
- De manera indiscriminada: en ocasiones, varias veces por mes.
- En dosis más bajas: muy frecuentemente, los animales no son pesados antes de administrar los desparasitantes, por lo que, se suele aplicar dosis menores a las requeridas por cada individuo, o bien, se emplea el mismo fármaco durante mucho tiempo.
- No se realiza las pruebas de laboratorio requeridas para identificar los parásitos que los animales albergan y sólo se infiere por algunos síntomas detectados; en consecuencia, tampoco se detecta qué individuos están afectados y cuáles no, así que se desparasita a todos los animales de un hato o rebaño —infectados o no—; lo cual es equivalente a que a todos los humanos nos desparasitaran (enfermos o no) cada vez que alguien detecta síntomas de parasitosis en ciertos individuos.
Por si fuese poco, sabemos que el uso frecuente e indebido de desparasitantes puede tener consecuencias graves, como la aparición de resistencia al desparasitante en cuestión o la contaminación de los productos de origen animal y del ambiente.