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Marzo-Abril 2013
Hélix
 
 
Entrevista

LOURDES A. BAÑUELOS

HUGO A. BARRERA SALDAÑA
Científicos y empresarios en colaboración

Entrevista

Hugo A. Barrera es Doctor en Biología Molecular (University of the Texas Health Science Center, Houston, Texas, EUA); Posdoctorado en Ingeniería Genética en la Universidad Louis Pasteur (Estrasburgo, Francia), con una especialidad en Conversión de tecnología en capital por el ICC-Austin y el ITESM. Miembro de la AM C y del SNI nivel II. Actualmente adscrito a la Facultad de Medicina de la UANL. También es director de Vitaxentrum Monterrey. Contacto: habarrera@gmail.com

El interés por descifrar los secretos de la vida llevó a un empeñoso estudiante a autodiseñar su carrera universitaria, para adaptarla a su curiosidad científica. Ahora, convertido en investigador de la UANL, con múltiples premios, alterna su visión como académico con los actuales retos empresariales: aporta soluciones, crea empleos y demuestra que la colaboración con el sector privado no sólo es posible sino satisfactoria.

¿Qué lo motivó a autodiseñar su formación como investigador científico?
Cuando leí que el “secreto de la vida” estaba oculto en el ácido desoxirribonucleico (ADN), mi interés se concentró en esa parte de la biología, adonde se entraba entonces desde la bioquímica. Aunque obtuve el título de Licenciado en Biología en la UANL, en realidad egresé como un bioquímico autoformado. Y es que, en la víspera de mi titulación, tuve una oportunidad que cambió mi vida: acudí a la Universidad de Houston a estudiar inglés y, por las tardes, me ofrecí como voluntario en el laboratorio del Departamento de Bioquímica del Hospital y Centro de Oncología MD Anderson, líder en una rama joven de las ciencias biomédicas y que acabó por cautivarme: la biología molecular. Al volver de esa estancia a México, inicié los primeros trabajos de investigación acerca de cómo funcionan los genes de las células humanas.

En palabras sencillas, ¿cuál es su área actual de investigación?
Me dedico a estudiar la herencia a nivel molecular, inspeccionando genes, sus productos (RNA y proteínas), e incluso, manipulando los primeros para producir en el laboratorio los segundos (ingeniería genética). Mediante estos procedimientos de laboratorio, con la ayuda de mis estudiantes y colaboradores académicos, así como con la de mis socios y empleados en el terreno empresarial —apoyados por el Centro de Incubación de Empresas y Transferencia de Tecnología de la UANL y varios fondos de estímulos al desarrollo tecnológico y a la innovación—, hemos venido gestando y buscando consolidar emprendimientos en genómica y biotecnología, “arrancamos los secretos” al ácido desoxirribonucleico y a las células que éste opera en el primer terreno, y perseguimos aplicar los descubrimientos e inventos en el segundo terreno, para ayudar a conseguir más y mejores opciones de salud y bienestar para la sociedad mexicana, y de productividad para sus empresas del área de ciencias de la vida.

¿Cuál de sus proyectos tiene un significado especial para usted?

Dos destacan sobremanera: la creación, en mi querida UANL, de la Unidad de Laboratorios de Ingeniería y Expresión Genéticas (ULIEG), que muchos consideran un parteaguas en la historia de la biología molecular biomédica de Latinoamérica, y la también creación de otro proyecto pionero en México y Latinoamérica: el Centro de Biotecnología Genómica (CBG) de mi segunda alma mater, el IPN, el cual se ha convertido también en otro hito, en la investigación genómica aplicada al campo.

¿Cómo se han dado las colaboraciones con otras universidades y con el sector privado?
Desde mis inicios como científico tuve la fortuna de colaborar con universidades extranjeras para realizar experimentos en equipos que no había en México. Como empresario, me enorgullece colaborar con otras empresas tecnológicas líderes en el campo de la genómica aplicada, sobre todo de EUA, España y Francia. Y no quisiera omitir lo enriquecedor, honroso y satisfactorio que ha sido servir como científico y tecnólogo a grandes empresas nacionales como Avimex, Probiomed, Sigma Alimentos, Columbia e IPharma, entre tantas otras que apuestan por la innovación y que me han abierto sus puertas.

¿Cómo empezó a vincular el conocimiento académico con actividades económicas?
Siempre he buscado trasladar los avances científicos a soluciones de necesidades de nuestro entorno. La ciencia que hacíamos en la ULIEG y el CBG se trasladaba hacia servicios para los colegas médicos y sus pacientes en la primera, así como para los productores del sector agropecuario en el segundo.

Esas gratificantes experiencias dieron lugar al Vitaxentrum, integrado por la firma de Consultoría Innbiogem, S. C, que promueve beneficios entre la sociedad y sus sectores productivos de la salud y áreas afines a la genómica y a la biotecnología; y por el laboratorio de genómica y biotecnología Vitagenésis, S. A., que ofrece a dichos sectores soluciones prácticas e innovadoras a sus necesidades en materia científica y tecnológica.

Abarcar actividades de emprendedor —siendo científico— no es tarea fácil. Los clientes potenciales pocas veces están dispuestos a confiar y apoyar con recursos dentro del país, a la búsqueda de soluciones científicas y tecnológicas; y muchas veces, cuando lo hacen, son duros para negociar nuestra justa retribución.

¿Cómo se comunica con personas que no tienen una formación científica?

Comunicar nuestro conocimiento, capacidades y habilidades, para que los sectores sociales confíen en nosotros, implica grandes esfuerzos. Lamentablemente aún no es común en este país que los científicos nos interesemos en los problemas cotidianos de la sociedad, ni que los líderes de ésta y de sus industrias piensen en los científicos nacionales para que les ayudemos a resolver sus necesidades.

Es de gran utilidad buscar a representantes de ambos sectores y convivir con ellos, así como ofrecerles nuestros servicios en un esquema de riesgo compartido (cubrir los gastos primero y una justa retribución si salen bien las cosas). Todo con el afán de regresar algo de lo mucho que le debemos a México para contribuir a su mejor futuro; el más brillante posible con el que todos los mexicanos bien nacidos soñamos para nuestros hijos y nietos.
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