Moluscos parásitos


Moluscos parásitos
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Muchos de nosotros hemos conocido a alguien que ha tenido lombrices intestinales o nuestros perros y gatos han tenido pulgas; se trata de animales que se alimentan de las sustancias producidas por nuestros cuerpos, su presencia es muy molesta y pueden llegar a causar daños de importancia; dichos organismos son ejemplos de parásitos.
          El parasitismo consiste en una asociación entre dos organismos en la cual uno de ellos es beneficiado (el parásito), mientras que el otro es perjudicado (huésped). Podemos hablar de diferentes tipos de interacciones, dependiendo del lugar donde el parásito se desarrolle: los ectoparásitos viven sobre el huésped, mientras que los endoparásitos habitan dentro del huésped.

El parasitismo es una interacción muy estudiada en el humano, ya que algunas enfermedades son provocadas por parásitos, tal es el caso de la teniasis y la cisticercosis, enfermedades intestinales y cerebrales ocasionadas por un gusano plano conocido como “solitaria” (Taenia solium); otros ejemplos son el paludismo, el mal del sueño y el mal de Chagas, que son provocadas por diferentes tipos de protozoarios*; el humano adquiere este tipo de enfermedades a partir de algunos parásitos: mosquitos o garrapatas que albergan a estos protozoarios.

Los moluscos forman un grupo de animales que podemos encontrar en los océanos, ríos, lagos y también en ambientes continentales, como nuestro jardín; incluso, los comemos, tal es el caso de pulpos, calamares, ostras, mejillones y caracoles.
          Una de las principales características en casi todos estos animales es la presencia de una concha; además, tienen una rádula que les permite a triturar su alimento y también poseen un pie musculoso, así como tentáculos que les ayudan a moverse. Este grupo se divide en ocho clases, pero los más conocidos son los Gastropoda (caracoles y babosas) y Bivalvia (ostras, mejillones y almejas).
          Los estudios relacionados con la parasitología sobre moluscos se enfocan, principalmente, en aquellos que afectan al ser humano, debido a que algunos parásitos requieren alojarse temporalmente en los caracoles para desarrollarse, y los usan como hospederos intermediarios para después poder llegar a nosotros.
          Se podría pensar que algunos moluscos, al ser animales de poco movimiento, tienen una escasa interacción con otros animales, pero ocurre todo lo contrario ya que algunos de ellos también llegan a ser parásitos. Existen dos formas en las que se pueden presentar los moluscos parásitos, en la fase larvaria, como es el caso de los bivalvos, o durante la etapa adulta, como ocurre en los caracoles.

Los caracoles conforman el grupo de moluscos con mayor cantidad de especies parásitas. Sus principales hospederos son los equinodermos (estrellas, pepinos y erizos de mar) y cnidarios (como las anémonas), aunque también pueden parasitar a peces y otros moluscos. La mayoría de ellos pertenecen a las familias denominadas Eulimidae, Pyramidellidae y Colubrariidae, las cuales habitan en el mar.
          Los eulímidos —caracoles que constituyen la familia Eulimidae— son parásitos exclusivamente de equinodermos, viven de forma permanente en el huésped y pueden alimentarse de su mucosa o epitelio. Para su vida parasitaria, poseen un órgano llamado probóscide, cuya función principal es succionar el alimento (figura 1).


          La mayoría de estos caracoles son ectoparásitos, a excepción de algunas especies que se han encontrado en sistemas respiratorios de pepinos de mar, formando pequeñas tumoraciones.
          Entre las consecuencias de este parasitismo para los equinodermos, se incluye la pérdida de nutrientes, ya que los eulímidos, en muchos casos, se colocan alrededor de la zona del estómago y succionan los fluidos estomacales. Otra afectación es que pueden perder la autotomía, el caracol Stylifer linckiae (figura 2), al penetrar el brazo ambulacral de la estrella, provoca la pérdida de esta capacidad.

          Por otro lado, los piramidélidos carecen de rádula y son ectoparásitos de poliquetos (gusanos anillados), otros gasterópodos y bivalvos. El modo de parasitar a su huésped es mediante una bomba de saliva que transporta enzimas, la cual, junto con la probóscide, le ayuda a perforar el esqueleto de su huésped y así logra obtener sus fluidos corporales. Una de las consecuencias que puede generar en los bivalvos es que éstos no se desarrollen completamente, debido a la gran cantidad de parásitos que poseen.
          Finalmente, no sólo los murciélagos, sanguijuelas y mosquitos chupan sangre, también existen caracoles que pueden hacerlo y pertenecen a la familia Colubrariidae, conocidos como “caracoles vampiros”, los cuales se encargan de “chupar” sangre, principalmente, a los peces.
          Estos caracoles también tienen una probóscide (órgano bocal útil para la succión) —aunque más alargada— que puede llegar a medir de 8 a 10 cm, con la cual toman la sangre de sus hospederos. La forma en que, principalmente, parasitan a los peces loro es la siguiente: el caracol espera enterrado en la arena hasta que el pez loro baja sus defensas (lo cual suele ocurrir mientras duerme, aunque también puede llegar a parasitarlo mientras está activo), en ese momento, extiende su larga probóscide y la entierra en el pez, la cual puede llegar a enterrarse en el ojo, en la boca o en la abertura anal (figura 3).

