Corazón obeso


Corazón obeso
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Es común pensar que ser gordito es un estado natural en algunas personas y que, incluso, puede ser saludable, pero la realidad es otra; toda la grasa acumulada produce sustancias que alteran el funcionamiento normal del cuerpo, provocando, con el tiempo, que aparezcan algunas enfermedades.
     La grasa acumulada en el corazón no es la excepción, la obesidad lo afecta mediante varios mecanismos que, en el peor de los casos, puede concluir en un infarto; incluso, con riesgo de terminar en muerte de quien lo padece. Por ello, es necesario conocer causas y consecuencias e iniciar un cambio de hábitos alimentarios.

Sobrepeso y obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasas en el cuerpo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por otro lado, el índice de masa corporal (IMC) es un indicador que califica a las personas en: delgadas, con sobrepeso u obesas, y se calcula con los valores de peso y estatura (peso/estatura).1 Un IMC mayor a 25 indica sobrepeso, uno mayor a 30 indica obesidad.

Necesitas conocer tu peso en kilogramos y tu estatura en metros. Ejemplo: Si peso 56 kg y mido 1.65 m, multiplico 1.65 X 1.65, que es igual a 2.72; lo siguiente será dividir 56/2.72, lo que da por resultado 20.5. Este IMC es normal (el rango normal es 18.5 - 24.9); no obstante, estudios recientes han demostrado que éste no es el único indicador de obesidad, ya que no permite diferenciar entre masa muscular y grasa, por lo que se recomienda acudir con el médico para que haga una valoración.

La obesidad puede causar enfermedades cardiovasculares, tanto en el corazón como las arterias; esto es porque el exceso de grasa acumulada en los órganos no está inerte, se trata de un tejido capaz de producir hormonas, lo cual, mediante varios mecanismos, provoca alteraciones en todo el cuerpo.
     Una hormona también es responsable de acumulación de grasa, se trata de la leptina que es secretada en respuesta a la alimentación, y su función es suprimir el apetito. En personas obesas existe un exceso de leptina, lo que —a su vez— genera una resistencia a ella, provocando mayor necesidad de consumir alimento, y la consecuencia es el desarrollo de obesidad. Es importante destacar que, cuando se logra bajar de peso, la leptina también baja, mejorando así el estado clínico de la persona.
     El tejido graso libera una sustancia que produce inflamación, es la proteína C reactiva (PCR), la cual está asociada a un aumento en el riesgo de: infarto de corazón (miocardio), enfermedad cerebrovascular (de las arterias ubicadas en el cerebro), enfermedad arterial periférica (de las arterias de todo el cuerpo) y, finalmente, muerte por enfermedad isquémica cardiaca (falta de circulación sanguínea en el corazón).
     Asimismo, la PCR puede inducir la aparición de aterosclerosis,2 enfermedad en la que el colesterol desempeña un papel muy importante, pues éste penetra en las capas que forman las arterias, donde se queda, acumulándose.
     Cuando esto ocurre, el cuerpo reconoce el acontecimiento de un suceso extraño y envía células de defensa para detenerlo; esto causa que se forme una placa dura, la cual puede ser lastimada fácilmente y romperse, desencadenando una reacción en el cuerpo para detener su formación, con ayuda de las plaquetas (células encargadas de la reparación de vasos sanguíneos), para detener sangrados, y de factores de coagulación (proteínas de la sangre que detienen el sangrado, mediante la formación de coágulos). Este proceso, cuando se repite, causa que la placa crezca, provocando que cada vez el diámetro de la arteria sea menor, hasta que se tapa completamente, lo cual provoca que no fluya sangre al resto de la arteria. Esto puede ocurrir en las arterias del corazón, y la consecuencia puede ser un infarto al miocardio.
     Durante el infarto, hay una zona del músculo del corazón a la cual no llega sangre ni oxígeno, lo que a su vez es causa de la pérdida de las funciones del músculo. Conviene dejar claro que aun cuando éste pueda ser un proceso reversible, las secuelas del infarto siempre continuarán presentes.

Otra de las complicaciones más comunes que presenta una persona con obesidad es la hipertensión arterial (presión alta). La presión arterial es la fuerza con la que la sangre golpea nuestras arterias al pasar a través de ellas. Para poder decir que una persona es hipertensa es necesario tomar la presión en tres ocasiones y, si en dos de tres tomas las cifras son elevadas, hay hipertensión (cuadro 1). 

CUADRO 1. Valores de presión arterial normales y altos*

Rango Presión arterial sistólica Presión arterial diastólica
Normal 120-139 80-89
Hipertensión >140 >90

Hipertensión esencial, que es causada por la interacción de varios factores, tanto genéticos como ambientales (alimentación, sedentarismo, edad, género…).
     Hipertensión secundaria, causada por alguna enfermedad. 
     Cada una de éstas genera diferentes mecanismos que dan como resultado un aumento en la presión sanguínea.

