De la fotografía a la fotografía científica


De la fotografía a la fotografía científica
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¿Qué es la fotografía?
Cuando estaba por salir de la preparatoria, en la última materia seriada de física, nuestro profesor nos pidió, en alguna de sus clases, que cerráramos los ojos; unos lo hicieron; otros, no; como yo, pues preferí ver de qué se trataba la actividad. Entonces dijo: 
—Imagínense que el tiempo se detuviera, que dejara de transcurrir… Guardó silencio unos segundos y preguntó:
¿Qué pasaría…? ¿Cómo se imaginan las cosas si el tiempo no estuviera corriendo?
Recuerdo que las respuestas iban en el sentido de que “las manecillas de los relojes dejarían de moverse”, que “la gente se quedaría quieta” o que “en realidad, nada se movería”…
Mi maestro asintió con la cabeza, y dijo con su inconfundible voz: —Claro, si el tiempo deja de transcurrir, todo deja de moverse, como en las fotografías.

Hace ya mucho tiempo que terminé mis cursos de la preparatoria, pero no se me ha olvidado esa clase de física en la que mi profesor, quizá sin darse cuenta, definió de una forma poética algo a lo que con el tiempo yo le iba a agarrar un particular interés: la fotografía, como “el arte de detener el tiempo”. 
     En realidad, esta definición no es muy precisa, porque también en la pintura y en la arquitectura “se detiene el tiempo”; no transcurre, debido a que los objetos, los animales y las personas representados permanecen estáticos. Ahora bien, alguien quisquilloso puede pensar en el otro sentido: ¿no será que el tiempo, en realidad, existe porque las cosas se mueven?... Muy probablemente. Esto es: el tiempo es movimiento y el movimiento es tiempo o, por lo menos, así lo analizan y entienden muchos físicos, como mi profesor (y como yo).
     Visto de esta manera, nos damos cuenta de que la variable más volátil y etérea de la física —el tiempo— en realidad guarda una relación íntima con el movimiento, tanto, que no existiría uno sin el otro. Pero, ya que nos vamos a ocupar de la fotografía, es necesario definirla con mayor precisión para distinguirla de otras expresiones. Digamos que es el arte de plasmar imágenes o fijarlas (justamente, detener el tiempo, según nuestra idea original) con un método técnico analógico o digital que se basa en el principio de la cámara oscura.

Con esta expresión aludimos al dispositivo óptico (figura 1) que nos permite proyectar imágenes en un espacio con muy poca luz o sin ella. Éste quizá fue inventado por los griegos clásicos, pero, con seguridad, los chinos de hace unos mil años la utilizaban con fines de entretenimiento. En esas épocas, la cámara era imprescindible para representar escenas similares a los teatros de sombras, pero… con luz.
     Debemos el término al famoso astrónomo Kepler, quien vivió en el Renacimiento y fue mejor conocido por haber deducido las tres leyes del movimiento planetario, pero resulta que también se dedicaba al estudio de la óptica…


     Una cámara oscura consta, principalmente, de una pared que puede tener diversos tamaños y cuenta con un orificio por donde pasa la luz. Del otro lado de este obstáculo (la propia pared) se coloca una pantalla a una prudente distancia, donde puede formarse una imagen de lo que se encuentra antes del orificio (siempre y cuando el ambiente alrededor de la pantalla esté oscurecido). Lo interesante es que, en primera instancia, no se requiere lente alguna para formar la imagen; el orificio es suficiente. Esta imagen será más nítida entre más pequeña sea la apertura; pero, en cambio, la cantidad de luz será menor. Entonces, debe haber un tamaño óptimo del orifico que dependerá de las características de la cámara (figura 1).

 

Cuando un objeto es iluminado, parte de esa luz se dispersa en todas direcciones. Para fines prácticos, podemos considerar que los objetos se comportan como si emitieran luz y por eso es posible verlos. Cada “elemento” de un objeto envía luz hacia todos lados; por ejemplo, la cabeza de una persona puede ser vista desde varios lugares, porque la luz que “sale de ella” se irradia en todas direcciones.
     Si nos colocamos frente a una pared con un orificio a la altura media de una persona, la luz que sale de nuestra cabeza pasará por ese orificio enfrente y seguirá su camino hacia abajo. Caso contrario ocurriría si se tratase de los pies; la luz que pase por el orificio será la que se dirija hacia arriba.

