Oro azul bajo el suelo de la península de Yucatán


Oro azul bajo el suelo de la península de Yucatán
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Al hablar de la península de Yucatán y lo que hay bajo sus suelos, nos referimos al oro azul, el agua subterránea yaciente en las entrañas de sus rocas y cavernas.
          Esta Península es una plataforma de roca caliza formada durante el periodo que va del Triásico al Holoceno —hace 200 millones de años— y está asociada a la frontera de las placas de Norte América, Cocos y el Caribe.
          La alta permeabilidad de la roca permitió que se formara uno de los rasgos más importantes en la región: el acuífero cárstico (de formación caliza), que corre por aproximadamente 165,000 km, abarcando México, Guatemala y Belice. En nuestro país, el acuífero se extiende a lo largo de Campeche, Yucatán y Quintana Roo (figura 1).


          Hacia el final del Cretácico, la Península sufrió el impacto de un asteroide que formó el cráter de Chicxulub, 65 millones de años antes. Éste y las propias características de disolución de la matriz geológica dieron origen a un rasgo geomorfológico único en la zona: el anillo de cenotes. Por el contrario, en el lado noreste de la Península hay fracturamientos paralelos a la costa que han generado sistemas compuestos por cavernas y cuevas tan largos como el sistema Oxbel-Ha (con 270 km de longitud, el cual conecta 140 cenotes).

El oro azul    

La principal fuente de agua potable en la península de Yucatán es el acuífero regional, el cual se define como un lente delgado de agua dulce que flota sobre agua salada, cuyo espesor varía según la cercanía a la costa de esta Península.1 El agua contenida en el acuífero posibilita el establecimiento y desarrollo humano y, al mismo tiempo, ha sostenido diversos ecosistemas terrestres, incluidos los manglares; además, tiene gran influencia en uno de los más grandes sistemas de arrecifes de coral.2
          
El término “agua subterránea” es normalmente utilizado para el agua ubicada en el subsuelo, cuya frontera o límite comúnmente denominamos tabla de agua o nivel freático, a partir de este punto, puede alcanzar profundidades de varios metros. Siempre la vamos a encontrar en las formaciones geológicas que están completamente saturadas y son mejor conocidos como acuíferos.3 Por tal razón, Fetter4 definió estos acuíferos como unidades geológicas capaces de almacenar y transmitir el agua a velocidades lo suficientemente rápidas para suministrar cantidades razonables de agua subterránea que puede ser extraída y distribuida en la superficie.
          En algunos casos, su cercanía a la costa afecta el acceso al agua fresca para su distribución, pues el agua salina podría llegar a mezclarse y los pozos de extracción empiecen a distribuir agua salada, lo cual requiere un tratamiento costoso para ser remediada; en consecuencia, disminuye la calidad y cantidad del agua fresca disponible para la población. Así, las escorrentías de agua de lluvia pueden afectar la calidad del agua fresca al introducir contaminantes que se encuentran en la superficie y se disuelven en el agua, después de lo cual, por infiltración, llegan al agua subterránea contaminándola y disminuyendo su calidad para consumo humano.

El término karst describe los distintos paisajes que se desarrollan en tipos de rocas como calizas, dolomitas, yeso y halita, las cuales son fácilmente disueltas por el agua. El término karst es derivado de una palabra que significa “pedregales”, lugar de rocas, utilizado para describir la región Kras —ahora parte de Eslovenia y Croacia—, donde distintos paisajes kársticos están excepcionalmente bien desarrollados.
          Para el caso de la península de Yucatán, se presenta un acuífero carbonatado que muestra una amplia gama de características hidrológicas como porosidad y permeabilidad en sus rocas; es decir, existen conductos en los poros de la roca carbonatada que almacenan agua, así como fracturas y conductos de disolución en los cuales fluye el agua como pequeñas oleadas en un canal abierto y al cual se considera un sistema cárstico o kárstico.
          Lo anterior ha sido posible debido a la elevada permeabilidad del material geológico (caliza), la reducida pendiente topográfica y el limitado espesor del suelo de la península de Yucatán, propiciando que el agua proveniente de las lluvias se infiltre rápidamente hacia el acuífero; de esta manera se garantiza una continua recarga del mismo. Sin embargo, tal desplazamiento también permite el movimiento de diversas sustancias presentes que se infiltran por la delgada capa de suelo hasta incorporarse al agua subterránea.

