Participación de niñas y mujeres en educación, ciencia, tecnología e innovación de México*


Participación de niñas y mujeres en educación, ciencia, tecnología e innovación de México*
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Para todos nosotros, poco a poco se ha vuelto claro que hombres y mujeres tienden a ver muchas cosas de manera diferente; unas y otros confieren valores únicos a determinados hechos o situaciones que enfrentamos en la actualidad. La perspectiva de género, al incorporar a los dos sexos, enriquece las tareas de análisis y evaluación y así, la toma de decisiones.
     El acceso desigual a los recursos o a las oportunidades para que hombres y mujeres participen en la toma de decisiones genera costos económicos y sociales directos, y éstos dan lugar, indirectamente, a efectos secundarios de índole cultural y ambiental. Tal desigualdad afecta en gran medida a las mujeres, aunque también tiene consecuencias para sus hijos, sus colectividades, las regiones que habitan, los países y, consecuentemente, el mundo entero.

A escala global, los hombres siguen superando a las mujeres, en número, en lo relativo a empleo remunerado, negocios y actividad política. Por ello, si realmente estamos comprometidos en mejorar las condiciones de vida de la población femenina, necesitamos saber con claridad cuál es nuestra situación. Debe reconocerse cierto avance, producto de algunas políticas públicas y ciertas iniciativas que han sido puestas en marcha; sin embargo, muchas inequidades continúan sin alteración, producto de tradiciones, valores culturales y otros obstáculos de carácter estructural.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció ocho Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM)1 y uno de ellos es precisamente: “Promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer”. En atención a los pasos que ha dado la ONU, y conscientes de que 2015 era el año límite para que los Estados miembros de la Organización —incluido México— alcanzaran sus ODM, se consideró pertinente revisar el grado de avance y las características de cumplimiento de nuestro país. Más aún, el 25 de septiembre de 2015 los Estados miembros de la ONU adoptaron un nuevo conjunto de objetivos, con el fin de acabar con la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad de todos, como parte de una nueva agenda de desarrollo sustentable. Cada uno de estos objetivos de desarrollo sustentable (ODS) tiene metas específicas que deberán ser alcanzadas en los próximos 15 años. La equidad de género, nuevamente, es uno de esos objetivos, junto con: calidad en la educación, trabajo decente, crecimiento económico, eliminación de la pobreza y el hambre, entre otros.
     Con la finalidad de ayudar a sopesar los logros que nuestro país ha alcanzado y los retos que aún enfrenta en el cumplimiento de los compromisos adquiridos en el marco de los ODM y los ODS, realizamos una investigación con el fin de contribuir a llenar vacíos de información, agregando datos particularmente sensibles para un análisis riguroso, con perspectiva de género, en temas tales como educación, salud, participación política y condiciones sociales y económicas. Al mismo tiempo consideramos que este tipo de estudios y la difusión de información confiable constituyen un punto de partida para planear acciones que contribuyan a fortalecer y promover la rendición de cuentas institucional y la implementación de políticas de equidad de género más efectivas en México.
     La metodología que seguimos fue la propuesta por WISAT, en su Marco de Indicadores de la Sociedad del Conocimiento.2 En éste, se parte de un modelo en el que se identifican tres grandes módulos interconectados y se hace un especial énfasis en las barreras y oportunidades que existen para las mujeres en empleos de ciencia, tecnología e innovación. Los módulos son: 1) Insumos (salud, condición social, condición económica, acceso a los recursos, participación política y desarrollo de capacidades y oportunidades); 2) Políticas de apoyo (entorno político de la Sociedad del Conocimiento, políticas de género, presupuestos de género y políticas de ciencia, tecnología e ingeniería); 3) Resultados (Participación gerencial y Mujeres en la economía del conocimiento).

Los resultados muestran que, aún cuando en México ha disminuido la brecha de género en salud, educación, ciencia y tecnología, las mujeres siguen estando marginadas en términos de su participación en la fuerza de trabajo, en cuanto a la representación que tienen en puestos de decisión y liderazgo, lo mismo que lo relativo a sus salarios. También resultan alarmantes los altos índices de violencia doméstica y los feminicidios. En materia de salud, los pendientes más importantes se ubican en el área de la salud materna, especialmente, en la reducción de la mortalidad materna.