     Como la luz avanza en línea recta, al colocar una pantalla más lejos del orificio, dentro de la cámara oscura, la imagen de la persona se verá invertida. Lo mismo sucederá con la dimensión derecha-izquierda y adelante-atrás. Las imágenes en las cámaras oscuras invierten las tres dimensiones espaciales (figura 2).
     Leonardo da Vinci percibió que el principio de funcionamiento de la cámara oscura era similar al de los ojos de muchos animales, particularmente, del ser humano, pues el orificio por donde entra la luz para que posteriormente sea proyectada en una pantalla era el equivalente a la pupila. Esto llevó a la idea de que la cámara oscura podía ser mejorada para obtener imágenes más nítidas si en el orificio se colocara una lente —el equivalente a nuestro cristalino—. La primera persona que lo hizo fue Givanni Battista della Porta, lo cual ocurrió a inicios del siglo XVII. Los principios físicos de la cámara fotográfica ya estaban servidos.

FIGURA 3. “Mujer con arete de perla” es una de las obras más conocidas de Vermeer, la cual realizó con ayuda de una cámara oscura.

     Fue entonces que llegó una época muy apreciada por quienes gustan del arte, pues la cámara oscura pasó a ser protagonista para muchos pintores, dibujantes y arquitectos, ya que, al proyectar la imagen con uno de estos equipos, era posible dibujar sobre ella. El más famoso de todos quienes utilizaron la cámara oscura con este propósito fue Vermeer, en los Países Bajos, durante el siglo XVII. La nitidez y la calidad de sus trabajos sólo pueden ser comprendidos cuando uno analiza sus obras como un proceso de “retoque” en las imágenes que proyectaba. Desde luego, esto no quita mérito a este genio de la pintura; al contrario, pues llevó esta técnica hasta un punto que no ha podido ser igualado. Cabe destacar que en su época y en la región donde vivía, ya se conocía las lentes, puesto que de esos lugares provenían los primeros microscopios y telescopios, por lo que no ha de ser extraño que la cámara oscura utilizada por Vermeer tuviera esta pieza (figuras 3 y 4).

FIGURA 4. Vermeer pintaba de manera similar a la forma como se aprecia en esta figura. La imagen representa un modelo de cámara oscura del siglo XVIII.

     Entonces, lo que se requería era tener una imagen permanente e instantánea de lo que se apreciaba en las cámaras oscuras, pues, hasta ese momento, sólo se podía fijar con ayuda de pinturas y dibujos sobre la proyección. Aquí es donde aparece el momento de la química, pero tuvimos que esperar hasta el siglo XIX.

 

Muy probablemente, las primeras fotografías fueron obtenidas por el francés Joseph Nicéphore Niépce, en 1824 o 1825, pero ninguna se conserva. La primera de ellas fue la que llamó “Vista desde la ventana en Le Gras”, tomada en 1826, para lo cual necesitó ocho horas de tiempo de exposición (periodo durante el cual se permite la entrada de luz por el orificio de la cámara oscura o, desde este momento, cámara fotográfica). Él no bautizó sus impresiones como fotografías, sino como heliografías. Por fin se tenía un mecanismo con ciertas sustancias químicas que reaccionaban ante la presencia de la luz, las cuales permitían representar los objetos frente al dispositivo. Particularmente, para fijar las imágenes, Niépce: (National Heritage…) “utilizó una plancha de peltre recubierta de betún de Judea, exponiendo la plancha a la luz y quedando la imagen invisible; las partes del barniz afectadas por la luz se volvían insolubles. Después de la exposición, la placa se bañaba en un disolvente de aceite esencial de lavanda y de aceite de petróleo blanco, disgregándose las partes de barniz no afectadas por la luz. Se lavaba con agua, pudiendo apreciar la imagen compuesta por la capa de betún para los claros y las sombras por la superficie de la placa plateada”.1
     Por lo descrito, no fue un procedimiento sencillo el usado para “atrapar” la imagen. El conocimiento, y ensayos a prueba y error en torno al comportamiento de ciertas sustancias químicas ante la luz, seguramente, fue la clave para obtener la fotografía. El original de esta histórica imagen se encuentra en la Universidad de Texas (figura 5).

FIGURA 5B. Primera imagen fotográfica (daguerrotipo) en México. Puerto de Veracruz, 1839.


