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ANA MARÍA CETTO / I. FÍSICA, FAC. CIENCIAS-UNAM

Lecciones del milagro coreano
Los peores inventos del mundo

Kim, Byung-Koo. Nuclear Silk Road, the "Koreanization" of Nuclear Power Technology. 2012, 269 pp.

Seúl, 1959: Han transcurrido escasos seis años desde el fin de la devastadora Guerra de Corea que dejó al país dividido en dos partes, ambas con un bajísimo nivel de desarrollo y un alto índice de pobreza.

En estas condiciones, y sin tener fuentes propias de energía, el gobierno de Corea del Sur adopta un ambicioso programa nuclear pacífico, que arranca con la promulgación de leyes y la creación de infraestructura. De este modo, se establece el primer reactor de investigación en el recién fundado Instituto de Investigaciones sobre Energía Atómica.

◂ Kori, 1969: arranca el plan de construcción de la primera planta nuclear en Corea con tecnología importada llave en mano (de la empresa Westinghouse), la cual entra en operación, en 1978.

◂ Yonggwang, 1989: se inicia la construcción del primer reactor de potencia coreano en el país, bajo contrato de transferencia tecnológica con entidades de EUA, el cual entra en operación en 1995.

◂ Abu Dhabi, 2009: el consorcio nuclear coreano firma con los Emiratos Árabes Unidos el contrato para la construcción de una primera planta nuclear de tecnología coreana llave en mano.

En este medio siglo, la historia de Corea ha dado un vuelco espectacular. De ser una de las naciones más pobres en los años cincuentas, el país ha pasado a ocupar el número 15 en la lista mundial, por su índice de desarrollo humano (México ocupa el lugar 57).

¿Cómo se inserta el programa nuclear en el desarrollo nacional de Corea? ¿Qué motivó a los dirigentes políticos del país a hacer una inversión mayor en este programa? ¿Qué compromisos, sacrificios y tareas implicó esta decisión? ¿Cómo lograron sostenerse dichos compromisos y ser implementados a lo largo de cinco décadas? ¿Cómo logró transitar el país de importador nato de tecnología nuclear a exportador de plantas nucleares comerciales de primera línea, capaz de competir con éxito frente a Francia y al Japón? ¿Qué lecciones aprendieron los coreanos en este complejo proceso de transición? ¿Qué lecciones podemos aprender nosotros de la experiencia coreana?

La lectura de Nuclear Silk Road ayuda a encontrar respuesta a estas interrogantes y a entender los factores que han conducido al éxito de la industria nuclear coreana. Contribuye a ello el hecho de que su autor fue uno de los principales actores en la etapa de coreanización de la industria nuclear, habiendo recibido, primero, formación de alto nivel como ingeniero, en los Estados Unidos, y fungido, después, como jefe del proyecto de diseño del primer reactor de potencia coreano.

La obra está excelentemente documentada y contiene vasta información de primera mano del autor mismo, así como testimonios de los principales responsables del programa de coreanización, tanto políticos como administradores y técnicos.

Para ayudar a apreciar las diferentes facetas del proceso, el libro está dividido en dos partes: “Tecnología sobre política” y “Del saber cómo al saber por qué” (Know-hows and knowwhys). La primera narra con detalle la historia de las decisiones en torno a la construcción de la infraestructura nuclear coreana, impulsadas en todo momento por una meta ambiciosa, compartida a todos los niveles: alcanzar la autodeterminación tecnológica en un área de importancia estratégica para el país. Resultado de este proceso fue la construcción de la primera planta coreana, con la compañía estadounidense Combustion Engineering (CE) como socia, en un bien negociado contrato de transferencia tecnológica. Un elemento que le agrega valor a la obra es la sinceridad con que describe los reveses y episodios críticos por los que atravesó el programa, los cuales obligaron a tomar decisiones estratégicas, particularmente difíciles, en aras de cumplir la meta planteada.

La segunda parte se enfoca en los detalles del desarrollo de la capacidad de autodeterminación tecnológica, que incluyen, desde el proyecto de localización y estandarización, las delicadas negociaciones con compañías extranjeras, la educación y formación especializada de todo un ejército de científicos e ingenieros y el establecimiento de un sistema de seguridad nuclear, hasta los esfuerzos más recientes que condujeron al diseño del reactor de nueva generación (APR1400) que ha sido exportado ahora a los Emiratos.

Los caminos de la Ruta de Seda trazados siglos atrás por camellos y caballos, son vueltos a trazar ahora por super-jumbos y aviones de carga que transportan la pesada maquinaria nuclear desde Corea, en el Lejano Oriente, hasta las costas de la península arábiga.

Cierra la obra un pertinente epílogo con las primeras reflexiones del autor sobre el significado y el impacto del accidente nuclear de Fukushima, acaecido cuando el libro estaba por enviarse a la imprenta. No podía ser de otra manera, dado que BK Kim estuvo directamente encargado del diseño del sistema de seguridad del primer reactor de potencia coreano, y ahora le ha tocado formar en el tema de seguridad a los técnicos árabes que serán responsables del manejo de la planta en Abu Dhabi.

