Resolución
de conflictos


Resolución
de conflictos
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Cuando los niños parten un pastel, en ocasiones recurren a un procedimiento que llamamos “tú partes y yo escojo”, que inicia echando un volado; el que pierde divide el pastel y el que gana ELIGE primero su pedazo. En este artículo, generalizaremos esta idea como una posibilidad de aplicación para evitar conflictos en situaciones más generales; por ejemplo, al dividir los bienes de una pareja que se divorcia o la herencia entre los miembros de una familia. Para ello, propondremos un procedimiento —que, por supuesto, las partes involucradas deberán estar de acuerdo en seguir— y, a continuación, ofreceremos recomendaciones sobre cómo llevarlo a cabo, de manera que, si se siguen, la distribución será justa para las partes involucradas.

Supongamos que dos personas heredan una casa, ambos con los mismos derechos sobre ella. En este caso, la idea planteada anteriormente (una vez que los involucrados estuviesen de acuerdo) funcionaría así: después de lanzar el volado, quien pierde determina un precio y el que gana decide si vende o compra su parte al otro, al precio fijado por su contraparte.
     Con el fin de analizar cómo participar en este proceso, definamos primero que el valor que una persona le da a un bien es el precio máximo que está dispuesta a pagar por él; por lo cual, es indistinto para ella comprar el bien o no hacerlo. Por arriba de ese precio, la persona siente que pierde y, por debajo, siente que gana. La valoración que da cada uno al bien, en principio, es algo que sólo conoce él mismo

Sin envidias   

Una muy buena forma de manejar este proceso es la siguiente: el que pierde el volado tiene que dar como precio el valor que él otorga a la casa (lo llamaremos precio dado), mientras que el ganador puede elegir el máximo entre la valoración que él da a la casa, menos la mitad del precio dado, y la mitad del precio dado. De esta manera, el que perdió el volado garantiza la mitad del valor que él le da a la casa y el que gana el volado, la parte más grande. Ninguno va a desear lo que le tocó al otro y ambos van a obtener cuando menos 50%. A pesar de que el procedimiento proporciona buenas soluciones, deja en una posición desfavorable al que pierde el volado. ¿Podemos mejorar esto? La respuesta es sí; a continuación planteamos otro procedimiento que no tiene esta desventaja.
     Procedimiento mejorado: en forma simultánea, en sobre cerrado y por separado, cada uno anota un precio de compra-venta. El que anote el precio más alto está obligado a comprar al otro su parte al valor medio entre los dos precios. Desde luego, quien ofreció el menor precio está obligado a vender su parte. La forma apropiada de participar en este último proceso es que cada uno dé su propia valoración del bien.
     En nuestro ejemplo, si la primera persona valora la casa en 100 mil pesos, está dispuesta a pagar esa cantidad, pero ni un centavo más. La segunda persona valora la casa en 80 mil (y tampoco está dispuesta a pagar más). Si cada uno declara esa cantidad mediante sobre cerrado, entonces las dos personas ganan, ya que el precio intermedio es de 90 mil; por lo tanto, la primera persona sólo debe pagar 45 mil para quedarse con la casa que él mismo valora en $100 mil. Mientras tanto, la segunda persona recibe 45 mil, más de lo que ella considera la mitad del valor de la casa (80 mil).
     Este último procedimiento tiene tres propiedades deseables: primero, cada uno de los participantes puede garantizar 50% de su propia valoración, declarándola en el sobre cerrado (sin importar si la otra parte sigue la recomendación). Segundo, si ambos siguen la sugerencia de declarar su valoración, ninguno va a desear lo que le tocó al otro. En teoría económica, este acuerdo se conoce como procedimiento libre de envidias. Y, por último, las dos partes quedan igualmente beneficiadas por arriba de 50% de su valoración.
     Claramente, este procedimiento puede modificarse para un caso en el que las partes no tengan los mismos derechos sobre el bien; en lo que sí deben estar de acuerdo es en el porcentaje que a cada uno corresponde.

También podemos generalizar el procedimiento para conflictos con un número mayor de partes involucradas. Supongamos que, en nuestro ejemplo, son tres hermanos los que heredan la casa y que los tres tienen igual derecho sobre la propiedad. Supongamos, además, que las valoraciones que escriben en el sobre cerrado son 80 mil, 100 mil y 120 mil. Entonces, el que dijo 120 mil se queda con la casa y le paga su tercio de casa al que dijo 80 mil, en 100 mil /3 (ya que 100 es el precio intermedio entre 80 y 120), y al que dijo 100 mil, le paga su tercio de casa a 110/3 mil (ya que 110 es el precio intermedio entre 100 y 120).
     En general, cada participante garantiza un tercio de su valoración si sigue el consejo, pero el procedimiento deja de ser libre de envidias, ya que por ejemplo, en nuestro caso, el que dijo 80 mil envidia ex post al que dijo 100 mil.
     Desde luego, para que este convenio tenga buenos resultados, las partes involucradas deben estar de acuerdo en usar y seguir el proceso. Pero, sobre todo, es indispensable mostrar buena voluntad en llegar a un arreglo para que realmente lo puedan conseguir.

Francisco Sánchez Sánchez

Es Licenciado en Actuaría, por la UNAM, obtuvo su maestría en la Universidad de Stanford y su doctorado en el Cimat, en 2000. Es investigador en el Cimat desde 1990 y, anteriormente, lo fue en el CIDE, por diez años. Es, además miembro del Sistema Nacional de Investigadores (I) desde 2001, en el área de Ciencias Sociales y Economía. Ha sido docente en el CIDE, ENEP Acatlán, INEGI, CIEM, U. de Guadalajara, U. Iberoamericana, U. de Guanajuato y Cimat.

Pedro Uribe Flores

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por el ITESO, Guadalajara, Jal. Ha dirigido áreas tanto de comunicación como de planeación del sector público, y proporcionado servicios en procesos editoriales y de comunicación a organizaciones públicas y privadas, de manera independiente. Desde 2011, es director de Planeación e Información del Cimat.

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