Los virus
Pequeños invasores del ecosistema acuático


Los virus
Pequeños invasores del ecosistema acuático
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Los virus son partículas compuestas, principalmente, por material genético rodeado de una cubierta de proteínas, cuyos tamaños pueden variar de 20 a 300 nanómetros de diámetro; es decir, son partículas submicroscópicas imposibles de observar a simple vista.
          Los ecosistemas acuáticos, como cenotes (figura 1), lagos, ríos y mares albergan de manera natural una gran cantidad de poblaciones virales que desempeñan un papel muy importante en el mantenimiento de estos ecosistemas. Sin embargo, existe un grupo de virus conocidos como entéricos que pueden producir enfermedades en los humanos al introducirse en los ecosistemas acuáticos, como resultado de la contaminación fecal.


          La mayoría de los virus entéricos causan enfermedades como gastroenteritis, la cual se asocia con síntomas que incluyen dolor de estómago, diarrea y vómito; estos virus se transmiten por la vía fecal-oral o a través de alimentos y agua contaminados por heces. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades diarreicas son la segunda causa de mortalidad en niños menores de cinco años, aunque también afectan a jóvenes y adultos.
          Es importante mencionar que, aun cuando los episodios de diarrea pueden ser causados por una gran variedad de organismos como bacterias, protozoarios y virus, estos últimos son reconocidos como la causa más frecuente de este malestar, especialmente, en niños.1 Aunque el agua no es el único medio de transmisión de los virus entéricos, hay reportes de brotes causados por agua contaminada en albercas, estanques, lagos, ríos, arroyos e, incluso, fuentes.2 Por lo tanto, cuando los virus entéricos llegan a contaminar los ecosistemas acuáticos, éstos pueden convertirse en un riesgo para la salud pública (figura 2).

Las personas infectadas por virus entéricos pueden excretar grandes concentraciones de éstos en las heces,3 por lo cual es posible que los pequeños virus invasores lleguen a los ecosistemas acuáticos a través de fallas en el drenaje o en los sistemas sépticos, fecalismo al aire libre, descarga de aguas residuales tratadas o de aguas residuales que provienen directamente de hogares no conectados al drenaje.
          Una vez que estos virus llegan al ambiente acuático, pueden persistir por días o meses y se convierten en un riesgo potencial para la salud, por ejemplo, en sitios recreativos, donde el agua puede ingerirse accidentalmente durante el nado, la inmersión, el buceo, el canotaje y otras actividades acuáticas.
          Entre la gran diversidad de virus entéricos presente en los ambientes acuáticos, los norovirus y los adenovirus, son reconocidos en el ámbito mundial como los principales causantes de las enfermedades transmitidas por el agua de uso recreativo.2
          
En México, la presencia de ambos grupos de virus entéricos ha sido confirmada en diferentes ecosistemas acuáticos que reciben contaminación fecal proveniente de sitios urbanos y rurales.4, 5 Los norovirus también se han detectado en estuarios donde se realiza el cultivo intensivo de camarones,6 así como en el agua de mar de uso recreativo.7  Además, se ha reportado la presencia de indicadores virales de contaminación fecal en agua subterránea y agua salobre de uso recreativo en el estado de Quintana Roo.8
          
En muchos países se cuenta con información sobre la permanencia, distribución y diversidad de los virus entéricos en diferentes cuerpos de agua; sin embargo, en México aún hacen falta estudios que permitan conocer a fondo el problema de contaminación viral de los diferentes ecosistemas acuáticos. Lo anterior es importante, ya que estos datos permitirían realizar una mejor gestión integral del agua, así como establecer estrategias para conservar el recurso hídrico y los ecosistemas acuáticos.