     Ahora bien, es muy conocido el término “daguerrotipo” dado a muchas fotografías del siglo XIX; particularmente, en sus inicios. Esto se debe a que Louis Daguerre intentó asociarse con Niépce cuando conoció sus desarrollos —y lo consiguió— por lo que pudo comercializar el invento él solo tras la muerte de Niépce, en 1833.
     El hijo de Niépce intentó conservar parte de los derechos y alcanzó un acuerdo económico con Daguerre, tan fue así, que ambos se repartieron parte de una remuneración del gobierno francés ante el invento, pues era bien visto que los ciudadanos aportaran beneficios a la sociedad; particularmente, en una época en la que contaban mucho los nacionalismos y este aparato daba renombre a la Francia del siglo XIX. Pero, para ese entonces, Daguerre ya había bautizado el invento con su apellido. Para ser justos, a Daguerre —quien, antes que nada, era un empresario— se debe una mejora sustancial en el dispositivo al colocar una placa expuesta en un armario químico de donde, varios días después —por efectos del mercurio que se evaporaba y actuaba como revelador—, se obtenía una imagen de mayor calidad.
     Pero, quien prácticamente se encuentra fuera de esta historia de manera injusta es el inglés William Talbot, a quien muchos consideran el verdadero padre de la fotografía, debido al desarrollo del método que se denominó calotipo.
     Básicamente, él encontró la manera de fijar una “sombra” en un negativo; por lo que la clásica fotografía en papel con el negativo, que durante décadas fue representativo de la fotografía, la debemos a él. A partir de procesos fotoquímicos, con un negativo, se puede obtener el positivo o imagen impresa. Injustamente, Talbot es poco recordado, pero, tan importante fue su labor, que a él también se debe la primera exposición fotográfica de 1844, la cual montó con parte del material que él mismo había producido.

A México llegó la fotografía al poco tiempo de los trabajos de Niépce, en 1839. La primera imagen de este estilo —que ya recibía el nombre de daguerrotipo— es del puerto de Veracruz, lo cual no es para extrañarnos, porque esa parte del país era la entrada de casi todas las embarcaciones procedentes de Europa.
     En la imagen se puede apreciar la iglesia de San Francisco en primer plano, con el Fuerte de San Juan de Ulúa al fondo, probablemente tomada por el francés Jean Prelier Dudoille (figura 5 B).
     A los ojos de un fotógrafo del siglo XXI, los inconvenientes de quienes se dedicaban a la fotografía en la segunda mitad del siglo XIX eran el peso de las cámaras y la manipulación de las sustancias químicas para la toma y el revelado; problema que poco a poco disminuyó, al irse reduciendo tanto el tamaño como el peso y, asimismo, la manera de transportar y manejar las sustancias.
     Otro de los problemas era el tiempo de la exposición que, aun cuando ya no requería las horas de la primera imagen de Niépce, seguía tomando varios minutos, por lo que no era posible captar imágenes en movimiento, como las de animales.
     Durante la década de 1860, era común colocar un aparato metálico detrás de la cabeza de una persona para fijarla y evitar su movimiento, pues debía estar en reposo hasta unos 15 minutos. Por supuesto que la fotografía todavía estaba restringida a cierto sector de la población, pues, no sólo era algo costoso para la mayoría —y, por supuesto, para el fotógrafo— sino simplemente para contratar a alguien que tomara una imagen. Por lo mismo, quienes podían costear una fotografía de sí mismos, en su mayoría, eran personajes famosos, como políticos. 

     No es de extrañar, por ejemplo, que, en sus pocas fotografías conocidas, don Benito Juárez haya tenido que estar quieto durante varios minutos para conseguir las fotografías que le conocemos. Por la misma razón, prácticamente, no encontramos fotografías de esas épocas con gente sonriendo, ya que no era fácil mantener la sonrisa o cualquier otro gesto particular durante mucho tiempo (figuras 6 y 7).      
     Uno de los científicos más fotografiado de esa época fue Charles Darwin, de quien, particularmente, se conoce las imágenes que tomó Julia Cameron, quizá la primera persona que empleó el daguerrotipo con fines artísticos. Con ella, nació la fotografía como arte.
     En contraparte, tuvo un enorme auge fotografiar cadáveres, particularmente de niños. Todavía la segunda mitad del siglo XIX era una época en la que el índice de fallecimientos era alto en casi todo el mundo, por lo que no era extraño que un niño o bebé que acabara de fallecer fuera fotografiado y se guardara la imagen dentro de los álbumes familiares. Esta costumbre comenzó a perderse al correr el siglo XX.

FIGURA 7. Existen muchas fotografías de Charles Darwin realizadas por Julia Cameron; quizá, la primera persona que valoró esta técnica como arte.

