La pesca en México


La pesca en México
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Desde hace años, cuando era estudiante, uno de los grupos de interés que más me llamaba la atención y me sigue atrayendo son los peces; particularmente, las especies conocidas comúnmente como peces comerciales.
          Aproximadamente,

desde hace dos años, he tenido un interés particular en saber y dar a conocer cómo es la pesca en México, la forma como se realiza, dónde se lleva a cabo, qué importancia tiene para México, si existe o no alguna regulación para esta actividad, cómo se realiza la pesca sustentable… El recurso pesquero es infinito y, así como estas dudas, me han ido surgiendo otras, las cuales he tratado de contestarme y al mismo tiempo dar a conocer o difundir. En este pequeño espacio trataré de dar a conocer un poco sobre la pesca en nuestro país.

 México es uno de los países en el mundo que cuenta con un enorme territorio marino, tiene cerca de 12,000 kilómetros de litoral, casi 3 millones de kilómetros cuadrados de Zona Económica Exclusiva (ZEE) y 360,000 kilómetros cuadrados de plataforma continental.
          Todo este territorio tiene un gran número de ecosistemas costeros y marinos como: manglares, pastos marinos, arrecifes, zonas de arena, marismas, lagunas costeras y zona pelágica; ecosistemas y sitios que albergan muchas especies, tanto de peces, como de invertebrados, mamíferos marinos y reptiles; estos dos últimos grupos no son aprovechados de manera legal, por lo que no hablaremos de ellos aquí.
          Entre los grupos legalmente aprovechables en la actividad pesquera, están los peces, de los cuales han sido registrados cerca de 3,000 especies en México. Aquí quedan comprendidos peces marinos, dulceacuícolas, tiburones y rayas; de este total, aproximadamente, 600 especies son aprovechadas de alguna forma.
          El otro grupo aprovechado está conformado por invertebrados, entre ellos, los moluscos como: pulpos, almejas, caracoles, calamares y demás; crustáceos como: camarones, cangrejos, langostas y jaibas; equinodermos como: pepino de mar y erizo; entre otros grupos. En total, cerca de 200 especies de invertebrados son aprovechadas en México.
En temas de administración pesquera, el litoral mexicano se ha dividido en cuatro regiones: Golfo de México, Caribe mexicano, Pacífico norte, Pacífico centro-sur y Golfo de California. No hablaremos ahora sobre lo referente a la zona centro, que es donde se lleva a cabo la pesca continental, ya que, en términos de producción, el porcentaje es mínimo. 

De las 32 entidades de la república mexicana, 17 tienen apertura al mar: 11 en el Pacífico y seis en el Golfo de México y mar Caribe, siendo la parte noroeste del país (Pacífico norte y Golfo de California), la región más productiva, en términos pesqueros.
Como sabemos, la pesca es una actividad de recolección o caza que ha ido desarrollando la humanidad desde la edad de piedra, cuando los humanos ya capturaban peces, tanto en aguas continentales (ríos, arroyos, lagos y lagunas), como en el mar.
          Los primeros registros de pesca informan que esta actividad se llevaba a cabo con las manos y, posteriormente, utilizaron lanzas, flechas y arpones para poder facilitar la labor.
          Con el paso de los años, las técnicas de pesca han ido evolucionando hasta convertirse en lo que hoy conocemos como artes de pesca.
En México, como en todo el mundo, la pesca se remonta a la época de los primeros habitantes, por ser medio de sustento, junto con la caza. Los primeros registros son mostrados en algunas pinturas rupestres, donde es posible ver ciertas especies de peces e invertebrados, así como algunas de las herramientas que utilizaban para la pesca.
          En torno a la época prehispánica surgieron relatos de los primeros cronistas, como Sahagún, Torquemada y Durán, entre otros, en los cuales relatan la variedad de especies acuáticas que eran comercializadas en el tianguis de Tlatelolco; muchas de las cuales provenían de ríos y lagos circundantes a la capital mexica, pero también se hace mención de que la gran mayoría de peces provenían de ambos litorales, principalmente, del Pacífico.
          Por otro lado, muchos de los pueblos prehispánicos de México rendían culto a un dios llamado Opochtli (dios menor o tlaloque, por estar al servicio de Tláloc), el cual era dios de la pesca, inventor de las redes y demás instrumentos relacionados con esta actividad.
A lo largo de los años, la pesca poco a poco fue tomando mayor importancia, principalmente, en los años cuarenta, cuando el principal objetivo fue extraer los mayores volúmenes de peces sin considerar la capacidad de renovación de las especies, lo cual dio como resultado que muchas de las poblaciones de peces e invertebrados comenzaran a mermar por ser sobreexplotadas.
          Fue hasta 1970, que la Secretaría de Industria y Comercio creó la Subsecretaría de Pesca, con lo que el Instituto Nacional de Investigaciones Biológico Pesqueras se transformó en el Instituto Nacional de la Pesca (Inapesca). Pero, años más tarde, el declive de las pesquerías continuaba y, ante ese escenario, el Inapesca creó la Carta Nacional Pesquera, en 1995. Este documento es un instrumento regulatorio pesquero ambiental que indica el estado de salud de los organismos marinos comerciales en México, además de plantear restricciones y límites para ciertas pesquerías.
En México, como en otras partes del mundo, la actividad pesquera se divide en dos flotas: la de altura que se realiza, principalmente, en alta mar con embarcaciones grandes, y su principal objetivo es la captura de atún, sardina, anchoveta y camarón; es decir: esta flota captura 2% de las especies comerciales; sin embargo, es la que captura 70% de la producción total.
          La otra flota es rivereña, es una pesca que se lleva a cabo en los ecosistemas costeros y en zonas de no más de 100 metros de profundidad; esta flota está ligada a comunidades de pescadores que usan embarcaciones pequeñas y medianas, como pangas, lanchas, etc. En este tipo de flota se pesca 30% de la producción nacional, pero esto significa la captura de 98% de las especies comerciales.

