Gestión del agua en México y sus problemas


Gestión del agua en México y sus problemas
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El agua es un bien común que se encuentra en múltiples espacios. Un dicho recurrente para mostrar su relevancia es: “el agua es vida”. Su importancia es indudable, pues está incorporada en los procesos biológicos de la vida animal y vegetal, en los físicos (la atmósfera, los flujos subterráneos de agua, la vida acuática de los manglares, lagos, lagunas y mares), así como en la vida económica y productiva de los países, ciudades, pueblos y comunidades: es un eje en la producción de alimentos y bebidas en el mundo contemporáneo. Aún más, el agua forma parte de la cosmogonía de muchos pueblos campesinos indígenas y mestizos, en donde ésta es símbolo importante en sus fiestas anuales (figura 1).


          En las últimas décadas, no obstante, se han multiplicado problemas y conflictos relacionados con el agua, como: el acceso a ella, su disponibilidad y calidad en ciudades y comunidades rurales, su reúso y contaminación, aparte de los desastres ocasionados por inundaciones y sequías, el cambio de los patrones de precipitaciones y temperaturas en diversas regiones. Además, otros temas importantes se han colocado como puntos de debate entre los expertos, gestores e instituciones que estudian o manejan el agua, como la concentración de derechos de extracción y fuentes de agua en pocas manos.
          En este sentido, la gestión del vital líquido se ha ubicado como un tema central en cuanto a puntos específicos relacionados con sus usos, política, economía y ecología. Asimismo, su gestión sustentable debe considerar que los conflictos no se reducen a un solo problema de abasto, pues también son de índole económica, de ingeniería o técnicos, ya que su origen proviene de múltiples complejidades culturales, sociales y, por supuesto, territoriales, debido a que el agua no sólo se encuentra ahí para ser tomada; al contrario, ésta se apropia, se controla; su uso es regulado en cada país mediante leyes y reglamentos.
          El agua también es almacenada, bombeada, trasvasada, purificada, vendida, controlada y usada, ya sea para la agricultura, la industria, el turismo o la ciudad, en grandes y pequeñas cantidades, características que hacen de ella un bien común territorializado y multidimensional (figura 2).

          En todo este conjunto de discusiones, la gestión del agua se ha planteado como un problema fundamental por resolver, en tal sentido, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) expuso que debe priorizarse el diseño de un camino de gestión eficiente, equitativo y sostenible de los recursos hídricos del mundo para maximizar los resultados económicos y el bienestar social, sin comprometer la sostenibilidad de los ecosistemas; este enfoque ha sido denominado Gestión Integrada de Recursos Hídricos (GIRH).

En la situación particular de México, la gestión del agua presenta una multiplicidad de adversidades que han llevado a discusiones extensas, tanto en debates legislativos como al interior de los organismos administrativos encargados del manejo del agua en el país, como la Comisión Nacional del Agua (Conagua),1 los organismos municipales de agua potable, los consejos de cuenca2 y los organismos operadores que existen en México. Al mismo tiempo, varios temas han sido cuestionados por organizaciones civiles, académicas y movimientos sociales,3 lo cual ha permitido conformar un amplio debate respecto a las complejidades de la gestión equitativa y democrática del agua.
          En algunos casos, se ha discutido en las universidades y centros de investigación; en otros, las personas se han agrupado en círculos de análisis, propuestas de ley y política pública, como La Coordinadora Agua para Todos y también Agua para la Vida, además de organizaciones sociales como el Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (Mapder).
          En este contexto, la actuación del estado mexicano y sus instituciones encargadas del manejo y gestión del agua han sido cuestionadas en torno a las formas como han construido los usos de ésta en el país; también existen críticas a las prácticas burocráticas y administrativas; por ejemplo, las concesiones para extraer y explotar agua superficial y subterránea, las cuales han sido otorgadas de una manera ampliamente centralizada y vertical, con poca claridad en la información sobre los caudales otorgados y usados (figura 3); por otro lado, en el caso de la contaminación de los ríos por parte de las industrias y las mineras, que poco han hecho para remediar el desastre ambiental motivado por sus derrames de agua contaminada a los cauces, como sucedió en el caso del río Sonora, en 2014.


          No obstante, es importante mencionar que la gestión del agua en México no es un asunto simple y fácil, no sólo porque el país es diverso y muy amplio —puesto que posee una extensión territorial aproximada a los 2 millones de km²—; sino, además, porque se tiene una población cercana a los 120 millones de habitantes, de los cuales seis millones son hablantes de alguna lengua indígena.
          Adicionalmente, la complejidad en la gestión del agua está condicionada por la amplia gama de climas y microclimas: húmedos, subhúmedos, semiáridos, áridos y muy áridos. El país tiene 51 ríos principales y su red hidrográfica comprende 633 mil kilómetros de longitud y 653 acuíferos. Por otro lado, México se localiza en una región en la que se presentan huracanes, tormentas y depresiones tropicales, tanto en el Golfo de México como en el Océano Pacifico; además, es camino de los frentes fríos provenientes del norte del continente americano, fenómenos que pueden causar afectaciones relacionadas con el agua, tales como inundaciones, lo cual impone retos a la administración del agua.

