Cambio climático, nitrógeno y el futuro de los bosques mexicanos


Cambio climático, nitrógeno y el futuro de los bosques mexicanos
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El bienestar humano depende de un gran número de servicios ambientales que proporcionan los bosques, incluyendo la captura de carbono y el abasto de agua dulce. Contradictoriamente, las actividades humanas amenazan fuertemente estos ecosistemas, y entre las principales alteraciones que la acción humana ha inducido en el planeta se encuentra el cambio climático, el cual está causando la muerte de árboles. Según estudios recientes,1 es posible que, en el futuro próximo, también se reduzca la capacidad de los bosques para regenerarse mediante el establecimiento de nuevos árboles. Sin embargo, aún no hay un entendimiento completo sobre la manera en que el cambio climático afectará la regeneración forestal. 

El cambio climático se define como modificaciones del clima que persisten a lo largo de décadas o siglos, situaciones que causan efectos a escala global; lo cual no es nuevo, ya que el clima de nuestro planeta siempre ha sido fluctuante. Estudios paleoclimáticosI indican que, desde su origen, la Tierra ha atravesado etapas sucesivas de calentamiento y enfriamiento, permitiendo establecer el hecho de que el planeta, actualmente, se encuentra en una fase natural de calentamiento.2 Sin embargo, las evidencias disponibles también indican que tal proceso está ocurriendo más rápidamente de lo esperado, pues las actividades humanas han incrementado la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, incluidos dióxido de carbono y metano, los cuales evitan que nuestro planeta remita al espacio la energía calórica que recibe del Sol, pues ésta queda atrapada en la atmósfera y acelera el incremento de temperatura, así vemos una clara tendencia ascendente en todo el planeta, aunque también es posible esperar alteraciones en los regímenes de precipitación. 

FIGURA 1. Bosques de encino de Sierra de Álvarez, donde se pueden apreciar ecosistemas relativamente bien conservados y con bajo impacto humano. Fotografía: Ernesto I. Badano.


     Para muchas regiones del planeta se estima que ocurrirán incrementos en la cantidad anual de agua de lluvia, pero también se proyecta la posibilidad de disminuciones dramáticas en la precipitación para otras regiones. Este último caso aplica para la mayor parte del territorio mexicano, donde se estima que en el transcurso de este siglo la temperatura del aire aumentará entre 2 y 4 °C, mientras la precipitación disminuirá entre 10 y 30%.3 Indudablemente, estos cambios afectarán la manera en que las plantas se relacionan con su entorno, pudiendo impactar en los procesos mediante los cuales los árboles obtienen los nutrientes minerales requeridos para desarrollar su ciclo de vida. El estudio de la nutrición vegetalII puede ayudarnos a entender cómo responderán los bosques ante el cambio climático que estamos viviendo, permitiéndonos diseñar estrategias de manejo forestal que apunten a mitigar la enorme pérdida de servicios ambientalesIII que podría llegar en el futuro. 

El agua y el carbono son compuestos fundamentales para las plantas, pero estos organismos también requieren otros nutrientes minerales para sobrevivir, crecer y reproducirse. La nutrición vegetal estudia la manera en que las plantas adquieren estos recursos y, entre ellos, el nitrógeno es uno de los más importantes. Después del agua, el nitrógeno es el nutriente que, cuando falta, más restringe la productividad de sistemas agrícolas y ecosistemas naturales, ya que es un componente esencial de los ácidos nucleicos, los aminoácidos y la clorofila.
     El mayor reservorio de nitrógeno de nuestro planeta se encuentra en la atmósfera; alrededor de 80% de la composición del aire corresponde a este elemento, pero las plantas no pueden asimilarlo cuando éste se encuentra en estado gaseoso. Las plantas terrestres obtienen el nitrógeno del suelo, donde debe estar bajo la forma de nitrato o amonio para poder ser captado por las raíces. 
     La concentración de estas formas de nitrógeno en el suelo depende principalmente de bacterias que lo capturan desde el aire y lo procesan para transformarlo en nitratos. Otra fracción del nitrógeno presente en el suelo proviene de microbios que degradan materia orgánica muerta y lo liberan como amoniaco o nitratos; sin embargo, la actividad de estos organismos fijadores de nitrógeno está fuertemente vinculada con el clima4 y, sobre esta cuestión, se ha indicado que las mayores temperaturas esperadas en escenarios de cambio climático pueden acelerar el metabolismo de estos organismos, conduciendo a incrementos de la cantidad de nitrógeno en el suelo.

     De manera opuesta, en regiones donde ocurrirán reducciones en la precipitación, se predice que habrá disminuciones en la cantidad de nitrógeno del suelo, porque los organismos mencionados se verán afectados negativamente por la falta de agua. En el caso de México, donde es esperable tener aumentos de temperatura y disminuciones en la precipitación pluvial, aún se desconoce cómo el cambio climático afectará las concentraciones de nitrógeno en los ecosistemas forestales, a cuyas economías locales aportan vitalidad.
     En los árboles, la mayor parte del nitrógeno se encuentra en las hojas y está directamente asociado a las moléculas orgánicas involucradas en la fotosíntesis. Cuando los árboles crecen en ambientes con baja disponibilidad de nitrógeno, su capacidad para sintetizar estas moléculas se reduce y, en consecuencia, disminuye su eficiencia para fijar carbono. Estos árboles presentan menores tasas de crecimiento en comparación con los que viven en ambientes ricos en nitrógeno; en casos extremos, llegan a morir por deficiencias nutricionales.
     Como en todas las especies, los primeros estados de vida de los árboles —denominados plántulas— son muy susceptibles a la mortalidad al crecer bajo condiciones inadecuadas para su desarrollo. Por ello, la supervivencia de las plántulas es fundamental para sustentar la regeneración natural de los bosques. De esta manera, si los cambios climáticos que se esperan en México reducen la disponibilidad de nitrógeno para las plántulas de árboles, podríamos pronosticar disminuciones en las tasas de regeneración natural de los bosques.

