos sitios arqueológicos con sus excavaciones, además de falsificar relieves y túneles. De hecho, los arqueólogos bosnios y europeos en general han publicado una declaración de la organización a la cual pertenecen, en la que señalan:

Nosotros, los firmantes, arqueólogos profesionales de todas partes de Europa, deseamos protestar con firmeza ante el continuo apoyo de las autoridades bosnias del llamado “proyecto pirámide” que se construye en las colinas cercanas a Visoko. Esta artimaña es un engaño cruel ante un público no informado y no tiene lugar en el mundo de la ciencia genuina. Es un desperdicio de recursos escasos que podrían ser usados mejor en proteger el verdadero patrimonio arqueológico. Todo esto distrae la atención de los apremiantes problemas que afectan a los arqueólogos profesionales de Bosnia-Herzegovina.2


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