Cuando se consolida la carrera profesional de las científicas y se alcanza el éxito, gracias al apoyo de los padres y su entorno familiar inmediato, ellas se enfrentan al hecho de formar su propia familia y conciliar sus actividades familiares con la vida laboral.
M. A. Chávez Gutiérrez6 sostiene el hecho de que las responsabilidades del hogar, en las familias mexicanas, siguen recayendo sobre la mujer. Además de sus obligaciones laborales, las mujeres suelen desempeñarse como amas de casa, esposas y madres, roles que, en su mayoría, suele considerarse una obligación de ellas. De acuerdo con la autora, “La mujer pasó de reproductora de la especie a formar parte del desarrollo económico, social y cultural, aunque sin dejar de ser creadora de vida y forjadora del núcleo familiar”.
Una investigación realizada entre 2005 y 2007 a un grupo de investigadoras de la Universidad de Guadalajara, pertenecientes al Sistema Nacional de Investigadores (SNI)6 demuestra que más de 50% de las científicas ha enfrentado dificultades propias del cuidado de la familia, lo cual les ha obstaculizado alcanzar los niveles de productividad académica requeridos. Sin embargo, las potenciales dificultades que ocasiona la conciliación del trabajo con el aspecto familiar suelen disminuir al contar con el apoyo conyugal para la atención de los hijos y las tareas domésticas, así como la posibilidad de obtener el soporte adicional de instancias de apoyo formal (escuelas de tiempo completo) e informal (amigos, familia o empleados domésticos). El apoyo de la pareja no sólo es sustancial para sacar adelante a los hijos y el hogar: también es un impulsor para que las científicas continúen su formación en más altos grados académicos o la obtención de mayores logros en el ámbito profesional.7