En bosques de Europa y los Estados Unidos se han analizado los efectos del cambio climático sobre la asimilación de nitrógeno en plántulas de árboles y los estudios resultantes indican que las plántulas asimilarán más nitrógeno cuando sólo enfrenten incrementos de temperatura, aumentando su capacidad fotosintética y su crecimiento. Por el contrario, la asimilación de nitrógeno se verá reducida si solamente aumenta la sequía, y las plántulas disminuirán sus tasas de fijación de carbono y crecimiento. La falta de estudios sobre estos temas en México genera mucha incertidumbre respecto al futuro de los bosques, ya que las plántulas de los árboles deberán enfrentar el efecto combinado de mayor temperatura y menor precipitación. 
     Considerando ese escenario de cambio climático, investigadores y estudiantes del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica, A. C. (IPICyT) han desarrollado experimentos para establecer si tales alteraciones ambientales afectarán la disponibilidad de nitrógeno en el suelo y la manera en que esto repercutirá sobre las plántulas de las especies arbóreas en bosques templados.

FIGURA 2. Unidades experimentales de cambio climático y unidades experimentales de control instaladas bajo el dosel de un bosque de encinos. Fotografía: Ernesto I. Badano. 

     Esta investigación es financiada por el Conacyt (proyecto CB2013-221623 “Dinámicas de reclutamiento de encinos [Quercus spp.] en escenarios de cambio climático”) y los experimentos se desarrollan en Sierra de Álvarez, San Luis Potosí, porque concentra una elevada diversidad de encinos (figura 1). 
     En estos experimentos se utilizan parcelas de cambio climático en las que se incrementa la temperatura y se reduce la precipitación, mientras un segundo grupo de parcelas actúa como controles de contraste bajo las condiciones climáticas actuales. En las parcelas de cambio climático, el calentamiento se simula con cámaras de acrílico trasparente (figura 2) que reducen la velocidad del viento para incrementar la temperatura en su interior. Las condiciones de sequía, por otra parte, se simulan adaptando un sistema de canaletas de policarbonato en la parte superior de estas estructuras (figura 2). Así, se logra, simultáneamente, inducir condiciones más cálidas y más secas que en el ambiente circundante.
     Las parcelas control, en cambio, solamente son protegidas con malla de alambre para evitar el acceso de animales que pudieran alterar el experimento (figura 2). En todas esas parcelas se sembraron bellotas de diferentes especies de encinos y, desde hace un año, en ellas se monitorea: las condiciones ambientales, la actividad de microorganismos fijadores de nitrógeno, la concentración de amonio y nitrato en el suelo y las respuestas de las plántulas emergentes.
     Los resultados de estos experimentos indican que las estructuras descritas anteriormente permiten simular las condiciones de cambio climático esperadas para mediados de este siglo, incrementando la temperatura del aire entre 1.5 y 2.5 °C y reduciendo la precipitación entre 8 y 15%, en comparación con sus controles. Estas modificaciones ambientales redujeron la actividad de los organismos fijadores de nitrógeno en 20%, disminuyendo las concentraciones de nitrato y amonio en el suelo en más de 30%, lo que mermó dramáticamente la supervivencia y el crecimiento de las plántulas de encinos en las parcelas de cambio climático. De hecho, las plántulas que lograron sobrevivir bajo estas condiciones presentaron menores contenidos de clorofila y nitrógeno foliar, además de menores eficiencias fotosintéticas que aquellas desarrolladas en las parcelas control.
     Estos experimentos indican que el cambio climático es una amenaza severa para la regeneración de los bosques mexicanos, pudiendo causar enormes pérdidas de servicios forestales. En este aspecto, México requiere más proyectos de investigación de este tipo, que se desarrollen en otras regiones del país y con una mayor diversidad de especies arbóreas, lo cual permitiría reducir la incertidumbre que existe respecto al futuro de nuestros bosques. Estas iniciativas constituirán una herramienta para tomar decisiones acertadas sobre conservación y manejo forestal orientados a asegurar el bienestar de la población dependiente de los servicios ambientales que proveen estos ecosistemas.

Cynthia L. Pérez Ruiz

Es estudiante en el programa de doctorado en ciencias ambientales del IPICyT. Sus intereses de investigación se centran en los impactos del cambio climático sobre la nutrición vegetal.

 
Ernesto I. Badano

Es investigador titular de la División de Ciencias Ambientales del IPICyT. Es miembro del SNI (II) y desarrolla investigación sobre los impactos de las actividades humanas en los ecosistemas naturales.
C. e. ernesto.badano@ipicyt.edu.mx

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