Veamos un ejemplo que ilustra con mayor detalle lo anteriormente mencionado. San Luis Potosí es un estado con un desarrollo industrial e inmobiliario importante, principalmente, en su ciudad capital, con diversas actividades económicas, como la agricultura de exportación y la minería, en sus cuatro regiones (mapa 1).


          Asimismo, el estado tiene una importante población indígena náhuatl, tenék, pame y otomí; principalmente, en la región huasteca, la cual es adicional a las migraciones de las últimas décadas: mixteca, triqui y mazahua.
          San Luis Potosí tiene climas húmedos, subhúmedos, áridos y muy áridos a través de una amplia red de ríos perennes en la cuenca del río Pánuco, donde se encuentran presas y centrales hidroeléctricas importantes. Asimismo, es un estado con fuerte afluencia de turistas, básicamente en la región huasteca, que también es paso de frentes fríos, tormentas tropicales y huracanes (mapa 2).

          Este estado presenta varios problemas en la gestión del agua, tanto en sus zonas urbanas como en las rurales; por ejemplo, la ciudad de San Luis Potosí, ubicada en la región centro del estado, se localiza en una zona árida y sobre un acuífero sobreexplotado; en consecuencia, el desabasto de agua es una  complicación recurrente en diversas colonias, aun cuando, en 2012, se inauguró la presa El Realito, en el río Santa María, para llevar 1,000 litros de agua por segundo a la ciudad y su zona metropolitana (figura 4). Además, en este espacio urbano se encuentra un corredor industrial que utiliza tanto agua subterránea como superficial y podemos decir que, en los últimos años, el uso industrial e inmobiliario del vital líquido ha predominado sobre el doméstico, lo cual ha avivado las demandas de la sociedad ante la carencia de agua en las casas; así, el recuento anterior se presenta como un reto fundamental para las instituciones que la gestionan como Conagua, la Comisión Estatal del Agua (CEA) y el Organismo Intermunicipal de Agua Potable Alcantarillado y Saneamiento (Interapas). 

Otro caso es el de la región Huasteca, la cual es húmeda y se ha convertido en un lugar turístico, donde se aprovecha la red de ríos y cascadas, contando, además, con una importante presencia de pueblos y comunidades indígenas  En esta zona, los debates sobre el agua han estado signados por las exploraciones para explotar hidrocarburos, mediante la técnica de fracturación hidráulica —la cual permite la extracción de gas y petróleo del subsuelo—.


          Si bien el gobierno federal ha declarado que no se llevará a cabo esta práctica, las comunidades campesinas e indígenas de la región se han organizado con el fin de oponerse vehementemente a la utilización del agua para esta actividad. Aún más, en las comunidades de la región también hay problemas generalizados en el abasto de agua, así como una severa contaminación de los ríos por la acción de los ingenios azucareros. Ante estas situaciones, se ha mostrado que la propia organización política comunitaria ha permitido proteger las fuentes de agua y ha ayudado a enfrentar diversas eventualidades como las inundaciones o deslaves.
          Estos son sólo algunos ejemplos de los complejos problemas relacionados con la gestión del agua que se presentan en el país y a los cuales debemos hacer frente para mejorar las condiciones de vida de todos los mexicanos en el futuro.
          Por último, conviene apuntar que, para una gestión sustentable del agua:
          Primero: no se debe reducir el tema a un problema exclusivamente de abasto; es indispensable incluir rubros como: cantidad, calidad, los diversos usos de agua y la construcción de infraestructura hidráulica.
          Segundo: es necesario observar asuntos sociales, políticos y económicos en los cuales las instituciones y organismos encargados de manejar y administrar el agua en el país tienen un papel relevante, tanto en la planeación, como en hacer cumplir la ley en términos del uso, consumo y acumulación de derechos de agua.
          Tercero: es sumamente importante considerar el manejo dispuesto por los pueblos indígenas y campesinos mestizos, el cual han implementado en sus comunidades en beneficio de una distribución más democrática del agua, lo que ha cuestionado en todo momento —como en las ciudades o, incluso, en espacios rurales— el predominio de usos de agua para la agroindustria y el desarrollo inmobiliario, por citar dos ejemplos, en detrimento de los usos del agua para uso doméstico o riego y agricultura de autoconsumo.

Edgar Talledos Sánchez

Es doctor en Geografía por la UNAM. Actualmente es Catedrático Conacyt en el programa Agua y Sociedad de El Colegio de San Luis A. C. y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (I). Sus líneas de investigación son: Equidad, Culturas y políticas del agua y Estudios del territorio. C. e.: edgar.talledos@colsan.edu.mx

Juan Alberto Velázquez Zapata 

Es doctor en Ingeniería Civil por la Universidad Laval, Quebec, Canadá. Actualmente es catedrático Conacyt en el programa Agua y Sociedad de El Colegio de San Luis A. C y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (I). Sus líneas de investigación son: Historia ambiental y aprovechamientos hidráulicos y Estudios del territorio. C. e.: alberto.velazquez@colsan.edu.mx

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