Como ya se comentó, la hipertensión es causada por la interacción de diferentes factores. Cuando una persona tiene una alimentación con alto contenido en grasas y no realiza actividad física alguna, la grasa se comienza a acumular ocasionando en el organismo una sobrecarga de colesterol y triglicéridos (grasas en sangre), lo cual provoca que el páncreas secrete una hormona llamada insulina (que ayuda a controlar el azúcar en la sangre), en forma excesiva. Este problema puede conducir a lo que conocemos como síndrome metabólico.
     Al tener aumentada la insulina en el cuerpo, se activa el sistema nervioso central, el cual, a su vez, secreta una hormona llamada noradrenalina, ocasionando la activación de unos receptores que causan el aumento en el gasto cardiaco (cantidad de sangre que pasa a través del corazón por minuto) y en las resistencias periféricas3 (las que mantienen la presión en las arterias, para que llegue la sangre del corazón a los tejidos), provocando que el corazón tenga una sobrecarga de trabajo. También esta hormona induce la liberación de otra llamada renina, la cual activa todo un sistema que actúa en varios órganos, como riñón, intestinos, músculos y corazón, haciendo que el cuerpo acumule agua y sodio, con lo cual puede entrar en un estado de vasoconstricción (disminución del diámetro de las arterias); todo lo cual provoca que la presión sanguínea aumente.

La hipertensión arterial que se prolonga por un largo periodo causa que el corazón deba hacer mayor esfuerzo para llevar a cabo su función —llevar sangre oxigenada a todo el cuerpo—. Esto provoca que el corazón necesite más energía de la normal y, si la persona ya padece aterosclerosis en alguna de las arterias del corazón, hará que no le llegue suficiente aporte del oxígeno requerido, lo que podría aumentar el riesgo de sufrir un infarto.
     Además, para poder compensar esta demanda de trabajo, las paredes del corazón comenzarán a hacerse más gruesas. Esto, al inicio, ayuda al corazón a hacer todo el trabajo extra; pero, si la hipertensión no se trata, al pasar los años, las paredes gruesas formarán colágeno —una proteína responsable de que se vuelvan duras las arterias—. La consecuencia de este cambio será la disminución de la capacidad del corazón para contraerse, lo que podría producir arritmias (contracción anormal del corazón). Este mecanismo constituye lo que se llama cardiopatía hipertensiva.

Cuando tenemos una acumulación anormal de grasas, principalmente en el área abdominal tenemos sobrepeso u obesidad. Para diferenciar entre éstos, podemos ayudarnos con indicadores como el IMC y el índice de cintura-cadera. Con el término obesidad no nos referimos sólo al hecho de tener peso extra, sino a la presencia de un problema que puede predisponer a quien lo padezca a tener otras enfermedades cardiovasculares graves.
     Al bajar de peso es posible reducir los riesgos mencionados, aunque, ciertamente, esto puede resultar complicado, pues no existen fórmulas mágicas para perder peso de inmediato (si lo escuchó así en algún comercial, no lo crea), no confíe en productos o máquinas que prometan tal resultado. Lo que realmente se requiere es mucho empeño y decisión por parte de quien se encuentra en esta situación para poder lograrlo. La manera de hacerlo adecuadamente es ponerse en manos de un experto en nutrición, ser constante y atender sus indicaciones —sin trampas ni concesiones—, además de tener siempre en la mente el objetivo: mejorar la salud, lo cual implica cambiar hábitos alimenticios, hacer ejercicio, evitar tabaco y alcohol, sobre todo, si ya se encuentra en una etapa mórbida de obesidad y, si desea tomar en cuenta este texto, reciba nuestros mejores deseos por la recuperación de su salud.  

  • Campos-Nonato, I., Hernández-Barrera, L., Rojas-Martínez, R., Pedroza, A., Medina-García, C. & Barquera-Cervera, S. (2013). “Hipertensión arterial: prevalencia, diagnóstico oportuno, control y tendencias en adultos mexicanos”. Salud Pública de México. 55(Supl. 2): S144-S150. [En Línea]. Recuperado el 07 de diciembre del 2016, en http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0036-36342013000800011&lng=es&tlng=es
  • Guadalajara-Boo J. F. (2009). Cardiología (6ª ed.). México, Méndez Editores.
  • Guadalajara-Boo J. F. (2010). “Aterosclerosis y sus complicaciones. Progresión y regresión”. México. Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez. Recuperado el 07 de diciembre del 2016, en Medicina y Salud, http://www.medicinaysalud.unam.mx/temas/2010/05_may_doc_2k10.pdf 
  • López-Jiménez, F., Cortés-Bergoderi, M. (2011). ”Puesta al día: Enfermedades sistémicas y corazón (I). Obesidad y corazón”. Rev Esp Cardiol. 64(2):140-149.
Jessica Yazmín Alonso Ramírez Manuel Alfonso Alvarado García y Andrea Denisse Arellano Rico

Estudiantes de la licenciatura en Médico Cirujano, en el Departamento de Medicina y Nutrición, de la División de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guanajuato.

Manuel José Rivera Chávez

Es Coordinador del Módulo de Medicina Interna, fase 2, de la licenciatura en Médico Cirujano, del Departamento de Medicina y Nutrición, División de Ciencias de la Salud, Universidad de Guanajuato.

Agustín Ramiro Urzúa González

Es Médico Especialista en Cardiología y Medicina Interna y Maestro en Teoría Cardiovascular. Actualmente, se encuentra adscrito a la Unidad de Cuidados Intensivos Coronarios del Hospital Regional de Alta Especialidad del Bajío, además de ser Coordinador del Módulo de Medicina Interna, fase 2, de la licenciatura en Médico Cirujano, del Departamento de Medicina y Nutrición, División de Ciencias de la Salud, de la Universidad de Guanajuato, México. C. e.: drurzuagonzalez@gmail.com

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