El manejo insostenible del agua en las ciudades


El manejo insostenible del agua en las ciudades
      Autores

El agua proveniente de ríos, lagos, pozos y otras fuentes suele tener distintos usos. Uno de los más importantes, por su impacto directo en la vida humana, es el doméstico; el “agua de la llave” que usamos para nuestras actividades cotidianas como cocinar, lavar ropa o enseres y mantener nuestra higiene personal.
          En México, un fenómeno actual es la concentración de población en ciudades cada vez más grandes que obtienen agua de fuentes contaminadas o con una disponibilidad muy limitada y cada vez más incierta o simplemente nula. Para resolver la situación, usualmente el agua se lleva a las grandes ciudades de surtidores ubicados a largas distancias o se extrae de las profundidades; sin embargo, esas alternativas llegan a ser insuficientes después de cierto tiempo.
          Bajo el sistema actual, las ciudades seguirán creciendo tanto en población como en consumo por habitante y requerirán nuevas fuentes de agua, lo cual afectará a las poblaciones pequeñas y, por supuesto, al medio ambiente. Considerar las posibilidades de reúso, así como la administración de la demanda entre usos urbanos —ejemplo: reducir el consumo industrial en las ciudades, así como una gestión integrada y saneamiento— debe ser parte de un mejor manejo del agua urbana.

En México, el crecimiento poblacional se encuentra altamente concentrado en zonas urbanas, casi ocho de cada diez habitantes vivimos en ellas; peor aún, en 74 grandes ciudades denominadas áreas metropolitanas. Por otro lado, según los datos,1 nueve de cada diez hogares en las grandes ciudades del país cuenta con agua entubada en su vivienda, mientras que en localidades rurales (menores a 2,500 habitantes), sólo la mitad cuenta con ese servicio. Sabemos que trece ciudades cuentan con más de un millón de habitantes y ocho de ellas —Puebla, Tlaxcala, Ciudad de México, Toluca, Querétaro, San Luis Potosí, León y Guadalajara— se localizan en la zona central del país.1
          
En general, la distribución de las ciudades registra una alta concentración poblacional en la zona central del país con algunas urbes en el norte y poca presencia de conurbaciones fuera de la zona central (mapa1). La alta densidad poblacional, así como su rápido crecimiento implica no sólo el incremento en requerimientos del servicio de agua entubada, alcantarillado y saneamiento para nuevas viviendas, sino también una fuerte presión debido a la extracción de mayores volúmenes de las fuentes. El mapa 1 muestra la distribución de zonas metropolitanas en las 13 regiones hidrológico administrativas definidas por la Comisión Nacional del Agua (Conagua), así como la disponibilidad de agua renovable per cápita y por región. El caso extremo es la Ciudad de México con sólo 147 m3/hab./año; para contextualizar este dato, se considera que una población enfrenta escasez de agua cuando la disponibilidad se encuentra por debajo de los 1.000m3/hab./año.


          Según la definición de la Conagua, el término “agua renovable” alude a la cantidad de ésta que, en la región, es renovada por la lluvia, así como por el agua proveniente de otras zonas. En México, las regiones que concentran 80% de la población (centro, norte y noroeste) cuentan con la tercera parte del agua renovable; en contraste, las regiones del sureste disponen de dos terceras partes del agua renovable y ahí reside 20% de la población.2
          
En el mapa 2 se muestra la distribución de las zonas metropolitanas y las conurbaciones del país, así como la situación de las aguas subterráneas, de acuerdo con los acuíferos definidos por la Conagua. Un acuífero puede entenderse como una estructura geológica subterránea en la que se almacena agua, la cual circula mediante infiltración.

          Las zonas metropolitanas de México son aquellas redes de ciudades que incluyen varios municipios, de dos o más estados o ciudades con más de un millón de habitantes, registran un patrón de localización concentrado en acuíferos sin disponibilidad de agua; más importante aún, el uso de agua en esas ciudades intensifica la sobreexplotación de sus acuíferos (mapa 2); así, de manera general se puede definir un acuífero sobreexplotado como aquel cuerpo de aguas subterráneas del cual se extrae más agua de la que se puede reponer naturalmente durante un año (mapas 1 y 2).

En general se puede definir a las ciudades como aglomeraciones humanas de cierto tamaño y densidad de población que se asientan en un espacio geográfico definido para desarrollar sus funciones sociales, económicas y territoriales. Desde esa perspectiva, los recursos naturales del territorio en el cual tales ciudades se localizan se toman como insumos para esas funciones y procesos.
          Los sistemas urbanos han sido usualmente lineales en términos de sus procesos, algo que se ha llamado también el arreglo tomar-usar-desechar (take-make-waste). Ahora bien, bajo un enfoque lineal de crecimiento de las ciudades no se considera la recuperación de recursos utilizados en los distintos procesos urbanos; en particular de recursos hídricos. Así, una vez que se utiliza el agua para actividades de los hogares, del área industrial o el comercio, se desaloja de las áreas urbanas; esas aguas son denominadas residuales.
          Veamos: la Real Academia Española de la Lengua define residuo como: 1. Parte o porción que queda de un todo. 2. Aquello que resulta de la descomposición o destrucción de algo. 3.  Material que queda inservible después de haber realizado un trabajo u operación.
          Generalmente, el agua residual es definida por la Conagua como aquella que “procede de viviendas, poblaciones o zonas industriales y arrastra suciedad y detritus”, se asume en su tercera acepción como material inservible. La concepción lineal permite así una fuga de material y energía, como ocurre con la contaminación ambiental derivada de los procesos de tratamiento y el uso de energía no renovable. Ese enfoque lineal ha mostrado ser insostenible y su aplicación ha llevado a situaciones de insuficiencia en las fuentes de agua.3
          