Algunos bivalvos son endoparásitos, principalmente, de peces. La única familia que presenta una etapa parasitaria es Unionidae, la cual habita en los ríos y su fase larvaria presenta estructuras especiales para fijarse a las branquias del pez.
          Su larva se llama gloquidio y está dotada de una serie de ganchos y cerdas para poder adherirse a las branquias de los peces. Posteriormente a la fecundación, la hembra del bivalvo deposita los huevos en una de sus branquias, la cual está modificada en una pequeña bolsa llamada “marsupio”. Ya que han madurado, las larvas gloquidio son expulsadas al medio acuático y pueden sobrevivir ahí de dos a 14 días (figura 4); muchas veces, las larvas pueden estar cubiertas de mucus, lo cual les da forma y tamaño muy parecidos a los de un pez pequeño, con lo que atraen a su hospedero.


          Otra adaptación que poseen estos bivalvos es la modificación del manto, ya que algunos presentan una pigmentación muy parecida a la de los peces que habitan en su ambiente, esto les sirve como señuelo para atraerlos, por lo que, al momento en que el bivalvo siente la mordida, expulsa las larvas hacia el pez (figura 5), las cuales entran en éste gracias al movimiento natural que llevan a cabo en sus branquias para obtener oxígeno.

          En caso de que la larva logre adaptarse al pez, ésta obtiene protección y nutrientes del hospedero. El tiempo que dura la larva en el pez depende de la temperatura del agua y del tamaño de la larva; la fase parasitaria puede durar de tres días hasta 10 meses, para después convertirse en bivalvos juveniles de vida libre. Adicionalmente, los peces hospederos pueden contraer diferentes infecciones bacterianas y morir a causa de este parasitismo.

El estudio de la parasitología en México se enfoca, principalmente, en la parte médica y muchos otros estudios están enfocados en el impacto económico como es el control de algunas plagas, la destrucción de ciertos cultivos de ostras, etcétera.
          Nuestro país cuenta con las tres familias de moluscos gasterópodos parásitos, pero solamente la familia Eulimidae se ha reportado en el Golfo de California como parásito de equinodermos. La incidencia de caracoles parásitos se puede considerar como un indicador biológico, ya que muchas veces, en los sitios donde existe una alta presencia de este tipo de parásitos, el ambiente ha sido perturbado por el hombre; por ejemplo, en las zonas donde se encuentra esta familia de moluscos existe una alta cantidad de contaminantes en el océano, lo cual podría afectar la salud del equinodermo y propiciar que se convierta en un huésped fácil para el caracol.
          El conocer la interacción parasitaria entre el molusco y su huésped es un tema de gran importancia, ya que algunos equinodermos —principalmente, pepinos de mar del Golfo de California y de la Península de Yucatán— se comercializan; por lo tanto, si hay una gran área perturbada por contaminantes, existirá una mayor incidencia mayor de caracoles parásitos que puedan dañar a este tipo de equinodermos o a otros animales, además de afectar la comercialización de este grupo.

  • Bauer, G., y Wächtler, K. (2001). Ecology and Evolution of the Naiads. Ecology and Evolution of the Freshwater Mussels Unionoida. Springer Berlin Heidelberg. Nueva York, EUA.
  • Cheng, T. (1986). Parasitología general. Academic Press. Londres, Inglaterra. Johnson, S., Johnson, J., y Jazwinski, S. (1995) Parasitism of Sleeping Fish by Gastropod Mollusks in the Colubrariidae and MarginellidaeG at Kwajalein, Marshall Islands. Festivus, 27(11).
  • Odum, E. P. (1959). Fundamentals of Ecology. W. B. Saunders Company. Filadelfia, EUA.
  • Salazar, A. y Reyes, H. (1998). Parasitismo de Thyca Callista (Gastropoda: Capulidae) sobre Phataria Unifascialis (Asteroidea: Ophidiasterida), en el Golfo de California, México. Revista de biología tropical. 3(46).
Glosario   

Autotomía: Capacidad de los animales para desprenderse de alguna parte de su cuerpo con el objetivo de escapar de sus depredadores.

Fase larvaria: Etapa juvenil de los animales que presenta una morfología diferente a la adulta.

Eulímidos: Caracoles marinos que se caracterizan por tener una concha semitransparente, alargada y lisa, en su mayoría ectoparásitos.

Manto: Parte del cuerpo de los moluscos que secreta la concha.

Probóscide: Órgano en forma de trompa o pico compuesto de ganchos que brinda un mayor agarre al parásito.

Protozoarios: Microorganismos unicelulares heterótrofos (aquellos que se nutren de seres vivos).

Piramidélidos: Caracoles marinos de tamaño pequeño, blancos y poseen una concha en espiral y alargada, en su mayoría ectoparásitos.

Rádula: Órgano que la mayoría de los moluscos tiene en forma de lengua; la cual posee, además, pequeños dientes que le ayudan a triturar su alimento.

Juan M. Hernández Mireles

Es estudiante de biología, en la Facultad de Ciencias-UNAM. Actualmente realiza su tesis sobre la interacción de moluscos gasterópodos y gusanos platelmintos en la Colección Nacional de Moluscos del Instituto de Biología — UNAM. C. e.: juan.m@ciencias.unam.mx; juanm.hdzmir@gmail.com

Xochitl G. Vital Arriaga 

Es maestra en Ciencias por el Posgrado en Ciencias del Mar y Limnología — UNAM. Es profesora en la Facultad de Ciencias y, actualmente, desarrolla su doctorado en el Posgrado en Ciencias Biológicas, en la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación, de la Facultad de Ciencias — UNAM, en Sisal, Yucatán. Estudia moluscos desde 2009; principalmente, ecología de babosas marinas heterobranquias del Golfo de México. C. e.: vital@ciencias.unam.mx

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