     Estos avances también son advertidos en la escala global. En efecto, en 2012, México ocupaba la posición 84 entre 135 países inscritos en el Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial;3 no obstante, en el informe correspondiente a 2015, se ubicó en el lugar 58, entre un total de 124 países. 
     Los mexicanos no compartimos de manera igualitaria los avances realizados en las últimas dos décadas. Las brechas de género se amplían al introducir variables como la geográfica: así, el sur del país se mantiene por debajo del resto de la nación en indicadores de calidad de vida; más aún, las condiciones de vida en el campo están muy por debajo de aquellas ubicadas en las áreas urbanas, a pesar de que son las mujeres del campo quienes juegan un rol de vital importancia en la agricultura, así como en la gestión de los recursos naturales y ambientales. El acceso de estas mujeres a los recursos, a la tierra o a los insumos requeridos para trabajar el campo no es igual que el de los varones.
     México, junto con Japón, Turquía y la República de Corea, han sido seleccionados como países piloto para demostrar avances, a nivel nacional, en la disminución de brechas económicas de género como parte de un programa diseñado por el Foro Económico Mundial, conocido como “Colaboración para cerrar las brechas de género: Grupos de trabajo para la paridad de género”. A pesar de que las estadísticas muestran mejorías en algunos indicadores, también revelan que los mexicanos no hemos compartido con igualdad los beneficios y mejoras alcanzados en las últimas dos décadas; el sur de México ha permanecido consistentemente atrás del resto del país en los indicadores relacionados con la calidad de vida. Peor aún, y sin ignorar la pobreza creciente que hoy en día se extiende sobre las zonas urbanas, las condiciones de vida en las áreas rurales de casi todo nuestro país han permanecido sin cambios significativos.
     Si consideramos que actualmente las economías dependen cada vez más del conocimiento y de una fuerza de trabajo calificada, las disparidades de género no hacen sino disminuir las posibilidades de transitar hacia una sociedad con mejores condiciones de vida.
     Por otro lado, es evidente que la educación es una condición necesaria, pero no suficiente. Si realmente queremos transitar hacia una Sociedad del Conocimiento, no basta con brindar igualdad de oportunidades educativas a hombres y mujeres, puesto que no son ellas las que alcanzan los niveles más altos en investigación y tampoco quienes se inclinan con mayor frecuencia por las ciencias exactas o las ingenierías.
     Vale la pena mencionar, en una época en la que las tecnologías han penetrado numerosos espacios de nuestra vida, que, si bien es deseable, tampoco es suficiente incrementar el uso y acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), ni aumentar el acceso a la internet. Múltiples son las variables contextuales que explican las diferencias de género observables también en este ámbito.
     Efectivamente, aún está por demostrarse si el acceso a empleos bien remunerados, como los desempeñados por algunos hombres, mejorará la equidad de género; o si un mayor y mejor uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ayudará a las mujeres a tener una participación más equitativa en empleos mejor valorados y mejor remunerados.

  • WEF (2015). The Human Capital Report 2015. World Economic Forum. D.E. http://www3.weforum.org/docs/WEF_Human_Capital_Report_2015.pdf
  • Zubieta, J., y M. Herzig (2016). Participación de las mujeres y niñas en la educación nacional y en el sistema de ciencia, tecnología e innovación en México. Evaluación nacional con base en el marco de indicadores de equidad de género en la Sociedad del Conocimiento. WISAT/UNAM-Conacyt. México, 2016. 193 pp.
Judith Zubieta García

Es Doctora en Sistemas por la Universidad de Pennsylvania, Investigadora Titular del Instituto de Investigaciones Sociales - UNAM. Ha fungido como titular de la Coordinación de Universidad Abierta y Educación a Distancia – UNAM (2012-2015). Fue presidente del Espacio Común de Educación Superior a Distancia (Ecoesad, 2012-2014) y vicepresidente de la Sociedad Matemática Mexicana (2012-2014). Su labor docente es muy activa y ha dirigido un importante número de tesis. Sus temas de investigación están relacionados con Educación, Educación mediada por TIC y el Sistema de ciencia, tecnología e innovación, desde una perspectiva de género. Es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y del SNI.

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