El libro es de especial valor y utilidad para el lector interesado en conocer los aspectos centrales del impresionante desarrollo de la industria nuclear en Corea. Sin embargo (haciendo a un lado los detalles técnicos), su lectura es altamente recomendable para todo aquel que tenga interés en entender el conjunto de factores que condujeron a Corea a adquirir una capacidad tecnológica e industrial de primera línea, con altísimo impacto sobre el desarrollo nacional. Hay claros paralelismos entre los albores del programa nuclear coreano y el mexicano; sin embargo, conforme avanza el tiempo, rápidamente, los paralelismos se van haciendo menos. Quizás, en el caso de México, no sea la energía nuclear una opción estratégica para lograr la autodeterminación tecnológica —podría pensarse—. ¿Por qué no pensar mejor en otras opciones estratégicas, como pudieran ser, por motivos tanto históricos como geopolíticos y de recursos, la industria petrolera o la farmacéutica o la energía solar? ¿Qué se lograría al cabo de cincuenta años de implementación consecuente de decisiones de alto nivel, en cualquiera de estas áreas que fuese definida como prioritaria para el desarrollo?

El libro de BK Kim enseña claramente que —cualquiera que sea el área— éxitos como el coreano no suceden por milagro; son producto de una combinación afortunada de varios factores, entre los que destacan: una visión a largo plazo, compartida y sostenida por los actores centrales; sucesivas decisiones estratégicas, que toman en cuenta las, a veces, duras lecciones aprendidas, sin perder de vista el objetivo final; una inversión fuerte en infraestructura y en educación, en todos los niveles; y mucho, mucho trabajo y entrega personal de gente calificada que conoce bien su oficio. Algo tenemos que aprender.
LOURDES ARENAS B.
Datos blandos para ciencias duras
Innovación y desarrollo tecnológico

Álvarez González, Miguel Ángel. Datos blandos para ciencias duras. El camino de la psicología a las neurociencias. Buenos Aires: Paidós, 2009, ("Tramas Sociales" 53), 196 pp.

Este libro surge de la necesidad de reclutar psicólogos para un proyecto de neurocognición en niños de comunidades desfavorecidas. Impartir las conferencias, nos relata el autor, no fue tan complicado como poner por escrito este curso.

El autor, un investigador en psiconeuroendocrinología y neurocognición, describe la situación actual de la psicología y su relación con las neurociencias, así como los probables puntos de colaboración entre éstas, desde la perspectiva de la interdisciplinariedad.

Este libro va más allá de su primer propósito, puesto que deja entrever mucho del proceso de escritura; le da espacio a explicaciones fundamentales, y aborda cuestiones básicas como la actitud crítica hacia los demás, que debe empezar en el trabajo propio. Desde la inclusión de un “Prólogo controversial” con opiniones expresamente divergentes de las del autor hasta una sección denominada “Problema no resuelto” para cada apartado, Álvarez González ofrece a sus lectores un texto altamente legible.

En el primer capítulo, “Psicología y neurociencias”, sacude al lector con sus hipótesis provocadoras, entre ellas, la relacionada con que la distinción entre las ciencias duras y las humanidades es falsa. Revisa las antiguas discusiones epistemológicas y afirma que es momento de retomar “el mestizaje disciplinar” para abordar temas o problemas científicos y sociales, y dejar atrás la división académica por áreas. Sostiene que, paradójicamente, no obstante los avances tecnológicos actuales, aún faltan modelos que posibiliten la asimilación gradual de la información.

En “Barreras para la integración de la psicología con las neurociencias” contrapone, por ejemplo, los principios de la transmisión cultural con las ideas simplistas del determinismo biológico, y revisa las aportaciones de la neurobiología del aprendizaje. Asimismo, comparte su breve experiencia de contacto con B. F. Skinner, a principios de los ochentas.

El capítulo “Mecanismos mente-cuerpo” fue escrito al final, como respuesta a una revisión crítica de Mario Bunge, y se propuso generar en el lector la necesidad de formular hipótesis sobre los procesos cognitivos y emocionales, como el nacimiento de la inteligencia, el neurodesarrollo y la conciencia, entre muchos otros.

“Medir o no medir, ese es el problema” aborda el consabido reto que ha enfrentado la psicología; revisa las debilidades de los instrumentos de medición hasta ahora utilizados, y la falta de representación neural de los mecanismos que está intentando conocer.

En “Apuntes sobre la organización de y para la investigación científica: el arte de lo soluble”, Miguel Ángel Álvarez ofrece algunas herramientas para planear el trabajo de los psicólogos, y nos dice que “la libertad en la investigación es la libertad de planear”. Concluye enlistando los que a su juicio serán los temas de mayor impacto social en esta área.

Esta lectura resultará muy provechosa para cualquier persona interesada no sólo en la ciencia sino en entender un poco más el mundo, gracias a su lenguaje claro, su estructura ordenada, su carácter enciclopédico y su amplia bibliografía.

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