Los sistemas de irrigación automatizada están basados en los mismos tres pasos: cuánta agua se requiere, cuánta hay disponible en la tubería y cuánto tiempo toma el riego. El sistema más sencillo consta de un aparato enroscado entre la llave de agua y la manguera, el cual cuenta con una válvula programable; de este modo, diariamente se abre a una determinada hora por un número específico de minutos (algo muy útil para quienes nos olvidamos de las instrucciones de la abuela sobre el cuidado del jardín).
Para casas grandes con jardín adelante, atrás y a un lado, hay controles de cuatro a seis zonas con válvulas eléctricas instaladas en la misma tubería. El control va encendiendo cada zona durante el tiempo requerido; de modo que se debe colocar mini-aspersores de agua más o menos cada metro lineal para cubrir cada área.
El proceso es similar si hablamos de áreas públicas en la ciudad, como camellones y áreas verdes de parques, donde hay más zonas (y controles más grandes), además de aspersores con mayor alcance y separación de unos cinco metros entre sí.
La última tecnología está basada en tuberías enterradas apenas por debajo del suelo, con orificios para la salida del agua, los cuales son recubiertos de cobre para evitar que las raíces los tapen. Estos sistemas están hechos a prueba de pérdidas que puedan deberse a evaporación y brisa llevada por el aire; también evitan el robo de partes visibles. De hecho, actualmente, son lo óptimo en uso inteligente del agua.
En las grandes áreas verdes, como los campos de futbol, suelen dividir las diferentes zonas, pues regar todo al mismo tiempo requeriría demasiada agua en la tubería, por ello fraccionan los terrenos en 6 o 10 zonas —dependiendo de la superficie— y utilizan aspersores tipo rotor, pues éstos lanzan agua mediante un chorro de hasta 25 metros a lo largo y su mecanismo hace girar el chorro alrededor de esta área; pero no es un chorro normal, pues está diseñado para que el agua regada sobre el pasto sea uniforme.
La crema y nata son los sistemas de riego para los campos de golf, pues conjuntan la mayor variedad de retos en lo referente al riego. Todas las áreas verdes deben estar en excelentes condiciones, a la altura de los clientes; desde jardineras exóticas en la entrada, hasta extensas áreas con pasto especial, pasando por mini-bosques que requieren riego directo a la raíz de cada árbol.
Los controles actuales son sistemas programables desde internet accesibles vía Wi-Fi dentro del campo o, incluso, mediante una
app en el teléfono de algún miembro del personal a cargo. Cuentan con sensores diversos para calcular el agua requerida en cada zona; incluso, tienen estaciones meteorológicas completas con detección y predicción de lluvia. Por cierto, el famoso lago en medio del campo, más que adorno es en realidad la reserva de agua para el sistema de irrigación.