     En la década de 1870 sucedió un hecho singular. Había dos grupos de aficionados de caballos —en California, Estados Unidos— que se confrontaban por una disputa. Uno de ellos aseguraba que, en cierto momento del galope, un caballo se mantenía a flote, sin que casco alguno de las patas mantuviera contacto con el piso; una de estas personas era el exgobernador del estado. Otro grupo pensaba que, por lo menos, una pata se mantenía en contacto con el piso en todo momento —esta idea era apoyada por James Keene, presidente de la bolsa de valores—. Por supuesto que no era posible conocer quién tenía razón a simple vista, porque el movimiento de las patas de los caballos al galope es demasiado rápido.
     Este singular problema marcó un momento en la fotografía que nos atañe ahora. El asunto fue abordado por Eadwear Muybridge, quien, tras un primer intento de fotografiar caballos al galope, en 1872, sin conseguir resultados que sirvieran para terminar con la disputa, pues los tiempos que requería de apertura del diafragma debían ser muy pequeños para apreciar las patas “inmóviles”, y a su vez, necesitaba una muy buena iluminación—. Por fin, en 1873, consiguió su propósito tomando una serie de fotografías ya clásicas, no sin antes realizar avances sustanciales en la tecnología de las cámaras, pues había conseguido que el obturador alcanzara una velocidad de sólo 1/500 s, una verdadera proeza (cabe aclarar que “tiempo” en fotografía se denomina velocidad).

FIGURA 8. Serie fotográfica de Muybridge sobre el galope de los caballos.

     El debate había sido ganado por el exgobernador y sus partidarios: el caballo a galope sí se mantenía flotando, con las cuatro patas al aire, en algún instante. Puede considerarse esta serie de fotografías como precursora de la fotografía científica (figura 8).
     La velocidad de exposición necesaria se redujo considerablemente cuando, en 1887, se inventó el polvo para flash, lo que aumentaba la iluminación sobre los objetos o personas a fotografiar y que es muy común apreciar en las películas situadas en esa época.

FIGURA 9. Gracias a George Eastman se inició el uso popular de las cámaras fotográficas.

     En 1888 se dio un paso fundamental en la fotografía: George Eastman registró la marca Kodak e inventó el rollo de película. Sus primeras cámaras constaban de rollos con los que se podía obtener 100 fotografías. Una vez que se terminaba, el rollo se extraía de la cámara y se mandaba a revelar en el mismo lugar donde se adquiría. La fotografía, desde este momento, iniciaba su camino a la masificación para que, prácticamente, cualquier persona de clase media pudiera conseguir sus propias tomas (figura 9).
     En los inicios del siglo XX, un par de personajes a quienes relacionamos con otro invento sorprendente —el cine— fueron los que diseñaron la primera fotografía a color: los hermanos Lumière. En 1913 se desarrolló la primera cámara Leica que, eventualmente, tendría un rollo de 35 mm, la más comercializada en la historia; y después de diseñar el primer filtro polarizador, Edwin Land inventó la fotografía instantánea con las cámaras Polaroid. A partir de 1969, se desarrolló la primera cámara digital, que tomó auge en 1990 y cuya característica principal fue el uso del CCD o dispositivo de carga acoplada —es decir, un sensor digital de luz que sustituye los rollos fotográficos—. En 2002, comenzaron a existir más cámaras digitales que analógicas.