Para poder proteger el recurso hídrico de la península de Yucatán es importante hablar de los flujos acuáticos, los cuales se definen como aquellas corrientes que mueven el agua y la distribuyen a todo el sistema, realizando una recarga hidrológica subterránea de manera uniforme en toda el área, conforme a los patrones de precipitación pluvial.5
          
El agua se infiltra en el manto subterráneo a través de fracturas, oquedades, dolinas y conductos de disolución; regionalmente, algunas de estas geoformas son conocidas como aguadas, cenotes (del maya tznot), reholladas y poljes. Cuando el agua llega al acuífero sigue diferentes trayectorias de flujo, controladas por el desarrollo o evolución del karst. En la península de Yucatán existen tres modelos de flujo que son referentes importantes en el monitoreo orientado a la preservación de las reservas hídricas: 1) La falla del anillo de cenotes, 2) La sierra de Ticul y 3) Sistema de fracturas de Holbox- Xel-Há. Sin embargo, la información que se tiene en este sistema kárstico es, principalmente, a escala regional; nos falta incrementar la definición de los flujos locales e intermedios. Esta información nos es útil para definir si la zona se recarga lo suficientemente rápido para mantener la extracción de pozos de distribución o de riego, o bien, si los flujos recorren escalas intermedias que promuevan el transporte de contaminantes de diferentes fuentes o si permitirá distinguir a mayor detalle la interacción del agua subterránea mediante situaciones específicas que lleguen a afectar los ecosistemas; por ejemplo, se ha detectado que compuestos de uso agrícola, como pesticidas, arriban a zonas del Rio Hondo6 afectando a los organismos que en él habitan, la infiltración al subsuelo de contaminantes de origen urbano son detectados en cenotes o reholladas.7

Conocer nuestros acuíferos, en especial el de la península de Yucatán, beneficia no sólo en la comprensión de las condiciones en las cuales se presenta el comportamiento del agua subterránea, pues se trata de un depósito importante para la existencia de los ecosistemas, los habitantes y la práctica de las actividades económicas efectuadas en éste; consideremos, además, que de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), es una de las regiones hidrológicas de reserva de agua más importantes para todo el país.

  • Marín, L. E., Pacheco, J. G.,  Méndez, R., (2004) Hidrogeología de la península de Yucatán en el agua en México, vista desde la Academia. (B. Jiménez y L. E. Marín eds.). Academia Mexicana de Ciencias. México; 381.
  • Bauer-Gottwein, P., Gondwe, B. R. N., Charvet, G., Marín, L. E., Rebolledo-Vieyra, M., Merediz-Alonso, G. (2011). Review: The Yucatan Peninsula Karst Aquifer. Mexico. Hydrogeology Journal, 19(3), 507-524. En: http://doi.org/10.1007/s10040-010-0699-5
Rosa María Leal Bautista 

Es doctora en Geología “Geology and Environmental Geosciences” (2005), por la Northern Illinois University. Es experta en hidrogeología con énfasis en transporte de contaminantes en sistemas cársticos, y labora en la Unidad de Ciencias del Agua del CICY, donde ha dirigido tesis de alumnos de posgrado y proyectos relacionados con contaminantes emergentes. C. e.: rleal@cicy.mx

Fanny M. de Gante Ayora

Es maestra en Gestión de Proyectos y Procuración de Fondos Públicos; maestra en Dirección Comercial y Marketing; experta en educación ambiental y cultura del agua. Coordina el área de vinculación de la Unidad de Ciencias del Agua del CICY. C. e.: fanny.degante@cicy.mx

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