Se estima que sólo se requiere ingerir entre 10 y 100 virus para contagiarse y desarrollar una enfermedad causada por virus entéricos.3 Pero, ¿cuáles son las concentraciones de éstos en los ecosistemas acuáticos y cuál es el volumen de agua contaminada que puede poner en riesgo la salud?
          La respuesta no es simple, ya que las concentraciones de virus en el agua pueden ser muy variables, dependiendo del tipo de agua y del virus entérico presente. Por ejemplo: se sabe que una persona con diarrea provocada por virus entéricos puede excretar concentraciones enormes de virus de hasta diez billones 10, 000, 000, 000, 000 (1013) de partículas virales por cada mililitro.3 Para darnos una idea más clara de esta dimensión, consideremos que, si colocáramos en línea todos estos virus con un tamaño promedio aproximado de 75 nanómetros, ¡tendríamos una línea tan grande como la distancia que hay de Cancún a Portugal!
          Estas altas concentraciones de virus excretados en las heces pueden contaminar los ecosistemas acuáticos cuando no hay un saneamiento apropiado; de hecho, en estos sitios se han reportado concentraciones en un rango de 100 a cien millones de copias de virus entéricos por cada litro de agua;9 ahora bien, si se estima que un adulto puede ingerir, en promedio, entre 10 y 30 ml de agua durante sus actividades de nado recreativo, en períodos de una hora, deberíamos concluir que, muy probablemente, hemos “nadado con virus”, además de ingerirlos, al realizar actividades recreativas acuáticas.
          En países como Estados Unidos el número de brotes de gastroenteritis provocados por virus presentes en agua de uso recreativo fue de un total de 55, durante el periodo de 1950 al año 2000.2 En México, aún es poca la información que permita estimar de manera precisa los riesgos para la salud que estos virus representan en los diferentes ecosistemas acuáticos; particularmente, en los utilizados para realizar actividades recreativas.

Con base en lo anterior, podría parecer fácil contraer una infección causada por virus entéricos cuando se realizan actividades recreativas; sin embargo, hay que ser muy cuidadosos al hacer estimaciones de riesgos para la salud, ya que no todos los virus detectados en el agua son capaces de producir una infección al ser ingeridos; lo cual se debe a que al llegar los virus al ecosistema acuático, éstos comienzan a perder su infectividad debido a cambios en las condiciones ambientales, como temperatura, salinidad e intensidad de la luz solar (radiación UV). Además, intervienen otros factores que determinan las posibilidades de contraer una infección, como el estado de salud de quienes se exponen a esta situación y su edad, así como la cantidad de virus infectivos ingeridos y el volumen de agua.
          Según la OMS, las enfermedades diarreicas son prevenibles mediante el saneamiento adecuado, la implementación de buenas prácticas de higiene y el acceso a agua potable. Algunas medidas de prevención para evitar “nadar con virus” son: si estás enfermo y con diarrea, es preferible que no vayas a nadar, para evitar contagios; si vas a nadar, trata de mantener la cabeza fuera del agua y, sobre todo, mantén la boca cerrada para evitar la ingestión accidental; y ya fuera de la piscina, en la vida diaria, enjabona siempre y frota tus manos durante, al menos, 20 segundos antes y después de ir al baño (figura 3).

Cecilia Hernández Zepeda

Es doctora en Ciencias por el CICY, con posdoctorado en Virología Molecular por el Cinvestav y la Universidad de Arizona. Actualmente, dirige el grupo de virología de la Unidad de Ciencias del Agua del CICY. Ha dirigido tesis de alumnos de posgrado.

Gabriela Rosiles González 

Es maestra en Ciencias por la UNAM. Actualmente, trabaja en el grupo de Virología de la Unidad de Ciencias del Agua en el CICY. Es experta en técnicas de virología molecular y ha dirigido tesis de estudiantes de licenciatura.

Fanny M. de Gante Ayora 

Es maestra en Gestión de Proyectos y en Dirección Comercial y Marketing, además de experta en educación ambiental y cultura del agua. Coordina el área de Vinculación de la Unidad de Ciencias del Agua del CICY.

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