Otra forma de concebir las ciudades es bajo el marco conceptual denominado metabolismo urbano; de acuerdo con ese enfoque, las ciudades son sistemas complejos que aceptan o reciben, transforman y reducen insumos, generan productos y emiten residuos.4 Las aguas residuales pueden concebirse como insumos que de forma directa o mediante transformación (tratamiento) pueden utilizarse en procesos urbanos.
          Pero, para lograr una orientación hacia la sustentabilidad es necesario transformar el enfoque lineal en uno circular, con el fin de permitir que el agua y otros recursos sean recuperados, reutilizados y reciclados, además de reducir su uso. No obstante, un ciclo completamente cerrado, en el cual no exista desperdicio y toda el agua residual sea reciclada no es realista; pero, un ciclo parcialmente cerrado permitiría una mejor administración del agua, incorporando las aguas residuales como una parte importante de ese manejo.5

A pesar de grandes inversiones en tecnologías de tratamiento, en México solamente se trata un poco más de la mitad de las aguas residuales colectadas; en 2015, se trató un volumen de 120,902 l/s (aprox. 121 m3/s). Del total de aguas residuales tratadas, sólo una parte se reutiliza; Conagua reporta ese reúso en tres categorías:2 1) Reúso directo: uso de aguas residuales tratadas en actividades agrícolas, urbanas e industriales antes de su descarga en un cuerpo de agua; 2) Reúso indirecto: uso o aprovechamiento de aguas residuales tratadas después del punto de descarga en cuerpos de agua; 3) Intercambio: uso de aguas residuales tratadas en actividades en las cuales se deja de emplear el agua de primer uso.
          El reúso directo se ha mantenido en alrededor de una quinta parte del volumen tratado. En general, menos de la décima parte de las aguas residuales generadas por las ciudades se reutiliza directamente. Por otro lado, el volumen de aguas tratadas reutilizadas de manera directa es menor a la mitad del agua existente (40%, en 2014 y 2015), lo cual sustituye al agua de primer uso. Desde un enfoque de manejo sustentable, esto representa una debilidad en la administración del agua, pues el caudal de agua tratada debería recircular en el sistema para poder sustituir la de primer uso en actividades que no requieren esa calidad; por ejemplo, en la industria. Por otro lado, el reúso indirecto debería asegurarse para proteger o restaurar las fuentes de agua en situación de sobreexplotación o agotamiento.

Conclusiones   

Una forma de distribución del agua en las ciudades donde se aplica el enfoque tomar-usar-desechar es insostenible y obliga a pensar en alternativas que incluyan la perspectiva de recuperar y rehabilitar fuentes, además de reutilizar las aguas residuales. Sin embargo, en México se continúa la inversión en los rubros tradicionales con un enfoque lineal: traer el agua de fuentes lejanas o más profundas, desalojar el agua residual —tratada o sin tratar— fuera de las grandes zonas urbanas y construir acueductos, presas e infraestructura de tratamiento.
          Para una orientación hacia la sustentabilidad es necesario transformar el enfoque lineal en uno circular con el fin de permitir que el agua y sus fuentes sean recuperadas, reutilizadas, recicladas y restauradas. Algunas de las medidas específicas consideradas prioritarias en las zonas urbanas son: promover el reúso de aguas tratadas para la recarga artificial de acuíferos u otros usos directos e indirectos; ejemplo: el riego de parques públicos, así como:

  • Sustituir el agua de primer uso en industrias
  • Implementar estrategias relativas a la captación de agua de lluvia
  • Identificar y reparar fugas en redes para minimizar las pérdidas de agua potable, en lugar de traer volúmenes cada vez mayores para cubrir la aparente “demanda” de agua
  • Reúso de aguas grises, por ejemplo, aquellas provenientes del lavabo o la lavadora de ropa, que puede usarse para descargas en el retrete
  • Promover un uso razonable para evitar el consumo excesivo de agua que actualmente se hace en los hogares de las grandes ciudades con acceso continuo al vital líquido.
Ismael Aguilar Benitez

Es profesor investigador en el Colegio de la Frontera Norte, desde 1996. Es doctor en Planeación Urbana y Regional por la Universidad de California, Irvine. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt, desde 2007. Es Responsable técnico de la Red Temática en Gestión e Investigación del Agua, formada en 2018, con apoyo del Conacyt. Fundador del Programa de Maestría en Gestión Integral del Agua, programa de posgrado con registro en el Padrón Nacional de Posgrados de Calidad del Conacyt.
          Las áreas de interés de su reciente trabajo de investigación son: la administración pública del agua; administración y gestión de los servicios de agua potable, drenaje y saneamiento; y economía del agua.
          Publicaciones: El libro titulado Los servicios del Agua en el Norte de México y se encuentra en prensa el libro coordinado Gestión del Agua en México: Sustentabilidad y Gobernanza. Ha publicado, además, artículos en diversas revistas como Environmental Science and Technology; Water Policy; Water Resources Research; Gestión y Política Pública y Estudios Económicos, así como varios capítulos en libros.

Av. Insurgentes Sur 1582, Col. Crédito Constructor • Alcaldía. Benito Juárez C.P.: 03940, México, CDMX Tel: (55) 5322-7700
Comentarios, sugerencias y dudas sobre este sitio de internet y sus sistemas:
Centro de Contacto y Soporte Técnico  

DERECHOS RESERVADOS © 2019
Políticas de Privacidad