Actualmente, los recursos pesqueros en el país se encuentran gravemente deteriorados, ya que la información disponible reporta que 10% de las pesquerías tiene perspectivas de desarrollo, 70% se encuentra en plena etapa de explotación y 20% está en un estado de sobrepesca. Curiosamente, estas cifras tienen la misma tendencia en el ámbito mundial.
          La producción de peces e invertebrados marinos en México, entre los años 2006 y 2014, ha sido cercana a 1.5 millones de toneladas anuales, en promedio, junto con una ganancia aproximada de 17 millones de pesos anuales en valor medio, entre esos años.
          De los 17 estados que tienen litoral, la región noroeste (Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Sonora) es la que obtiene 78% de la producción total; el resto se reparte en los demás estados.
          Las especies que presentan mayor volumen de captura son: sardina, atún, anchoveta, camarón y la categoría “otras” o “escama
México se posiciona entre los 20 principales productores pesqueros en el mundo; no obstante, si la tendencia es seguir intensificando las pesquerías sobreexplotadas o colapsadas, en pocos años ya no habrá tantos peces por capturar. El deterioro de los recursos se debe, principalmente, a impactos directos e indirectos. Los primeros afectan a las especies objetivo, mientras que los segundos repercuten en las interacciones biológicas de las especies que coexisten en el mismo ecosistema.
         También ocurre que tanto el incumplimiento de las normas pesqueras como la falta de gobernanza, son factores que influyen en el deterioro de los recursos marinos, además de la falta de información entre los consumidores.
Como solución para revertir esta situación, el gobierno ha creado la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables, la cual busca garantizar, precisamente, la sustentabilidad de esta actividad, no obstante, algunas deficiencias en esta ley han impedido que la actividad se lleve a cabo de una manera correcta.
          Por otro lado, muchas organizaciones de la sociedad civil junto con centros de investigación están trabajando de la mano con varias cooperativas pesqueras, en las que están creando diferentes estrategias, como las “ecoetiquetas”, las cuales están basadas en distintos estándares y criterios de evaluación, pues ofrecen al consumidor información sobre la sustentabilidad con la que fue capturado y procesado el producto.
          Los principales criterios de sustentabilidad pesquera son: salud de la población pescada, salud del ecosistema, y un buen sistema de gobernanza funcional.
          Además, algunas organizaciones están trabajando desde hace años el tema de refugios pesqueros, que son, en pocas palabras, sitios seleccionados por los mismos pescadores asesorados por expertos, en donde no se realice pesca alguna, con la finalidad de que estos sitios sirvan como semillero de muchas especies y procuren abasto de larvas, juveniles y adultos tanto de peces como de invertebrados, para las zonas circundantes.
Las buenas prácticas de captura, el buen manejo sustentable y la participación del consumidor informado sobre la especie, procedencia y tipo de captura de lo que está consumiendo son las principales herramientas para lograr que la actividad pesquera se vuelva sustentable, lo cual permitirá contar con pescados y mariscos por muchos más años y a muchas generaciones más.

Referencias   
  • Carta nacional pesquera, 2012.
  • Pesca, acuacultura e investigación en México, 2006.
  • La pesca en México: estado de la explotación y uso de los ecosistemas, 2011.
  • Criterios de sustentabilidad pesquera. Una guía fundamental para conservar los recursos pesqueros en México, 2018.

 

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