Ciencia en el mundo


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Es común que la memoria se deteriore con el aumento de la edad, algo que la mayoría de las personas experimenta tarde o temprano. ¿Cuál es la naturaleza de este desgaste? Muchos investigadores de todo el mundo se hacen esta pregunta, tal es el caso de especialistas de la Universidad de Umea, en Suecia, quienes desarrollaron un modelo para explicar este fenómeno.

        Dicho modelo muestra cómo es el flujo sanguíneo que comienza con el latido del corazón, hasta que llega a los vasos sanguíneos más pequeños. Según Anders Wahlin, miembro del equipo de investigación, conforme el cuerpo humano envejece, las arterias grandes –como la aorta–,  se van endureciendo, de tal manera que van perdiendo su capacidad de absorber el aumento de presión que se genera a medida que el corazón expulsa sangre hacia las arterias.

Este aumento de presión causa estrés en los vasos sanguíneos, sobre todo los del cerebro, dañando a las células que se encuentran dentro y alrededor de las paredes capilares, especialmente, aquellas encargadas de regular el flujo sanguíneo, lo que perjudica su capacidad para aumentar el suministro de sangre al cerebro, principalmente, cuando éste requiere realizar procesos cognitivos exigentes.

Con este modelo se pudo observar que el hipocampo –indispensable para recordar eventos del pasado–, es la parte del cerebro más vulnerable, los resultados sugieren que esto podría deberse a que se encuentra ubicado cerca de los vasos grandes, por tanto, está expuesto a las cargas de presión.

        Por otro lado, también se concluyó que las personas jóvenes y sanas presentan pulsaciones suaves, mientras que en una persona mayor pueden ser tan poderosas que afectan el tejido cerebral; incluso, el suministro de sangre llega a dañar los procesos de memoria.

        Gracias a estos resultados será posible comprender aun mejor este proceso y encontrar soluciones para ralentizarlo.

Un grupo de investigadores alemanes del Instituto Leibniz para la Investigación Zoológica y la Vida Silvestre de Berlín, extrajo, por primera vez, los óvulos de las dos únicas hembras de rinoceronte blanco del norte para fertilizarlos in vitro, las cuales no se habían podido reproducir debido a problemas de ferlitidad. Se espera que esto ayude a detener su extinción.

Existen dos especies de tiburones –pejegato globo y alitán mallero–, que emiten un resplandor de color verde. Investigadores estadounidenses de la City University de Nueva York y la Universidad de Yale identificaron a la molécula responsable de su biofluorescencia, que sólo está presente en las porciones de tonalidad clara de la piel; además, descubrieron que es capaz de absorber la luz azul y emitirla de color verde. Es así como estas especies perciben el contraste de la fluorescencia de su cuerpo y el entorno; los especialistas sugieren que gracias a este efecto se identifican individualmente. También encontraron en su piel algunos metabolitos cuyo efecto es antimicrobial.

Investigadores de la Universidad de Pensilvania crearon un ojo artificial humano. Se trata de un modelo construido en un chip poroso de forma octagonal; es transparente y tiene el tamaño de una moneda de un peso mexicano.

        Según la doctora Jeongyun Seo utilizaron una especie de lente de contacto diseñado en 3D donde cultivaron células del ojo humano; aquellas que corresponden a la córnea crecieron formando un círculo interno, mientras tanto, las células de la conjuntiva lo hicieron alrededor de éste.

        El párpado fue fabricado con un rectángulo de gelatina, el cual se desliza de forma mecánica sobre una estructura, de esta manera se imita el pestañeo. Por otro lado, tiñeron el conducto lagrimal de azul, así, cuando se esparcen las secreciones sobre el ojo, se forma la película lagrimal.

        También consiguieron recrear las condiciones del ojo seco al reducir el parpadeo de 12 a 6 veces por minuto para disminuir el volumen de las lágrimas, un padecimiento que genera la inflamación de la córnea y la conjuntiva. Los investigadores probaron la efectividad de medicamentos como la lubricina, una proteína que generalmente se encuentra en el líquido lubricante de las articulaciones, comúnmente utilizado para tratar esta enfermedad.

        Este desarrollo aún se encuentra en fase inicial, y aún no incluye todas las células que conforman al ojo humano, ni vasos sanguíneos o nervios; también tiene otras limitaciones, como su imposibilidad de imitar la producción de lágrimas.

        Se espera que en un futuro pueda concluirse y usarse en una gran variedad de aplicaciones; por ejemplo, en la prueba de lentes de contacto o cirugías.

       

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Pilar Martínez
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