Ciencia en el mundo


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Tejido capaz de generar impulsos eléctricos para excitar el tejido nervioso bajo la retina.

Investigadores de la Universidad de Tel-Aviv, del Centro de Nanociencia y Nanotecnología de Jerusalén y la Universidad de Newcastle crearon un tejido que funciona como una retina artificial capaz reemplazar los fotorreceptores naturales del ojo, cuando son destruidos por la degeneración macular relacionada con la edad avanzada. Dicha enfermedad es progresiva y se puede presentar debido al transcurso del tiempo que afecta la mácula (parte central de la retina). Cuando un paciente la sufre, los fotorreceptores —encargados de recibir los rayos de luz y los transforman en señales eléctricas que son transmitidas al cerebro por el nervio óptico— son afectados.
     El doctor Yael Hanein —director del Centro de Nanociencia, nanotecnología y Nanomedicina, del Instituto de la Universidad de Tel Aviv, y miembro del equipo desarrollador— informa que crearon ahí un tejido flexible compuesto por nanotubos de carbono, mismo que reacciona de manera muy similar a la retina; es decir, reemplaza los fotorreceptores, mediante un dispositivo capaz de transmitir señales eléctricas al cerebro, al igual que una retina natural, lo cual ya ha sido probado en modelos animales, como el pollo.
     Lo que sigue en esta investigación, según el doctor Yael Hanein, es probar su efectividad en seres humanos. Aún falta mucho por trabajar; sin embargo, este desarrollo podría curar los problemas de ceguera asociados a daños en la retina con un simple trasplante.

Fue hallada en Madagascar, aunque se creía extinta, ya que en 1854 sólo sus restos fueron encontrados en un pedazo de ámbar con una antigüedad de 50 millones de años; sin embargo, 18 ejemplares de este arácnido cuyas patas y cabeza son muy similares a las de un pelícano fueron vistos en dicha isla. Estas arañas miden entre dos y ocho milímetros de longitud y tienen una cabeza alargada, de la cual sobresale un conjunto de mandíbulas extendidas. Son conocidas como arañas asesinas por su forma de cazar: en lugar de hilar telarañas para atrapar su comida, utilizan las ajenas y arrancan sus hilos para imitar las vibraciones de un insecto en apuros; cuando el dueño de la tela regresa a investigar, la araña pelícano lo ataca.

Inteligencia artificial capaz de leer la mente humana con gran precisión.

Un grupo de investigadores japoneses del Laboratorio Kamitani, de la Universidad de Kioto, Japón, diseñó un algoritmo que puede leer la mente humana con gran precisión. 
     Gracias a una tecnología de inteligencia artificial, analizaron las señales eléctricas del cerebro y así consiguieron determinar qué imágenes miraban las personas; incluso aquellas que sólo estaban imaginando. 
     Este desarrollo se basa en redes neuronales artificiales que trabajan simulando la actividad del cerebro. Esta red fue entrenada comparando 50 fotografías con los resultados de las imágenes por resonancia magnética funcional de la actividad cerebral de los voluntarios que las observaban.
     Con lo anterior, la red neuronal logró decodificar los patrones en el cerebro para recrear lo que estaba imaginando o viendo la persona. Además, los desarrolladores usaron otro tipo de inteligencia artificial: la red generativa profunda capaz de permitir que los patrones obtenidos se parecieran a las imágenes reales para hacerlas reconocibles; así, las imágenes que lograron obtener fueron de búhos, aviones y buzones rojos; también, cuadrados, cruces, peces dorados, cisnes y leopardos, entre otros.
     Aunque la precisión de las imágenes es variada, dicho algoritmo podría usarse en grabaciones de sueños, recuerdos, así como otras imágenes mentales y de esa manera ayudar a pacientes en estados vegetativos permanentes a comunicarse.

Fue descubierto en las costas del sur de los Estados Unidos comiendo zostera, un tipo de planta marina. Los especialistas capturaron algunos ejemplares jóvenes que alimentaron con una dieta de 10% calamar y 90% zostera. Después, analizaron el estómago de tiburones más viejos y descubrieron que éstos no consumían tantas plantas marinas como los más jóvenes; esto podría significar que, mientras aprenden a cazar peces, ingieren por error la zostera.

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