 |
Isaac Newton |
|
Mientras mayor sea nuestra dependencia de algo —un proceso, un objeto—, más fácilmente nos olvidamos de ello. ¿Qué tan conscientes somos de que respiramos siempre y sin cesar?, o de nuestras manos, siempre a nuestra disposición, y a las que tan acostumbrados estamos.
A Jorge Luis Borges le gustaba recordar que la mano es un mecanismo, como la máquina de escribir…, y no se equivocaba; la mano es una herramienta fundamental para la supervivencia humana: al conjunto de nervios, tendones, músculos y huesos que forman parte de ella, debemos las posibilidades, casi infinitas, de tocar, sujetar, quitar, romper, construir… Según el uruguayo Jorge Drexler: Hay manos capaces de fabricar herramientas con las que se hacen máquinas para hacer ordenadores que a su vez diseñan máquinas que hacen herramientas para que las use la mano.
El misterio al alcance de la mano
Sin embargo, a pesar de la familiaridad con la que utilizamos las manos, en realidad no es fácil determinar dónde termina el servicio, esfuerzo o actividad de nuestra propia mano; y es que los movimientos del cuerpo y la actividad cerebral son, funcionalmente, interdependientes; así que es necesario considerar, tanto los músculos y los tendones como los nervios y las zonas del cerebro que controlan la mano, porque ciertas lesiones cerebrales pueden impedir el uso de las manos, aunque estén perfectamente sanas en el ámbito muscular. Los universos sensomotores y cognitivos de nuestras extremidades superiores se solapan de manera invencible. Una historia igualmente compleja es la de los orígenes y la evolución de la mano.
“Hay evidencias cada vez más convincentes de que, con su nueva mano, el Homo sapiens adquirió, no solamente la capacidad mecánica para el empleo refinado de herramientas, sino también, con el devenir de los acontecimientos, el ímpetu necesario para rediseñar o redistribuir la circuitería cerebral”, nos propone el neurólogo estadounidense Frank R. Wilson, en su amplísimo ensayo sobre cómo el uso de la mano configura el cerebro, el lenguaje y la cultura humana: conocimiento, percepción, comunicación, arte, acción…; de la mano nos valemos para todo ello.
|