La fotografía, como era de esperarse y como ha sucedido con muchísimas otras áreas, se ha diversificado. 
     Particularmente, se incorporó al desarrollo científico de muchas maneras, tanto que, hoy día no se puede entender la microscopía y la astronomía sin las imágenes fotográficas, sólo por mencionar dos campos.
     En este sentido, se define como fotografía científica aquella que se realiza en el ámbito de la investigación y el desarrollo científicos. A pesar de que puede ser sencilla esta definición, existe mucha confusión al respecto; incluso, entre especialistas, particularmente, al referirse a la fotografía de naturaleza, pues se clasifica como científica, cuando no debería.
     En términos generales, la fotografía de naturaleza es aquella mediante la cual se muestra ciertos elementos medioambientales. Por lo mismo, también es conocida como fotografía ambiental. En este rubro puede presentarse imágenes de animales, plantas, hongos o de paisajes en general.
     Los fines de la fotografía de naturaleza pueden ser estéticos, periodísticos, de publicidad y propaganda y, por supuesto, científicos. Aunque, desde luego, muchas fotografías pueden caer en una o varias categorías de esta clasificación.
     La fotografía de naturaleza con fines estéticos es la manera más inmediata de equiparar esta fotografía como un arte. Su fin principal se relaciona con las exposiciones, concursos fotográficos y publicaciones en libros, revistas y páginas web. México tiene un grupo de fotógrafos de naturaleza reconocidos en el ámbito mundial, pero no necesariamente se trata de fotógrafos científicos. Entre los más reconocidos se encuentran Claudio Contreras Koob, Anuar Patjane y Sergio Tapiro. Los dos primeros se centran en la fotografía de especies animales, aunque con técnicas muy diferentes, y el tercero, en paisajes, particularmente, de volcanes en erupción.
     La fotografía de naturaleza con fines periodísticos tiene como objetivo lo que el mismo periodismo busca: informar y formar criterio con noticias. Ejemplos de ello son las innumerables fotografías que circulan, en estos años, sobre especies marinas que quedan atrapadas o se enredan en plásticos o, un caso muy conocido: las imágenes de la deforestación y devastación ocurridas en Tajamar, Quintana Roo.
     La fotografía de naturaleza con fines propagandísticos o de publicidad es la que apreciamos en postales, revistas y páginas web oficiales; principalmente, aquellas cuya finalidad es dar a conocer especies y paisajes de ciertos territorios con fines turísticos. Esta clasificación que proponemos, desde luego, no está peleada con la fotografía de naturaleza con fines estéticos, pues van de la mano.
     Ahora bien, la fotografía de naturaleza con fines científicos puede ser definida como aquella que, siendo fotografía de naturaleza, haya sido tomada dentro de un contexto específico de investigación. Por lo mismo, ya que suele utilizarse indistintamente, como lo hemos advertido, no toda la fotografía de naturaleza es forzosamente fotografía científica.


     Por ejemplo, clasificaríamos la figura 10 —del autor de este artículo— la como imagen de naturaleza por obvias razones, pero, si el contexto en que se tomó no fue dentro de la investigación científica, no deberá ser clasificada como fotografía científica. ¿Esta fotografía es parte del reporte de algún estudio sobre el apareamiento de libélulas, sobre el conteo de estos ejemplares por el cambio climático o sobre las características de los ecosistemas donde habitan estos odonatos? ¿No? Entonces se trata “simplemente” de fotografía de naturaleza, pero no es científica. A veces, no es suficiente apreciar la fotografía para clasificarla, en algunos casos se va a requerir un contexto para saber cómo fue tomada y conocer su propósito. En el caso anterior, simplemente fue con fines estéticos, no científicos (figura 12)

FIGURA 12. Imagen obtenida en el microscopio de un laboratorio de investigación. No se requiere mucha descripción para deducirlo. Si queremos saber a detalle deberíamos preguntar al autor de qué se trata, pero, empezando porque se obtuvo con tecnología propia de la investigación (en este caso un microscopio), con colores acentuados o sobreexpuestos para resaltar ciertos rasgos (justo, los que se va a estudiar) y por el contexto de la fotografía que hace referencia a un estudio
de investigación en específico, sabemos que se trata de una imagen científica.

FIGURA 11. Ojos de mosca, ejemplo de fotografía científica, por su uso y contexto.

     Otra fotografía fue tomada dentro de un proceso de estudio para analizar el sentido de la vista de algunos insectos y la forma en que las estructuras del ojo se distribuyen. Por lo mismo, esta imagen, que es una fotografía de naturaleza, sí se clasificaría como fotografía científica (figura 11).

 

Nos hemos detenido en tres casos para entender las diferencias entre la fotografía científica y la de naturaleza, ya que la segunda suele clasificarse, sin mucha razón, dentro de la primera, cuando no debería ser así, como ya mencionamos.
     Ahora bien, la fotografía de naturaleza y la científica no se encuentran peleadas con la fotografía estética. Estas clasificaciones pueden convivir; incluso, pueden servir como fotografía con fines de propaganda o periodísticos o para la divulgación de la ciencia, de la que hablaremos al final.

