El Profesor Azpiroz explica que las personas que tienen Insuficiencia Renal Crónica (IRC) requieren de técnicas de reemplazo de las funciones del riñón. Las que se emplean hoy día son la diálisis peritoneal y la hemodiálisis simple. La primera tiene como riesgo un alto índice de mortalidad después del primer año de uso y la segunda resulta más costosa por medicamentos y tratamientos para las reacciones secundarias.
     Desde 2003, investigadores del CI3M y del Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez” comenzaron a trabajar en protocolos relacionados con la hemodiálisis. En 2007 el CI3M fue establecido como Laboratorio Nacional y ocho años más tarde, junto con la UAM y bajo el financiamiento de Conacyt, se logró fundar una clínica para la experimentación de nuevos procesos. “La idea central ha sido desarrollar técnicas y tecnologías avanzadas para el tratamiento de la IRC que mejoren la atención a los pacientes y su calidad de vida; además de proporcionar la infraestructura necesaria para que se puedan desarrollar nuevos modelos del cuidado de la salud, principalmente en los campos de la IRC y enfermedades asociadas con la nutrición y la obesidad; por eso es que, en 2018, abrimos una nueva clínica, en alianza con la AMORN (Asociación Mexicana de Obesidad, Riñón y Nutrición, A. C.) sin fines de lucro y, a partir de febrero comenzamos a recibir pacientes”, explica el director general de la clínica, que es un centro de investigación en el que se integran experiencias para más adelante poder transferir la tecnología y hacer más centros como éste en México y otros países.
     “La técnica es una hemodiafiltración (HDF), en la que se inyecta directamente el líquido dializante al torrente sanguíneo para mejorar la depuración de varios solutos (lo que se disuelve en la solución, que en este caso son las toxinas que el cuerpo debe desechar). Lo que adquiere el Laboratorio Nacional es una máquina que permite hacer esta hemodiafiltración, pero nosotros pensamos que podría ser una innovación el hacer mejoras técnicas al procedimiento y una de ellas es que el paciente esté activo durante el tratamiento, así que lo ponemos a pedalear, como si fuera al spinning, colaboramos a que el paciente haga su ejercicio, lo tenemos monitoreado y socializa. En esta HDF avanzada ya podemos controlar variables como la temperatura del líquido dializante y dar apoyo nutricional para que sea un tratamiento integral que preserve la homeostasis del paciente”, comparte nuestro entrevistado. 
     “La segunda innovación que tenemos es la instrumentación avanzada para la medición de parámetros fisiológicos indicativos del metabolismo y el desempeño cardiovascular, esto es un sistema que registra cómo está el paciente antes, durante y después de la terapia para lo cual tenemos ciertas variables (composición corporal hídrica, el índice simpato-vagal y el gasto energético intradialíco). Al registrar cada uno de estos factores por cada paciente, podríamos implementar una gran base de datos que alimentara un sistema de inteligencia artificial y con ello tendríamos historiales clínicos que a la larga permitan personalizar tratamientos, lo que apoya nuestro objetivo principal, que es el de mejorar la calidad de vida de las poblaciones. Este es el tercer paso del protocolo”, concluye el Doctor Azpiroz.

En su camino, el Doctor Azpiroz se abocó al desarrollo de instrumentos que favorecieran la labor médica. Con esta idea fundó el Área de Procesamiento Digital de Señales e Imágenes Biomédicas en los noventas. “Entonces las computadoras no eran como ahora y mi laboratorio era como un cuarto enorme lleno de legos con los que tendría que empezar a jugar”, ríe nostálgico. 
     Al preguntarle acerca de su visión sobre la evolución de las tecnologías, el doctor en Ingeniería Biomédica comenta que se está logrando una ingeniería traslacional, en donde se unen la investigación básica y la clínica. Lo que implica trabajar en equipo y multidisciplina.
     “Yo digo a mis alumnos de primer semestre que utilicen la carrera para desarrollar nuevas formas de solucionar problemas y pueden hacerlo; me encanta impulsarlos a pensar diferente”, expone el profesor de la UAM-I.
     El coordinador de la Comisión Divisional del CI3M está convencido de que una de las grandes ventajas de la Ingeniería Biomédica es que trabajan para poblaciones y no para un solo paciente. Sus innovaciones se “deben dar a conocer porque es nuestra misión hacer transferencias de tecnología y de conocimiento para que más gente pueda beneficiarse de lo que hacemos”.

La imagen es la pasión que mueve a Joaquín Azpiroz, por lo que no podría quedar fuera de su vida la fotografía, la cual practica con la convicción de quien hace vivir un instante dentro de lo efímero, y lo logra al compartir su visión de animales salvajes o de paisajes marinos. Bucea, esquía y lee mientras busca soluciones que puedan ser compartidas.  

• Licenciatura (2ª generación) y Maestría en IB: UAM-I. Doctorado en IB Université de Technologie de Compiègne, Francia.
• Formó parte del departamento de Fisiología y Biofísica del Cinvestav.
• Profesor Titular de la UAM-I (más de 250 cursos impartidos).
• Fundador del Área de Procesamiento Digital de Señales e Imágenes Biomédicas y jefe del Departamento de Ingeniería Eléctrica.
• Coordinador de la Comisión Divisional del Centro Nacional de Investigación en Instrumentación en Imagenología e Instrumentación Médica (CI3M).
• Más de 50 publicaciones y más de 100 conferencias y presentaciones en congresos.