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Marzo-Abril 2013
Hélix
 
 

JUAN NEPOTE

"Y retiemble en sus centros la tierra..."
El trabajo de los científicos tiene que ver con observar, medir, experimentar, explicar...y anticipar.
Una de las características más valiosas de la ciencia es su capacidad de predicción. El trabajo de los científicos tiene que ver con observar, medir, experimentar, explicar… y anticipar.

La transformación del conocimiento científico en técnica y tecnología es tan diversa como sorprendente: vacunas para evitar enfermedades, satélites que describen trayectorias exactas fuera de nuestro planeta, autómatas que fabrican otros autómatas… Es posible predecir con increíble fidelidad el comportamiento de partículas que son invisibles al ojo humano, y también de objetos astronómicos de dimensiones inconmensurables; pero no somos capaces de predecir cuándo ocurrirán ciertos fenómenos en la naturaleza, como los terremotos. Y a pesar de ello, en un hecho sin precedentes, la justicia italiana ha condenado a seis años de prisión y un pago de varios millones de dólares a seis expertos en sismología y geología —integrantes de una entidad llamada: Comisión de Pronóstico y Prevención de Grandes Riesgos— por no haber previsto que varios terremotos ocurrirían, los cuales terminaron siendo devastadores, en la región de L’Aquila, Italia.

Y SIN EMBARGO (EN SU INTERIOR), SE MUEVE


Al alemán Alfred L. Wegener debemos la certeza de que hasta el suelo que pisamos se mueve y se transforma infinitamente. Doctorado en astronomía, muy pronto cambió de aires, pues la meteorología y la geología eran su verdadero amor. Hacia 1910, cuando contaba con 30 años de edad, vino a su mente una idea feliz, como consecuencia de haber dedicado unos pocos minutos de su atención a un mapamundi: las líneas de contorno entre las costas atlánticas de África y Sudamérica parecían guardar no pocas coincidencias; aún más, los contornos de los continentes podrían parecer las piezas de un rompecabezas… ¿Alguna vez habrían estado todos unidos? Ya antes del nacimiento de Wegener, un geógrafo francés con ascendencia italiana, de nombre Antonio Snider-Pellegrini, había entregado a la imprenta un libro de título provocador: La Création et ses mystères dévoilés (La creación y sus misterios develados), donde defendió una aventurada hipótesis: básicamente, una vez, todos los continentes estuvieron unidos, de otra manera no hubiera sido posible que él hubiera encontrado fósiles de plantas absolutamente idénticos en Europa y en Estados Unidos, los cuales fueron comparados con otros hallados en los demás continentes, que también eran idénticos. Snider-Pellegrini no llegó más lejos, pero sí lo suficiente para influir significativamente a Wegener, quien presentó en El origen de los continentes y océanos (1915) aquella idea que sonaba como un sinsentido: la corteza terrestre se encuentra en permanente movimiento. Pero la comunidad científica no la vio con buenos ojos, y hasta hubo quien dijo que su enfoque metodológico era “más propio de un abogado que de un científico”.
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Marzo - Abril 2013
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