     Encontramos claros ejemplos de este traslape en imágenes del investigador mexicano Rodrigo Medellín, conocido en el ámbito mundial por sus trabajos con murciélagos. Muy seguido, en los medios de comunicación en los que él publica, y hallamos imágenes como las que se muestra en la figura 13.
     Esta imagen no sólo es parte de un proyecto científico, también muestra un aspecto de la naturaleza y presenta una calidad estética de primera.
     Ahora bien, por supuesto que no todas las fotografías científicas son de
naturaleza. Por ejemplo, la fotografía astronómica. Antes de seguir, conviene aclarar que los astros son parte de la naturaleza, pero muy pocos de los especialistas consideran la fotografía astronómica como fotografía de naturaleza. En esta última categoría sólo habría imágenes de nuestro planeta.
     Como en los casos de la fotografía de naturaleza, vamos a considerar la fotografía astronómica como científica, dependiendo del propósito de la imagen y de su uso. Sin embargo, es pertinente una segunda aclaración: aunque el término astronomía se refiere a un contexto científico, la fotografía astronómica hace referencia simplemente a imágenes de astros.
     Un caso conocido: en los últimos años se han puesto de moda, en ciertos grupos de fotógrafos, las imágenes de la Vía láctea, la mayoría de las cuales no pueden ser clasificadas como fotografía científica, porque no se ubican dentro de un ambiente de investigación. Simplemente, se trata de fotografías con fines estéticos. Por lo tanto, no toda la fotografía astronómica (en referencia a los astros y no a la investigación, como ya aclaramos) es fotografía científica (figuras 14 y 15).

FIGURA 14. No toda la fotografía astronómica es fotografía científica. Una de ellas que sí puede clasificarse como científica sería la de Hubble.

FIGURA 15. Imagen obtenida por Hubble para determinar distancia y velocidad de expansión de galaxias, por las cuales dedujo la ley que lleva su nombre y se relaciona con la expansión del universo. No hay duda sobre su contexto y fines.


FIGURA 16. Otra fotografía astronómica o, más específicamente, serie de fotografías astronómicas científicas, son las que tomó Sir Arthur Eddington, durante el eclipse de Sol de 1919, para medir la desviación de la luz de una estrella al pasar cerca del Sol. La presente es una imagen de esa serie. En este caso, se trata del experimento más famoso realizado durante un eclipse: fue tomada cuando Eddington midió la curvatura
del espacio-tiempo cerca del Sol, para corroborar una de las predicciones de la relatividad general de Einstein, ni más ni menos.

     Por último, conviene aclarar que no todas las fotografías científicas son de naturaleza o astronómicas, como la figura 16, que muestra una imagen de Harold Edgerton, perteneciente a una serie de “ultra rápidas”, por la velocidad del obturador, y fueron tomadas con luz estroboscópica, otro de los grandes avances en el desarrollo tecnológico de las cámaras que es muy socorrido en la fotografía científica. ¿Qué nos dice esta imagen? Congela el momento de un cuerpo a gran velocidad, como una bala disparada al atravesar un objeto; en este caso, una manzana.

La divulgación de la ciencia, según Ana María Sánchez Mora,2 se define como una labor multidisciplinaria, cuyo objetivo es comunicar conocimiento científico, a través de diversos medios y se dirige a diversos públicos voluntarios para quienes se recrea ese conocimiento con fidelidad y se lo contextualiza para hacerlo accesible.
     En este sentido, podemos decir que la divulgación de la ciencia no busca los mismos fines que la investigación científica, por lo tanto, la fotografía que puede utilizarse dentro de la divulgación de la ciencia depende del contexto en que se comunique. Cabe aclarar: no es posible tener una categoría como “fotografía de divulgación de la ciencia”.

FIGURA 18. Marie Curie en su laboratorio de la Sorbona.

FIGURA 19. Retrato de Albert Einstein.


     Así, una fotografía científica, de naturaleza, astronómica o de prácticamente cualquier contexto, puede ser utilizada para la divulgación de la ciencia. Incluso, un tipo de fotografía que se utiliza mucho es el retrato, particularmente, de científicos.
     Por supuesto que, sin contexto, una fotografía de cualquier tipo no puede ser considerada como divulgación de la ciencia, pues todas las imágenes con tal propósito necesitan ser contextualizadas.
     ¿Por qué es importante definir y aclarar qué es la fotografía científica? Porque, en el fondo, lo que hacemos es definir la ciencia misma. La ciencia es un área de conocimiento con características propias, cuyo campo de acción está definido. No todo debe y puede ser explicado por la ciencia. De la misma manera, la fotografía científica tiene características propias que deben ser establecidas; y, caso curioso, aunque haya grupos reconocidos de fotógrafos especializados, los fotógrafos científicos más reconocidos son aquellos que también hacen ciencia, con contadas excepciones. 

José Manuel Posada

Es físico, Maestro en Ciencias, divulgador de la ciencia y fotógrafo. http://josemanuelposada.wixsite.com/foto

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